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Hoy triunfa más la idea de transformación, donde nada es nuevo verdaderamente aunque pueda llegar a parecerlo.
Josep Maria Subirachs, nacido en el barrio del Poble Nou, en el seno de una familia de clase obrera, realizó sus estudios de Bellas Artes en la Escuela Superior de Barcelona. En 1951 marchó becado a Paris y continuó su formación, de 1954 a 1956 en Bélgica, donde adquirió un conocimiento plural de las artes plásticas. Su primera etapa denota una influencia del “Novecentisme”, pero con un estilo personal más sencillo. Pronto evoluciona hacia el expresionismo, adentrándose poco a poco, a la abstracción y experimenta con toda clase de texturas y dando entrada a formas geométricas, tensiones, para a partir de 1965 volver a la figuración con referencias mitológicas y clasicistas.
Sus obras están presentes en muchas de las calles de su ciudad, nuestra ciudad, Barcelona.
En Paseo de Gracia, podemos admirar, el mural de hormigón policromado en el vestíbulo del metro Diagonal-Rambla de Cataluña L3,realizado en 1989 , que reproduce, de manera esterilizada, una perspectiva de Barcelona que va desde el puerto hasta la zona superior de la av Diagonal, refiriéndose al desarrollo urbanístico de la ciudad.
En plaza de Catalunya, el monumento a Francesc Macià, donde quiso representar la historia de Catalunya, con el símbolo de su escalera invertida y la necesidad de crecer como País, peldaño a peldaño.
En el cruce de Diagonal con Provenza el monumento a Narcís Monturiol,o los relieves destinados a la sede del Banco de Sabadell en Rambla de Catalunya.
Pero sin duda alguna será siempre recordado por su “opera magna”, que es, la fachada de la Pasión del Templo de la Sagrada Familia de Barcelona, un encargo al que dedicó casi 20 años de su vida, realizando más de un centenar de figuras esculpidas en piedra así como cuatro puertas de bronce.
Decía Subirachs, “El arte sin espectador no tiene razón de ser”, o “El arte debe ser para todo el mundo y, por lo tanto, lo mejor es que esté emplazado en espacios públicos. El artista tiene que querer comunicarse con el máximo de gente, sin que eso tenga que rebajar la calidad de la obra”. Y así lo hizo dejándonos disfrutar de sus obras en muchas calles y espacios públicos.
Hoy triunfa más la idea de transformación, donde nada es nuevo verdaderamente aunque pueda llegar a parecerlo.
No existe un mundo perfecto único, varios modelos conviven y se yuxtaponen. En la mezcla de ideas está el valor.
Esta colección se dedica a esas ansias de vivir la vida al máximo para acabar en el hoyo. Una galería fotográfica de Bernat Rueda.