Visión anarquista de la Guerra Civil
El Arxiu Fotogràfic de Barcelona presenta una exposición centrada en la gráfica anarquista del conflicto bélico.
El Palau de la Generalitat es uno de los edificios más importantes del Barri Gótic, el centro histórico de Barcelona. Es de grandes dimensiones y está situado entre las calles de Sant Honorat, Sant Sever, Bisbe y la plaça de sant Jaume, donde está su fachada principal. El edificio actual es el resultado de diversas ampliaciones que, a partir del núcleo original, se realizan a lo largo del tiempo. Es importante tanto arquitectónica como simbólicamente ya que es la sede la Presidencia de la Generalitat. Así, el viejo edificio gótico sigue teniendo la función que tenía en sus orígenes: ser sede de gobierno.
La vieja institución medieval de la Generalitat, sede permanente de las Cortes Catalanas, consolidada bajo el reinado de Pere el Cerimoniós (1336-1387), necesitaba una sede estable en la capital donde se establecieran sus representantes. Así se adquiere una casa en los límites del Call, la judería barcelonesa, que había sido arrasada unos años antes. Es en 1403, el presidente de la institución es Alfons de Tous, rector de la iglesia del Pi. La casa, propiedad de un tal Bonjudà Cabrit, tenía su fachada, como marcaban las normas, encarada al Call, en la calle sant Honorat (calle de la fuente en la época en que vivía la comunidad judía) y, en su parte, opuesta tenía un huerto cerrado por un muro.
Para acoger la nueva institución política se encargan los trabajos de reforma al maestro Marc Safont. Lo primero que se hace es abrir, en la calle de Bisbe, una nueva fachada (1416-1418). Situado sobre la puerta, se sitúa un fantástico medallón de sant Jordi matando al dragón obra de Pere Joan, el artista que contaba con apenas 20 años, se inspiró en el sello de la institución para realizar su obra. Fue tan apreciada que la institución decidió pagar al artista el doble de lo que se había estipulado.
El resto de la decoración del portal, a base de arcos adosados al muro que arrancan sobre cabezas, figuras a modo de gárgolas distribuidas a lo largo del muro y, por encima, la crestería calada formando una barandilla de tracería flamígera y pináculos, presenta una gran riqueza decorativa.
Tras la fachada, el mismo Safont realiza el elegante patio (1420) en el que se sitúa la escalera de acceso (1424) al piso superior. La escalera es idéntica a las que se sitúan en las casas nobles de la época. Destaca por su robusta baranda con rosas de tracería abiertas en cada tramo. En el piso destaca una galería de arcos ojivales sustentados por finas columnas numulíticas y, en la cubierta, una terminación a base de gárgolas y pináculos. El conjunto es de gran elegancia y, por su riqueza escultórica, constituye el más destacado de los palacios de época gótica de la ciudad. Alrededor del patio, en los dos pisos, se distribuían las diversas estancias del primitivo palacio.
Del conjunto de construcciones destaca la magnífica capella de Sant Jordi (1432-1434), situada en un ángulo de la galería, delante de la escalera. Allí está la entrada con una puerta central y ventanas a ambos lados. La portada es una filigrana de molduras y detalles florales flamígeros no muy habituales en el gótico catalán, de carácter más simple.
La capilla es de planta cuadrada y está coronada por una bóveda de crucería que arranca sobre cuatro ménsulas que representan a los evangelistas, en la clave central hay una imagen de Sant Jordi matando al dragón y en las claves menores escudos con la Creu de Sant Jordi y la Senyera.
La capilla se decoró entonces con un excelente retablo de Bernat Martorell que actualmente se encuentra fragmentado entre Chicago y el Louvre. Hoy la joya de la capilla es el frontal de altar bordado que, en 1450, realizó Antoni Sadurní.
Un siglo después, a inicios del siglo XVI (1526-1537), la institución va ganando en peso político lo que se traduce en una ampliación del edificio. De esta época es el célebre Pati dels Tarongers que sigue la costumbre de usar naranjos en los jardines de los palacios de la época. La ampliación sigue dos fases. En la primera se construyen las lonjas que imitan la galería gótica aunque usando aquí una serie de columnas de mármol rosa. Encima de las lonjas se sitúan unas galerías. En la segunda tramo del patio se sitúan una serie de espacios como la Cambra Daurada (desde 2007 Sala Tarradellas), la sala principal del edificio, donde se reúne el Govern, que fue realizada por Mateu Capdevila (1526) su nombre original lo toma de la decoración dorada de su techo artesonada hoy no visible. En esta época trabajan en el palacio Antoni Carbonell, Pau Mateu y Tomàs Barsa. Poco después Pere Ferrer levanta el campanario (1570-1590).
Posteriormente se llevará a cabo una nueva ampliación que supone un cambio radical respecto al estilo. Si el Pati del Tarongers se construía siguiendo la estética cercana al gótico a partir de ahora el palacio crece con un nuevo lenguaje arquitectónico que se distancia claramente de lo que se había realizado hasta entonces. A finales del siglo XVI y principios del XVII la Generalitat se viste con galas renacentistas. Entonces el presidente de la Generalitat era Francesc Oliver de Boteller, abad de Ripoll y el encargado de realizar las obras el arquitecto Pere Blai.
La ampliación afecta a los dos extremos del edificio donde se añaden dos cuerpos al núcleo original. En la parte anterior se sitúa el Saló de Sant Jordi (1597), pensado en su momento como capilla y destinado a las recepciones y a los actos solemnes. El salón consta de tres naves de tres tramos, separadas por grandes pilares cuadrados con capiteles toscanos, y cubiertas con bóvedas de arista y una vistosa cúpula en el crucero, visible desde el exterior.
Donde mejor se aprecia el nuevo lenguaje arquitectónico es en la fachada principal (1596-1602), inspirada la arquitectura romana, en el Palazzo Farnese. Ésta constituye la principal manifestación del estilo renacentista en Catalunya. Destaca por el equilibrio de su composición a base de líneas horizontales marcadas por las ventanas y verticales marcadas por las pilastras adosadas en las esquinas. Destaca las ventanas del piso noble que alternan un coronamiento a base de frontones triangulares y curvos. En el centro de la fachada se abre el pórtico principal, enmarcado por dobles pilastras grises (un estudio del ICAC, el Instituto Catalán de Arqueología Clásica sostiene que proceden de Troya y fueron usadas en un templo romano de Tarraco), encima del cual se sitúa el balcón de las grandes ocasiones enfatizado por una hornacina con la imagen moderna de sant Jordi, obra de Andreu Aleu, de 1860 y colocada en 1872.
En la parte posterior, la que da a las calles sant Honorat, Sant Sever y Bisbe, donde se abren sendas puertas, Pere Ferrer y Pere Pau Ferrer construyen un cuerpo añadido (1610-1630) de marcadas líneas clásicas. El edificio queda entonces configurado desde entonces solo se producen intervenciones puntuales de carácter decorativo y, según las avatares históricos el palacio recibe otros usos.
Tras la Guerra de Sucesión y el Decreto de Nova Planta (1716), que supone la abolición de la Generalitat, el edificio acoge la Audiencia Real y a principios del siglo XX (1908) la Diputación. En este momento de recuperación del edificio como sede de gobierno, con la presidencia de Enric Prat de la Riba, se producen dos importantes innovaciones. La primera es el encargo a Joaquín Torres García de la decoración del saló de Sant Jordi (1912-1918), una decoración que quedó inacabada a la muerte del presidente y arrinconada con la nueva presidencia de Josep Puig i Cadafalch y que, desde 1974, puede verse en la sala habilitada y que lleva el nombre del pintor abierta al Pati del Tarongers. Por otro lado, el edificio acoge el Institut d’Estudis Catalans y la Biblioteca de Catalunya, creados en 1907 y después trasladados al recinto del antiguo Hospital de la Santa Creu en el Raval. El palacio se llena.
Con la dictadura de Primo de Rivera se sustituye a decoración del saló de sant Jordi (1925-1927) por la que aún hoy se conserva. El ideólogo de la nueva decoración, en la que trabajan 26 artistas, fue el presidente de la Diputación Manuel Milà i Camps. Se realizaron casi una cincuentena de óleos sobre tela que cubrieron los trabajos anteriores y que representan escenas de las grandes gestas de la historia de España en relación con Catalunya (Batalla de las Navas de Tolosa, la Batalla de Lepanto, la Primera misa después del desembarco de la hueste del rey Jaime I el Conquistador en Mallorca, Recibimiento de Cristóbal Colón por los Reyes Católicos en la plaza del Rey de Barcelona, Virgen de Montserrat rodeada de los santos y reyes que han visitado su santuario…). El carácter academicista del ciclo pictórico ha sido criticado.
Otro elemento destacado de este momento es el puente neogótico, sobre la calle del Bisbe, que comunica el palacio con la casa dels canonges. Realizado por Joan Rubió i Bellver, fue inaugurado un 23 de abril de 1928.
Con la República será la sede del gobierno autónomo que retoma el nombre Generalitat que se pierde de nuevo con la victoria franquista en la guerra civil y el palacio pasa a ser de nuevo la sede de la Diputación. Con la presidencia de J. A. Samaranch llegan al palacio obras de artistas contemporáneos como J. M. Subirachs, Jordi Alumí o Montserrat Gudiol.
La llegada de la democracia supone la recuperación del nombre de Generalitat para el edificio y una nueva serie de obras de arte: Antoni Tàpies decora la sala de reuniones del Govern con su famoso cuadro que representa las cuatro crónicas. También una serie de obras de Antoni Clavé decoran la nueva sala de conferencias situada bajo el Pati dels Tarongers.
El Palau de la Generalitat puede visitarse el segundo y cuarto fin de semana de cada mes, ya sea para particulares o para grupos que no superen las 30 personas. Para hacerlo debe concertarse la visita previamente por Internet. http://presidencia.gencat.cat/es/tramits/tramits-temes/Visites-al-Palau-de-la-Generalitat-de-Catalunya?moda=1
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