Visión anarquista de la Guerra Civil
El Arxiu Fotogràfic de Barcelona presenta una exposición centrada en la gráfica anarquista del conflicto bélico.
Durante 44 días, entre febrero y marzo de 1919, la ciudad de Barcelona estuvo totalmente paralizada como consecuencia de una huelga. No fue ni la primera ni sería la última pero si fue la huelga más importante tanto por su duración como por representar una gran victoria de la clase obrera. Ha pasado a la historia con un nombre propio la Vaga de la Canadenca.
Eran los tiempos de la Revolución Rusa, que en octubre de 1917 había llevado al poder a los bolcheviques y representaba la esperanza en un nuevo orden social más justo que parecía que iba a extenderse por otros puntos de Europa, y también era el momento del fin de la Primera Guerra Mundial, en noviembre de 1918, que supuso el fin de los viejos imperios y el nacimiento de nuevos países. Los cuatro años que duró el conflicto habían supuesto un buen negocio para el empresariado hispano que, debido a la neutralidad de España en la contienda, comerciaba con ambos bandos. En ese contexto de cambios políticos y sociales se produce un choque con dos protagonistas: la principal empresa eléctrica del país y la clase obrera organizada bajo el paraguas del sindicato anarquista de la CNT.
LOS ACTORES
La empresa era la Barcelona Traction, Light and Power Company Limited, que había sido fundada en 1911 por el ingeniero norteamericano F. S. Pearson, con capital del Canadian Bank of Commerce de Toronto, de ahí su sobrenombre.
Su objetivo era producir y distribuir electricidad en la zona de Barcelona. Siguiendo su política empresarial, por un lado, fue adquiriendo una serie de sociedades (eléctricas, tranvías, ferrocarriles…) y, por otro, llevó a término obras de infraestructura para el aprovechamiento hidroeléctrico en los Pirineos. La empresa, que producía electricidad y controlaba las empresas consumidoras, tenía una de sus principales instalaciones en el Paral·lel, adquirida por Pearson al absorber la Compañía Barcelonesa de Electricidad del ingeniero Narcís Xifra. El perfil de sus tres chimeneas (la primera levantada en 1896 y las otras dos en 1912) aún domina el perfil de la ciudad. Allí fue donde se inició la histórica huelga.
Los obreros estaban organizados en el sindicato anarquista, la CNT (Confederación Nacional del Trabajo), que había sido fundado en Barcelona en 1910 y que pronto se convertiría en el sindicato mayoritario. Su número de afiliados crecía continuamente a los pocos años, en el momento de la huelga contaba con 700.000 afiliados, la mitad de ellos en Cataluña. Un punto culmínate en la evolución del sindicato se produce entre poco antes, en junio y julio de 1918, cuando tiene lugar el Congreso de Sants, en el carrer Vallespir, en el que se decidía un cambio importante en la organización, apostando por la acción directa, resolver los conflictos sin la intervención de intermediarios, y la constitución de los llamados sindicatos únicos de la industria que sustituían a los sindicatos de oficios tradicionales como el arma más eficaz para hacer frente al sistema de producción capitalista. La unidad sindical, una de las principales ideas del pensamiento anarcosindicalista, será esencial para entender el triunfo en la huelga.
COMIENZA EL CONFLICTO
La huelga empezó al producirse el despido por parte de la empresa Riegos y Fuerzas del Ebro (filial de la Canadiense) de ocho trabajadores de las oficinas. Unos días antes, habían pasado de ser trabajadores temporales a trabajadores fijos a la vez que la empresa decidía bajarles el salario. Éstos, con su evidente descontento, recurrieron a su sindicato, la CNT, para que gestionara el conflicto y se produjo su despido inmediato. El 5 de febrero, los trabajadores de la sección de facturación se declaran en huelga y exigen la readmisión de sus compañeros para volver al trabajo y buscan la mediación del gobernador civil, del presidente de la Mancomunitat y del alcalde. La empresa no cede y decide echar a los huelguistas. La huelga, lejos de solucionarse, se generaliza. El 8 de febrero la totalidad de la empresa se declara en huelga. La empresa despedía a 140 trabajadores más.
INTENSIFICACIÓN DE LA HUELGA
La radicalización de las posturas hace que la situación no presente mejoría. La huelga afecta un servicio básico, la ciudad queda sin electricidad, y no circulan ni tranvías ni ferrocarriles. Numerosas industrias quedan sin fuerza eléctrica. La solidaridad obrera hace que más trabajadores se adhieren a la huelga, a los trabajadores de la Canadiense se unen los de la compañía de aguas y la del gas. Se pone en marcha una caja de solidaridad para permitir resistir a los obreros. La patronal, con el apoyo de la clase política, amenaza con despidos. Se ordena la movilización de los trabajadores y ante la negativa se producen detenciones. El castillo de Montjuíc, se llena de presos, de ha dicho que hasta 3.000 personas fueron encarceladas tras la declaración del estado de guerra. Los obreros responden con la censura roja, puesta en marcha por el sindicato de la industria de las Artes Gráficas según la cual se dejan de publicar informaciones que perjudiquen la causa de la huelga. Se toma la decisión de militarizar la empresa de electricidad. Se pone al cargo de la misma a ingenieros y miembros del ejército para que todo funcione con normalidad.
LA SOLUCIÓN NEGOCIADA
Ante la incapacidad de solucionar el conflicto por la vía represiva se hará una apuesta clara por la negociación que se produce tras un relevo en las autoridades. Reunidos durante los días 1¡5 y 16 de marzo el Comité de huelga, las autoridades y la empresa se acuerda poner fin a la huelga a cambio de liberar todos los presos aún sin procesar, readmitir a los despedidos, el pago de media mensualidad del mes de la huelga, el incremento del salario y la aprobación de la jornada laboral de 8 horas diarias o 48 semanales.
El 19 de marzo, los obreros se reunen en un multitudinario mitin en la plaza de toros de las Arenas, en el que el secretario general de la CNT, Salvador Seguí, el noi del Sucre, ante la oposición de la mayoría reunida, convence de los éxitos conseguidos y propone la vuelta al trabajo. La huelga llegaba a su fin pero no las reivindicaciones obreras.
LA JORNADA DE OCHO HORAS
El real decreto del 3 de abril de 1919 suponía el establecimiento de la jornada laboral de ocho horas. Después de los Estados Unidos (en 1886), Uruguay (en 1915) y México (en 1917) España era el primer país europeo en conseguirlo. Se llevaba a cabo así una de las reivindicaciones obreras que establecía la división del día en tres momentos equitativamente distribuidos: 8 horas de trabajo, 8 horas de descanso y 8 horas de instrucción y esparcimiento.
La Campana de Gràcia 3 mayo 1890.
Fue una victoria difícil. Ante el incumplimiento de los acuerdos al no producirse la liberación de todos los presos detenidos, cinco días después del acuerdo se vuelve a declarar una huelga y meses después la patronal, insatisfecha con los avances conseguidos por el proletariado lleva a cabo el locaut, el cierre de las fábricas. Tendrá lugar entonces un periodo de violencia en las calles como forma de resolver el conflicto entre la clase trabajadora y la patronal, ante la imposibilidad de acuerdos empieza la época del pistolerismo.
Un siglo después la ciudad de Barcelona recuerda la célebre huelga en un pequeño pasaje que atraviesa el parque de las tres xemeneies.
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