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Hoy triunfa más la idea de transformación, donde nada es nuevo verdaderamente aunque pueda llegar a parecerlo.
Hace unos años, como parte del zeitgeist o espíritu de nuestros tiempos, oímos hablar de actitud. Frecuentemente acompañada del adjetivo positivo. Viene del latín agere: hacer, actuar, mover. Dejando a un lado cualquier adjetivo, para mi tomar actitud es posicionarme delante de las cosas del directo, dejando a un lado mis expectativas, mis anhelos, mis juicios, etc.
Cuando digo posicionarse me refiero a enfrentar los hechos tal como vienen. Tiene que ver con aceptar. Siempre digo que aceptar es lo más difícil de todo.
¿Quién de nosotros no se ha peleado con lo real, debatiéndonos con lo que debería ser justo, el “cómo deberían ser las cosas” o sintiendo que estamos en “el mundo al revés”? Algunos nos enfadamos con lo real; otros lo lloramos; los hay que nos sentimos víctimas de las circunstancias y así nos colocamos en un lugar de impotencia, como si no pudiéramos hacer nada; otros nos especializamos en escondernos como si así no nos fueran a alcanzar las situaciones; e incluso los hay que evitamos ver lo que se planta ante nuestros ojos, sea por negación, sea restándole importancia. Incluso pasamos por varias de estas fases.
Quejarse o desesperarse es inevitable. Realmente, a veces se nos coloca ante auténticas encrucijadas, y el asunto va de saber cuál va a ser el camino menos “malo”. A veces, incluso, no hay nada que podamos hacer y la cosa va de sostener, lo mejor que podamos, el vendaval.
La cuestión es que después del enfado, la tristeza, la queja, lo que sea, no nos queda otra que dejar de pelearnos con los hechos tal como vienen y ver cómo afrontarlos, qué podemos hacer y qué no. Aquí entra el famoso palabro: actitud.
Muchas veces explico que realizar un proceso terapéutico no te resuelve la vida: situaciones y dificultades a resolver las vas a continuar teniendo siempre. No hay varitas mágicas que te salven de vivir. No vas a llegar a la iluminación o a una cima y a partir de ahí vas a flotar. La cuestión es: ¿cómo vamos a encarar esas encrucijadas (algunas de ellas nada bienvenidas)?
Un proceso terapéutico te ayuda a entender(te), a comprender tus puntos fuertes y tus limitaciones. Es muy bueno conocerse a uno mismo y saber con qué habilidades cuentas, cuáles puedes desarrollar y qué limitaciones tienes. Te ayuda a contactar y clarificar tus necesidades y deseos. Todo junto te permite resituarte. A partir de aquí, podemos pasar a la acción. Con la conciencia que quizás no consigamos aquello que nos hemos propuesto o deseamos. O, de nuevo, porque suceden hechos que no teníamos previstos y debemos realizar reajustes.
No hay bolas de cristal. Vivir es complejo. Lo que es seguro es que, si no lo intentamos, si no nos esforzamos, si no ponemos de nuestra parte, no conseguiremos lo que sea que nos propongamos. Lo de que el universo conspira a tu favor si lo deseas mucho ha hecho mucho daño. Parece una invitación a sentarse a la bartola deseando con todas tus fuerzas y a esperar que ocurran las cosas.
A menudo he oído contar a Andrés Pérez Ortega acerca de las excusas que nos decimos para no empezar, por ejemplo, un proyecto propio: “es que no tengo tiempo”. Pero “te dejo que voy a verme 3 capítulos de (y poner aquí una serie cualquiera)”.
Hace poco le comentaba a una amistad que se podía ir a la otra punta del mundo, pero que la cuestión era que, si no cambiaba de actitud, por muy lejos que se fuera, repetiría desde la inercia y se le plantearían dificultades similares.
Al final no se trata tanto de los otros o las circunstancias, lo que hacen o dejan de hacer o lo que nos ocurre, sino de cómo nos posicionamos ante ello. ¿Le digo al otro lo que necesitaría de él? ¿O espero que lo adivine? ¿Tomo la iniciativa en actividades que quiero realizar?
La pelota está en nuestro terreno, ¿qué vamos a hacer con ella?
Agradecimientos: A NomNam por el naming de la sección
Imagen de Pixabay.
Hoy triunfa más la idea de transformación, donde nada es nuevo verdaderamente aunque pueda llegar a parecerlo.
No existe un mundo perfecto único, varios modelos conviven y se yuxtaponen. En la mezcla de ideas está el valor.
Esta colección se dedica a esas ansias de vivir la vida al máximo para acabar en el hoyo. Una galería fotográfica de Bernat Rueda.