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Hoy triunfa más la idea de transformación, donde nada es nuevo verdaderamente aunque pueda llegar a parecerlo.
Si este año te has dejado caer por la exposición Cuántica de CCCB, probablemente te hayas hecho más preguntas de la cuenta sobre ese fenómeno cuántico que se da dos veces al año de adelantar o retrasar el reloj para perder o ganar una hora. La semana que viene, ya lo sabrás, porque los días son cada vez más cortos y fríos, tendrás que retrasar una hora el reloj, y a las 3 am de la madrugada del sábado al domingo volverán a ser las 2. Desde el Palau de la Música se han preguntado lo siguiente: ¿Y si durante estos sesenta minutos antes de que vuelvan a ser las 2, se abriera una puerta en el Tiempo en forma de hechizo sonoro y visual que nos permitiera navegar en este limbo temporal… para volver a la hora de partida?
Y no te creas que es una pregunta sin respuesta o una reflexión febril de quien sueña con las estrellas y los viajes en el tiempo, porque el recinto barcelonés ha programado para esa madrugada la actuación de uno de los artistas de la música experimental más de culto de todos los tiempos. Hablamos, claro está, de William Basinski, un hombre al que siempre le ha fascinado la idea del tiempo, y que ha desarrollado su obra, eminentemente en el género ambient y drone, fiel a conceptos metafísicos y espaciales. En el Palau de la Música ofrecerá una actuación única junto con los artistas visuales Evelina Domnitch y Dmitry Gelfand, Elegía para un tiempo renacido, que se describe como “una performance especial que pretende activar el reloj interno pero detener el externo”. Probablemente, la música esté especialmente comisionada para la ocasión, pero ahí van tres obras para rendirse a la magia del texano.
The Disintegration Loops
William Basinski empezó su acción vanguardista a finales de los setenta influenciado por la escuela minimalista neoyorquina liderada por Steve Reich y colaboró con músicos como David Tibet y Carsten Nicolai. Su carrera dio un vuelco el 11 de septiembre de 2001. Mientras veía caer las Torres Gemelas, el artista de Houston manipuló unas cintas en loops infinitos para crear una obra maestra elegíaca que servía de tributo a las víctimas del 11-S. Su influencia ha sido capital en el desarrollo de la música ambient del siglo XXI, ha contado con varias secuelas y recientemente la recuperó en una actuación exclusiva en el festival Midwinter de Chicago junto con la orquesta filarmónica de la ciudad.
A Shadow In Time
Después de entregar el álbum Cascade, Basinski se enteró a través de amigos de la muerte de David Bowie, uno de sus tempraneros héroes musicales con quien compartía una fascinación por las estrellas. Así inició el trabajo de la pieza tributo For David Robert Jones, el nombre real del Starman. La primera parte se basa en el uso del antiguo sintetizador Voyetra 8M, usado por bandas como New Order y Tom Tom Club. La segunda, A Shadow In Time, es una serie de loops creados con cinta con riffs y vientos de saxofón que remiten al universo del genio del pop. Se presentó en prestigiosas galerías de Los Ángeles, en la iglesia londinense Union Chapel y también en el festival barcelonés MIRA.
On And Out Of Time
Rubricando una segunda (o tercera) juventud, a principios de año volvió a la palestra con un álbum cuya premisa es más grande que la vida. Y es que para On And Out Of Time, Basinski creó música a partir de la grabación de la colisión entre dos agujeros negros gigantescos hace 1.300 años. Él lo describió como dos suites que evocan el sonido de “dos agujeros negros follando”, pero nosotros lo vemos como otra demostración que se puede crear belleza a partir de los fenómenos cósmicos más terroríficos y violentos. El proyecto fue originalmente encargado para las instalaciones ER=EPR’ y ‘Orbihedron de los artistas Evelina Domnitch y Dmitry Gelfand para la exposición Limits of Knowing del museo berlinés Martin-Gropius-Bau. Los mismos, precisamente, que colaborarán con él en el Palau.
Hoy triunfa más la idea de transformación, donde nada es nuevo verdaderamente aunque pueda llegar a parecerlo.
No existe un mundo perfecto único, varios modelos conviven y se yuxtaponen. En la mezcla de ideas está el valor.
Esta colección se dedica a esas ansias de vivir la vida al máximo para acabar en el hoyo. Una galería fotográfica de Bernat Rueda.