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Buscando el rastro de Barcino por Barcelona

Escondida en la ciudad encontramos los restos materiales de muros, calles, tumbas y acueductos de la hija de Roma.

Categoría: Historia | 29 noviembre, 2019
Redacción: Edu García

Barcelona es hija de Roma. Hacia el año 12 a.C. los romanos, que ya llevaban tiempo en la península y tenían la necesidad de controlar el comercio de trigo, vino y salazón de pescado, fundaron una pequeña colonia a la que llamaron con el rimbombante nombre de  Colonia Iulia Augusta Faventia Paterna Barcino.

 

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EN LO ALTO DE UNA MONTAÑA

El lugar elegido para la fundación fue un pequeño montículo cercano  que con el tiempo se llamaría Mons Tàber. En el actual carrer Paradís, en la sede del Centre Excursionista de Catalunya (CEC), encontramos una placa con la cota altimétrica que explica que la altura de esa cima barcelonesa es de 16,9 m sobre el nivel del mar.

 

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Además de la placa, una piedra de molino encastada en el suelo indica donde está exactamente el punto más alto de la vieja Barcelona. Los socios del CEC, cada vez que van a la sede, escalan la montaña.

 

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UNA CIUDAD CORONADA

Como todas las fundaciones romanas, Barcino destacaba por su recinto amurallado que la convertía en un espacio bien defendido y prácticamente inexpugnable. Ésta será una característica de la ciudad a lo largo de su historia y es esencial en su papel como capital catalana. Sus murallas han hecho que, entre otras denominaciones, Barcelona sea conocida como la ciudad coronada. A lo largo de los siglos de dominación romana, la colonia fue doblemente amurallada. Con la fundación de realizó una primera muralla, con piedra de pequeño tamaño, de unos dos metros de grosor. En el Subsuelo arqueológico del MUHBA (Museu d’Història de la Ciutat de Barcelona) y en el interior del Centre Cívic Pati Llimona se han dejado al descubierto lienzos de la muralla primitiva. Posteriormente, entre los siglos III y IV, y debido a los cada vez más habituales ataques de los pueblos extranjeros, la muralla se fortaleció por su cara externa con un nuevo recinto construido a base de grandes sillares y reforzada con 76 torres.  Con esta reforma el grosor de la muralla pasó a ser de unos 8 m. Barcino era entonces inexpugnable.

 

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UN PASEO POR LAS MURALLAS

Este recinto amurallado romano ha quedado fosilizado en la planta de la parte vieja de la ciudad y hoy es posible recorrerlo en su totalidad. Empezamos por la plaça Nova, donde encontramos la única puerta conservada de las cuatro que tuvo la colonia romana, se encuentra enmarcada por dos potentes torres semicirculares. Continuamos por la avinguda de la Catedral donde el recinto sólo es interrumpido por la escalinata de acceso a la catedral. Al otro lado de la escalinata aparece una torre poligonal que nos conduce al carrer Tapineria y a la plaça de Ramon Berenguer III el gran, donde los restos de la muralla se unen a los medievales, sobre la muralla romana se construyó la impresionante capilla real. Siguiendo el paseo llegamos a la plaça de l’Àngel, donde en su día estuvo el  portal al que llegaba y partían las dos vías más importantes: la Via Augusta, que venía del norte procedente de Roma, y la via marítima que llevaba a la playa y que sería el principal centro comercial de la Barcelona durante toda la Edad Media. Continuando por el carrer del Sots-Tinent Navarro recorremos un buen trazado de las murallas incrementadas hace pocos años con un nuevo tramo inmediato a la Baixada del Caçador en la bautizada como plaça Carme Simó. El resto de la calle esconde aún más muralles y posiblemente más pronto que tarde vean la luz. Reencontramos la muralla en la plaça dels Traginers, donde  destaca una potente torre circular y continúa en el carrer del Correu Vell, donde, en un patio, ha quedado al descubierto un amplio fragmento de lienzo y sendas torres cuadradas. En este punto, recientemente se ha ganado muralla con el espacio museístico denominado MUHBA Porta de Mar en el carrer Regomir. Aquí nos hemos de detener en el Pati Llimona, donde se conservan, además de los restos de la muralla original ya citada, fragmentos de la puerta. A partir de este punto la muralla se conserva sólo fragmentariamente ya que en su mayor parte desapareció a finales del siglo XIX al derribarse dos el Palau Reial Menor y el Convent de l’Ensenyança. No obstante los restos de la muralla romana en este tramo son especialmente interesantes. El primero está en el nº 19 del carrer Avinyó, en los bajos se encuentra el bar La Muralla, con restos de la muralla visibles desde la calle y en el piso principal está la joya escondida de la muralla, en la Associació Excursionista d’Etnografia i Folklore (AEEF) con una habitación cerrada por la muralla y detrás de ella un túnel abierto en época medieval y que la une con la muralla interior. Su vista, por las tardes, es todo un descubrimiento.  Otro fragmento destacado lo encontramos en la tienda situada en los bajos del  nº 1 del carrer del Call. A escasa distancia de estos restos se situaba la cuarta puerta, la menos conocida de todas. También es accesible la muralla en la Granja, un encantador  local situado en el nº 4 del carrer dels Banys Nous donde es posible tomar un capuccino apoyados en una de las torres de la muralla. Muy cerca, en el nº 16 de la misma calle, un nuevo fragmento aparece en el lugar donde estuvo la residencia del conceller en cap de Barcelona durante la Guerra de Sucesión, Rafael Canavonas, y donde actualmente se sitúa el Centre Ocupacional Grans Disminuïts. Continuando, la calle cambia de nombre para llamarse carrer de la la Palla y en su tramo final presenta un patio con un amplio fragmento tras una reja que sirve de homenaje al gran escultor Frederic Marès.

 

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UN TRAZADO  REGULAR CON UNA GRAN PLAZA CENTRAl

Toda ciudad fundada por los romanos los romanos tenía una forma regular. La ciudad, de forma rectangular y con las esquinas recortadas, contaba con una gran plaza central, el forum (hoy se corresponde aproximadamente con la plaça de Sant Jaume), del  que partían las dos calles principales que conducían a las cuatro puertas. De norte a sur se extendía el decumanus (hoy carrers del Bisbe y Ciutat) y de este a oeste el cardo (hoy Baixada de la Llibreteria y carrers Llibreteria y Call). El resto del recinto estaba dividido en ínsulas por una serie de calles paralelas a este eje principal y que su trazado rectilíneo daba la forma de damero al conjunto. Circunvalando la muralla por su cara interior había una calle, el intervalllum, que facilitaba el movimiento.

 

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LAS COLUMNAS DEL TEMPLO

Perteneciente a la plaza central, el fórum, se conserva una parte del templo dedicado a Augusto, el fundador de la ciudad. Hemos de acercarnos de nuevo al carrer del Paradís y entrar en el interior de la sede del Centre Excursionista de Catalunya. En el patio nos sorprende encontrar cuatro columnas y un fragmento del  entablamento. El templo técnicamente era hexástilo períptero, es decir, estaba rodeado de columnas, 6 su lado corto y 11 en el largo. Los restos conservados corresponden a uno de sus ángulos posteriores. Una pequeña exposición acompaña los restos y nos permite saber cómo era el fórum, el templo y como, en su día, estuvo escondido entre las dependencias del edificio hasta que, a principios del siglo XX, fue sacado a la vista de todos.

 

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BARCINO MUSEOGRÁFIADA

Los que quieren más Barcelona a la romana tienen la oportunidad de visitar un muesu imprscindible (gratuito  los domingos por la tarde) como es el Museu d’Història de la Ciutat (MUHBA) en la plaça del Rei. Con acceso desde el Palau Clariana Padellàs accedemos al subsuelo arqueológico mediante un ascensor, el único que nos ha transportar al pasado. Una pasarela recorre los restos de la Barcino romana, nos encontramos con fragmentos de la muralla, diversas calles con su avanzado sistema de cloacas,  restos de unas termas, restos de una lavandería y tintorería, talleres de salazón y elaboración del garum, la gran salsa romana, y talleres de elaboración de vino. Un paseo por esta arte de la ciudad nos permite comprobar que Barcelona siempre ha sido una localidad laboriosa. Por encima de los niveles romanos nos vamos a encontrar con restos de la primitiva Barcelona cristiana, entre ellos el más destacado es el primitivo baptisterio, una piscina acondicionada para bautizar a los que se convertían al cristianismo.

 

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Otros espacios museográficos que nos permiten acercarnos a la Barcelona romana son la Domus Sant Honorat, en el carrer de la fruita, 2, y la Domus Avinyó, en el nº 15 de la calle que inmortalizó Picasso. Sorprende en estas visiats descubrir como debajo de las calles y los edificios actuales reviven los vestigios romanos.

 

UNA VIA SEPULCRAL EXTRAMUROS

Especialmente interesantes son los vestigios que, tras la guerra civil, aparecieron en la plaça de la Vila de Madrid. Tras los bombardeos sufridos por la ciudad se procedió al derribo de un convento carmelita en la zona y apareció una via sepulcral. Como era costumbre entre los romanos, los restos de los difuntos se situaban a ambos lados de las vías de acceso a la ciudad. Grandes sepulcros en forma de cupa, altarcillos y lápidas convierten esta parte de la ciudad en un interesante jardín arqueológico.

 

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RESTOS DE ACUEDUCTOS

Uno de los elementos sorprendentes del mundo romano es su dominio del agua. Este elemento básico para el desarrollo de la vida humana se hacía llegar desde cualquier lugar por muy alejado que estuviera para su uso gracias al dominio que en el campo de la ingeniería tuvieron los romanos. Son conocidos y admirados los acueductos conservados en diversas partes. En Barcelona los acueductos fueron dos y de ellos se conservan varios testimonios. Una de las calles desembocan en la plaça Nova es el llamado carrers dels Arcs en recuerdo del viejo acueducto romano que por allí circuló. Este no es el único recuerdo del  ya que poco después de las olimpiadas al derribarse un viejo edificio del carrer Duran i Bas, apareció, encastado en la pared medianera, fragmentos del acueducto, su conservación y el acondicionamiento de la zona ha dadolugar a la plaça del 8 de març. Este vestigio es menos conocido que la reconstrucción del último de los arcos que en 1958 que se hizo en la plaça Nova. Si queremos ir más allá de este falso acueducto y ebcontrarnos con los vestiguios de los viejos hemos de  mirar dentro de la torre para descubrirlos. Por el carrer de Santa Llúcia, podemos acceder al interior de la casa del Ardiaca donde nos encontraremos la entrada de los dos acueductos.

 

 

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Escondida en estos lugares de la ciudad encontramos  los restos  materiales de muros, calles, tumbas y acueductos y si ahondamos un poco más en nuestra cultura apreciaremos que tenemos muchos elementos romanos. Como escribió el sabio Josep Pla: “El meu cognom, aquesta terra, el meu mas, l’escriptura ordenada que vull fer, creieu-me, són vulgarment romans”.

Categoría: Historia | 29 noviembre, 2019
Redacción: Edu García
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