“En Vilanova y en Barcelona, en Blanc hay sitio para el show pero no para rock stars”

La ocasión merece hacer un repaso de lo que significa el festival y nadie mejor que David d’Eboli y Raúl Ramos, organizadores y animadores incansables dentro y fuera del escenario, para darnos sus claves y alguna que otra confidencia de lo que podemos esperar de la edición que mañana comienza en el Casino l’Aliança de Poble Nou.

¿Qué diferencia esta primera edición en Barcelona de la primera de Vilanova?

No existen diferencias en relación al perfil del evento. Queremos seguir manteniendo la esencia del Blanc de Vilanova: la cercanía entre la dirección, el público y los ponentes. En este festival los ponentes no se marchan rápidamente al camerino tras acabar la conferencia. Esto en el Blanc no ocurre. Aquí no tenemos rock stars. No se trata de un congreso al uso, son dos días de congreso con mucho show. Hay mucha interacción, música en vivo e, incluso, sorteos. El único cambio que ha habido es que en vez de un auditorio estaremos en un teatro pero la esencia es la misma.

¿Cuál os ha costado más?

Las primeras ediciones son siempre muy difíciles. Pero es a base de golpes como aprendes a organizar un evento como Blanc. La carga de trabajo de este año ha sido veinte veces mayor los años anteriores. Sin embargo, no es cuestión de dificultad, sino de volumen de trabajo. Cada edición es un nuevo reto y es esto lo que hace que cada una sea más complicada que la otra.

Teniendo en cuenta que aquel entonces ya existían festivales semiconsagrados como el OFFF, el Desgin Week o los LAUS en Barcelona, entre otros… ¿Qué os llevó a organizar un evento como Blanc?

Nosotros empezamos en 2003, que coincidió con el año del diseño en Barcelona. Por aquel entonces éramos estudiantes y decidimos montar en Vilanova un ciclo de un mes con conferencias y eventos que pivotaran alrededor del diseño. Se hacía en  la biblioteca, era totalmente gratuito. Éramos un grupo grande y como suele pasar, solo trabajábamos unos pocos. Decidimos aprovechar el background adquirido durante la etapa universitaria para montar Blanc. El festival nació con la intención de descentralizar, de crear algo de calidad y de nivel en la periferia.

¿Por qué habéis decido trasladarlo a Barcelona en su octava edición?

Es el crecimiento natural lo que nos ha llevado de Vilanova a Barcelona. Del mismo modo que nos mudamos de un auditorio pequeño a uno grande en ediciones anteriores, ahora toca llevárnoslo a Barcelona. En Vilanova tocamos techo a nivel de asistentes y a nivel de motivación. Ahora nos toca empezar otra vez en esta ciudad, instalarnos en un barrio distinto y trabajar con gente nueva.

¿Esperáis un aumento importante de público?

Hemos superado nuestro récords de venta de entradas este año. Esta era la previsión que teníamos. Hemos pasado de 400 a 600 asistentes. Hemos aumentado la asistencia del año pasado en un 50%.

¿Cómo fue vuestra primera edición en Valencia?

Lo de Valencia fue algo curioso. Surgió de un mensaje cruzado de Facebook en julio. Contactamos con la Asociación de Diseñadores de la Comunitat Valenciana (ADCV) y lo organizamos. Pensamos en una edición anual de, como mucho, un día.

¿Esperamos un Blanc itinerante?

No. Cada año se celebrará en Barcelona sin falta y será el evento central.

¿Cómo escogéis al estudio que realiza el diseño para la campaña de Blanc?

Escogemos a estudios que encajen con ideas que tenemos. No lo lanzamos a concurso. Lo que nos gusta es que cada año sea muy diferente respecto al año anterior en cuanto a gráfica. Ëste año se la hemos encargado a Requena, que es un asiduo del Blanc. Su filosofía casa a la perfección bien con la de Blanc, solo hace falta ver los títulos de crédito que ha hecho para el festival.

¿Alguna conferencia o workshop que os haya marcado hasta la fecha?

Muchos, no tenemos un favorito. Pero el primer año los de Multitouch Barcelona nos enseñaron a interactuar con la gente. En la conferencia proyectaron en la pared un videojuego. El público tenía que intentar dar con una pelota a una persona del escenario y ésta devolverse, por supuesto. El asistente también es protagonista del festival.

¿Nos recomendáis un evento especial de esta edición?

Cada año el festival tienen un país invitado. La pasada edición fue Finlandia. Esta vez es el turno de Cuba. Todo el cartel de Blanc no tiene desperdicio, con muchas varietés y una mezcla de distintas disciplinas, algo muy enriquecedor tanto para los ponientes como para los asistentes. Este año vienen dos jóvenes diseñadores, Monzón y Nelson Ponce, que mantienen vivo el espíritu del diseño gráfico en Cuba. Ahí trabajan con muchos menos recursos y la profesión gira más en torno a la cultura que alrededor del capital y el negocio. También contaremos con la ponencia de Félix Beltrán, cartelista durante la revolución. Historia viva del diseño gráfico en Cuba.

¿Para cuando unos Premios Blanc?

Es algo que todavía no nos hemos planteado pero estamos abiertos a que pase, nunca se sabe. De momento, centramos nuestros esfuerzos en abrir al exterior este festival que hoy ya es una referencia a nivel nacional. Manteniendo la esencia. Siempre.

La cita es este fin de semana, viernes 11 y sábado 12 de noviembre , aquí el programa completo.

Fotografía: Marc Bordons