Con Konema se va otra pieza de la Barcelona que amábamos

La noticia llega en un momento tan significativo para la tienda, la inminente vuelta al cole, que de tan poco oportuna parece hecha con malicia. Ya lo habrás leído, cierra la emblemática papelería Konema, que hace esquina en Rambla de Catalunya con Consell de Cent. Y lo peor de todo es que a estas alturas de la película, con los precios del alquiler disparados, la especulación campando por doquier, la falta de acción por parte de las instituciones públicas y también, claro, a modelos de negocio de difícil adaptación al nuevo contexto digital, ya casi ni sorprende. Sin Konema, Barcelona deja de ser la Barcelona que amábamos.

En un comunicado, el propietario Toni Esplugues apuntaba a los efectos de los efectos de la LAU (Ley de Arrendamientos Urbanos) para acabar con meses de angustia e incertidumbre. Desde este septiembre, la papelería cierra sus puertas, y su decisión ni siquiera implica trasladar el negocio a otro local. ”La afectación por la actual coyuntura legal supondría asumir gastos que pondrían en riesgo la continuidad y el prestigio de nuestra tienda”, dicen.

Konema abrió sus puertas en 1972 para convertirse rápidamente en la referencia para distintas generaciones en materia de diseño y calidad. Algunos la recordarán por sus amplios escaparates, su oferta inabarcable, o el emblemático botones que te recibía con unas cartulinas, pero sobre todo por recordar unos tiempos, mejores o peores, que ya no volverán. La papelería supo adaptarse al panorama eternamente cambiante que supuso la aparición de internet y sucesivos avances tecnológicos encontrando su nicho especializado en los profesionales del diseño, toda vez que mantenía su esencia de papelería tradicional. En 2000, entraría a formar parte del grupo Raima, aún presente, esperemos que por muchos años, en Barcelona.

Con esta noticia, Barcelona está perdiendo poco a poco su esencia. En los últimos años, la sucesión de noticias de este tipo ha sido demoledora. Y ha afectado a distintos ámbitos -de la música a la alimentación, del diseño a la moda- como para no pensar que los de arriba hay algo que no están (queriendo) hacer bien. Tallers y sus calles colindantes, hasta hace no mucho, era un hervidero para los más melómanos. ¿Os acordáis de CD Drome, de Discos Castelló, de la Ruta Natural, de Sci-Fi? Ahora, prácticamente solo sobrevive Discos Revólver. La piratería y las plataformas de streaming les pusieron la puntilla y no siempre se les ha encontrado sustitutos (un saludo, eso sí, a la enorme labor de Lost Tracks o Discos Paradiso).

Este año está siendo especialmente doloroso. Lo arrancamos con el anuncio de la desaparición de un bar de leyenda como es el Cosmos, de las Ramblas, donde muchos hemos repuesto fuerzas antes, durante o después de salir de fiesta. Inconfundible por sus rótulos de neón y sus butacas pegadas al suelo, fue el punto de encuentro para barceloneses de toda índole, que acudían al local desde un lejano 1927 y que ya no volverán a hacerlo después de que se anunciase la remodelación del edificio que lo acogía (y que en sus plantas superiores albergaban, oh, sorpresa, pisos turísticos).

Solo unos meses atrás, en verano de 2018, perdíamos dos centros comerciales tan singulares, históricos y queridos como Bulevard Rosa y Pedralbes Centre. Lo hacían en frío y casi por la puerta de atrás, sin la pompa y el tributo que merecían. Quizá su gran baza en contra fue vivir casi exclusivamente del público local, aunque en los últimos años hiciesen esfuerzos significativos para revitalizar y dar nuevos aires a los espacios. La familia Vives, que gestionaba el primero desde 1978, decidió ceder la gestión del recinto a otros operadores más grandes. Se viene hablando de Primark o Decathlon como principales pretendientes del primero, mientras Uniqlo se prepara para abrir sus puertas en la zona alta de la ciudad, tras hacerse con un hueco en el centro comercial les Glòries y ocupar el espacio que dejó libre después de años Levi’s.

Esto es un brindis por el Colmado Quílez. Por Pricoinsa. Por La Lionesa. Por la Librería Catalonia. Por Vinçon. Por el Bracafé de Caspe. Por el cine Aribau Club. Por el Furest de Paseo de Gracia.

Y por Barcelona.