Decía Alvar Aalto, que no se puede crear algo sin haberlo destruido primero. Probablemente
sea cierto, pese a que hoy triunfa más la idea de transformación, donde nada es nuevo
verdaderamente aunque pueda llegar a parecerlo. Los espacios urbanos por ejemplo,
siguen siendo los mismos, pero transitan hacia lugares más sostenibles. Nuestras calles
se preparan, y no gusto de todos, para una movilidad donde los peatones ganen espacio a
los turismos por ejemplo. Al menos en un punto, el nuevo escenario está estudiado,
planificado, pase lo que pase con la pandemia. Sin embargo, nos encontramos
también con la posibilidad de repensar los usos para la inmensidad de locales que ya sea
por el virus o por los cambios en los hábitos de consumo han bajado sus persianas.
Quizás ahora que las multinacionales encuentran su política de franquicias un fiasco y
que reducen su presencia repetitiva y anodina sea el momento de ser realmente
creativos y soñar con otra realidad para las calles de nuestra ciudad y los locales que las
hacen diferentes.