Los mejores restaurantes exóticos de Barcelona
Un viaje con paradas en Etiopía, Corea, Bolivia, Hungría y Malasia.
Neo Tokio-Barcelona: restaurantes japoneses a descubrir
No son los típicos japoneses. Exploran la gastronomía nipona más allá de los tópicos y, pese a haber llegado hace poco a Barcelona, ya son de culto.
Solo un negacionista del cambio climático se atrevería a decir que no hay una burbuja de restaurantes en Barcelona. Cada vez se abren más espacios de calidad, quién sabe si impulsados por la creciente masa turista, y cada vez resulta más complicado elegir. En algún momento, el globo perderá aire. Y cuando nos ensordezca la pedorreta, comprobaremos que en esta urbe no hay tantos comensales para tantos restaurantes.
Eso sí, mientras no se produzca el lunes negro gastronómico, tocará disfrutar de la bonanza y asistir al júbilo de los amantes de la comida japonesa, que han visto cómo de un tiempo a esta parte han aparecido en Barcelona restaurantes nipones a prueba de burbujas y bluffs. Son distintos, tiene calidad en los fogones y exudan personalidad para triunfar en un parrilla superpoblada.
Gyoza con tu moza
El chef japonés de este delicioso tugurio va vestido con un gorro de cowboy y camisa tejana. Ama las pelis de vaqueros y ha dejado constancia de ello en las paredes del local, salpicadas de fotos y posters de westerns. Melrose es un local que no tiene nada de japonés, de hecho parece un bar de platos combinados murciano: aviejado, con barra de acero, arrabalero, casi de carajillo…
Ahhh, pero en este lugar no hay ni tortillas ni callos, solo recetas japonesas caseras. El cowboy nipón se encarga de preparar la escueta carta sin ayuda de nadie: un tonkatsu imperial, una anguila que asusta, un ramen de la yaya colosal… Todo rico y sabroso, de acuerdo, pero en el primer cajón del podio brillan las mejores gyozas de Barcelona con diferencia; la especialidad de la casa. Las de cerdo y langostino son obligatorias, pero si no pides las de cordero te caerá un piano encima cuando salgas. Y será merecido.
Los hombres de Mako
No lo confundáis con Mako Iwamatsu, el actor originario de Kobe que le salva la vida a Arnie en “Conan el bárbaro” con un extraño ritual de invocación. Pero dejémonos de monsergas. En esta entrañable taberna nipona del Born se imponen tres sílabas. Ni-gi-ris. Qué nigiris, por las barbas de Barry White: apoteósicos, enormes y con una materia prima colosal. El de anguila es estelar. ¿Y el de gamba roja con su cabecita? Un sueño. Mako es una trinchera japonesa para golosos del asunto. La anguila con arroz; las gyozas con papada; el sashimi de toro soasado… Mmm, ¿alguien tiene un rollo de papel de cocina superabsorbente para mi barbilla?
PD: Tienen otro restaurante en el Eixample: igual de bueno, aunque tiene más encanto la taberna del Born.
Lluís, el Piadós, 5 / Consel de Cent, 255. 30 € aprox.
Kushi-yaki Kennedy
Escondido en Sant Gervasi, este japonés se ha especializado en comida kushi-yaki, que en esencia consiste en cocinar una brocheta a la brasa de carbón con tiento y sabiduría. Todas las brochetas son excepcionales, desde las más simples de pollo con mayonesa de wasabi o ternera a las más señoriales, como la de carne envuelta de pimiento verde o la de presa ibérica y foie. Pero en la carta de Can Nick también hay comida exenta de brocheta. El sándwich de tonkatsu es tan sencillo como colosal. El tataki de pato, un bocado fuerte y sublime. Y los encurtidos se revelan como un capricho refrescante. En la mesa de al lado, varios oficinistas nipones –todo muy “Lost in translation”- aportan el sello de garantía: si a este japonés van a cenar japoneses, es que algo tiene. Mi brasa es tu brasa.
Anís del Nomo
Nomo es una de las sagas de japoneses más fiables de Barcelona. La nueva adición a la familia es el majestuoso restaurante de Sarrià, en las alturas de la urbe. Su carta es una excusa inmejorable para explorar territorio burgués y sacar a pasear la americana de tweed y el bisoñé pelirrojo.
En Nomo se impone la cocina japonesa con influencias mediterráneas. Producto autóctono de primera y alguna pincelada discreta de autor. El sushi es de gran calidad; el sashimi lo supera; la brasa se sale; el pulpo braseado con mayonesa picante debe ser escuchado; el canelón de toro y aguacate triunfa… pero hay un elemento que resulta obligatorio en su extensa carta y que en mundo ideal estaría prohibido: los makis de carabinero. Unos makis generosos, rellenos del maná del crustáceo y coronados por la cabeza del carabinero, que el camarero exprime sobre las piezas, para bañarlas en el jugo cerebral del bicho. Se comenta que se producen desmayos en platea.
Major de Sarrià, 105. 30-35 € aprox.
Es más triste de pedir que de Robata
La protagonista absoluta de esta peli es la brasa japonesa y todo lo que se cocina en ella. Triunfan las brochetas, por supuesto: de buey, cerdo, pollo, verduras, pescado… todo pa’ dentro. Porque en este restaurante del Eixample, la cocina japonesa se nutre de productos mediterráneos y materia prima de altos vuelos y salen virguerías destacables. Toro soasado finísimo y preciosista. Grandioso pulpo con salsa de aceitunas. Un okonomiyaki golosísimo. Sorprendentes los pimientos del padrón con katsuobushi (copos de bonito). Y en posición de fuera de fuego, sería una impertinencia olvidarse del sushi: makis nigiris i sashimi en abundancia y altamente satisfactorios; el contrapunto perfecto a la marca del grill.
Enric Granados, 55. 40 € aprox
Nikkei lo digas
Es el hermano del Kokka del Barri Gòtic, uno de los mayores éxitos del grupo San Telmo. Del gérmen de un pequeño restaurante de fusión japonesa-peruana ubicado en un sótano de la calle Avinyó, ha florecido un espacio amplísimo y cálido en el mismo corazón del Born. La saga Kokka se expande con un nuevo espacio con recetario más amplio y elaborado; un punto de encuentro entre la cocina japonesa y peruana de lo más divertido y audaz.
Sushi escandaloso, por supuesto, especialmente las combinaciones más mestizas y la tabla de nigiris. Pero cuidado con el arroz verde con cangrejo blando, el ceviche de corvina, el pez mantequilla, las brochetas de vieiras o las ostras. Por cierto, Kokka se ha convertido en sinónimo de pisco sours loquísimos, los adictos a esta mierda lo saben: preparan los mejores de Barcelona. Tiento y cabeza, no obstante; un exceso de piscos puede desembocar en unos bailoteos sobre la mesa, con la camisa abierta, que no te gustará nada recordar al día siguiente.
Passatge Mercantil, 1. 30 € aprox.
Nuestro pequeño secreto
Sssh… no grites. Habla en voz baja, que nos oirán. La cervería artesana Homosibaris tiene una izakaya en modo low profile que en cuestiones de manduca lleva el sello de garantía de ese pedazo de restaurante japonés que es La Cuina de l’Uribou. Este nuevo espacio se ha especializado en el universo kushiage (brochetas con rebozados, muy típicas de Osaka) y factura unos platos caseros nipones que quitan el hipo. Y hasta aquí puedo leer, que luego se nos llena.
