Negocios, Barcelona, COVID: ¿y ahora, qué?
Hablamos con Casa Bonay, Santa Eulàlia, Atrápalo, Casa Seat, Glovo y Atipika sobre retos, cambios de tendencia y el estado de la cuestión en Barcelona.
Si un tema entusiasma a las revistas del corazón son las bodas. Las infidelidades también, para que nos vamos a engañar, pero una boda siempre queda bonita, siempre luce, siempre atrae. Los paparazzi trabajan duro cuando hay algún enlace y siempre intentan hacer un trabajo vistoso. No siempre es posible porque muchas veces los personajes ponen muchas trabas, o bien porque tienen vendida una exclusiva, o bien para preservar su intimidad. Ninguno de los dos casos ha sido el de Samanta. El sábado la periodista se casaba en Castelldefels con su novio y podía hacerlo en la más estricta intimidad y gozando de cierto anonimato. O eso creía ella. Muchos curiosos paseaban por el centro de Castelldefels y al ver que acababa de casarse una pareja decidieron esperar para ver el vestido de la novia. Cuál sería la sorpresa de algunos al reconocer a la novia: Samanta Villar, la de ’21 días’ decían los más aventajados. Rápidamente alguno sacó su teléfono móvil y ¡pam! Tenemos prueba de la noticia. Samanta de blanco, con un vestido de encaje que dejaba al aire sus hombros, el pelo suelto y poco maquillaje. Muy natural, muy como ella es.
En el 2008 le llegó a la periodista su gran oportunidad profesional. Era la protagonista del programa de Cuatro ’21 días’, que se estrenó con éxito y consiguió unos magníficos datos de audiencia. Funcionaba a la perfección pero dos años después Samanta decidió dejarlo. Explicó en varias entrevistas que necesitaba recuperar su vida, que los viajes y estar fuera de casa le estaban pasando factura. Lo cierto es que una renuncia tan importante no se produce si el problema no es grave. En aquel momento la distancia no afectaba a su vida, afectaba a la relación con su novio. Samanta fue valiente y entre trabajo y amor eligió esto último. La productora también se lo puso fácil, ofreciéndole un nuevo proyecto, un nuevo programa que suponía viajar menos, ‘Conexión Samanta’, y que le facilitaba también seguir en la primera línea televisiva.
Pues eso. Que Samanta se ha casado. Y que ella, su marido y todos los que asistieron al enlace lo celebraron en el restaurante ‘Casanova Beach Club’, también de Castelldefels, en pleno paseo marítimo, y ajenos a los flashes. Bueno, no a todos, algún paparazzi los localizó y pudo fotografiar a los novios, que aceptaron con fairplay el interés de la prensa.
No siempre es fácil que los famosos reaccionen positivamente. Recuerdo cuando se casó Carme Chacón que fue uno de los días más difíciles y más improductivos para los que nos dedicamos a esto. Primero porque el novio, que es periodista, se dedicó a filtrar que la boda sería un sábado. Todos estábamos esperando que llegara el día y lo que hicieron los novios fue casarse un día antes. Venga, primera en la frente. Rápidamente se supo la verdad y las agencias decidimos recuperar el tema intentando fotografiar a los novios a la llegada o a la salida del restaurante. Tampoco fue posible. La pareja consiguió dar esquinazo a los fotógrafos, no siempre jugando limpio y, porque no decirlo, abusando de su situación de poder. Casualmente, en uno de los peajes, y mientras estábamos en plena persecución, se estropearon todas las barreras menos por la que pasaba la socialista y su ya marido. Sólo un paparazzi pudo seguir adelante porque iba en moto, pero de poco sirvió. El restaurante estaba bien vallado y no se pudo trabajar. Día perdido.
Ese día fue improductivo por las ganas de los protagonistas de preservar su intimidad. Pero no siempre el motivo es tan puro. Muy diferente fue la boda de Borja Thyssen y Blanca Cuesta. La pareja se casaba en una iglesia de Terrassa y entraron a celebrar la ceremonia pasadas las once de la noche. Los invitados lo hicieron también a esa hora, por una de las puertas traseras y todos vestidos con ropa de calle para cambiarse ya dentro de la iglesia. ‘Pués si no los pillamos a la entrada, los pillaremos a la salida’, pensamos los reporteros. Error. Nos dieron las cinco de la mañana esperando a la pareja. Finalmente una furgoneta consiguió ponerse a un palmo de la puerta para que la pareja subiera al vehículo y pudieran escapar sin ser fotografiados. Les salió bien el plan. Todo porque tenían vendida la exclusiva del enlace con la revista ‘Hola’. No sé si fueron más patéticos ellos casándose con nocturnidad y alevosía, o el párroco que permitió ese espectáculo en su parroquia. Seguramente una parte de lo que ganaron los novios sirvió para ayudar a la congregación. Negocio para todos. Pero, ¿Dónde queda el amor y la ilusión? ¡Eso qué más da! Estamos hablando de Borja y Blanca, han vendido todo lo vendible y más. Pobre Tita Cervera, con lo elegante que es ella llevando estas cosas y lo cutre que le ha salido el hijo y la nuera.
Hablamos con Casa Bonay, Santa Eulàlia, Atrápalo, Casa Seat, Glovo y Atipika sobre retos, cambios de tendencia y el estado de la cuestión en Barcelona.
Analizamos los servicios de eCooltra, Yego y Acciona.
La esencia de la ciudad se pierde con cada una de estas noticias, y alguien ha de hacer algo ya.
La plataforma francesa Swimmy permite reservar piscinas por horas para eventos privados.