Contubernios en el Paseo de Gracia (I)

En el Paseo de Gracia vive gente. Puede sonar a leyenda pero yo lo he visto, es real. No me refiero a los cuatro ‘inquilinos suvenir’ de la Pedrera, sino a gente que tiene suficiente pasta como para comprarse un dúplex decorado con grandes obras de arte y con el metro cuadrado más caro de la ciudad. Y no son rusos, ¡son catalanes! En uno de estos ‘pisitos’ se reúne en contubernio uno de los clubes de debate de más postín de Barcelona. El evento se llama Pa i Tomàquet y, como su nombre indica, se trata de una cena a base de pan con tomate y embutidos. Los organizadores son el abogado Sanclimens y el empresario Josep Vilallonga. Cada cena gira alrededor de un invitado de honor y está presidida por los padrinos del club: Oriol Pujol y el consejero de Cultura Ferran Mascarell. Las reuniones empezaron en el año 2000, cuando en Cataluña todavía todo pasaba por CiU y por el PSC. Quizá para demostrar pluralidad, en Pa i Tomàquet eligieron a un padrino de cada partido. Han cambiado tanto las cosas que Oriol Pujol ha dejado la política, en plena vorágine de escándalos corruptiles en su familia, y Ferran Mascarell abandonó el barco socialista años ha y ahora le va la mar de bien con Convergència. El caos, vamos. Aunque en el caos la vida es más divertida.

Tuve el placer de ser invitado a una de estas cenas/debate con el presidente del Espanyol, Joan Collet. Los comensales estaban muy bien elegidos: jóvenes pericos, veteranos, los sospechosos habituales de la política, abogados, periodistas, directivos de banca, gente de izquierdas y de derechas… De todo. El diálogo fue interesante y respetuoso –las normas mínimas de etiqueta impedían, por ejemplo, que atizaras a alguien o que acusaras a tal contertulio de chorizo. No voy  a contar qué se dijo porque ni es tan espectacular ni te lo permiten las normas del club. Todo era ‘off the record’. El ‘off the record’ es un invento del demonio para los periodistas. Siempre intento advertir a mi entrevistado que antes de hablar, que se lo piense bien porque todo lo que me diga es susceptible de ser publicado. En Pa i Tomàquet es otra cosa: es una cena entre ‘amigos’, no es una rueda de prensa. Y antes de ir ya te advierten a qué te has de atener. En 2005 se produjo un lío de tres pares de narices porque alguien se saltó el ‘off the record’. El invitado de honor era el vicepresidente del Barça Sandro Rosell. Fue el año que Rosell y sus secuaces dimitieron de la junta de Laporta. Con Collet no se filtró nada.

A la salida coincidí en el portal con Mascarell, Alberto Fernández-Diaz y el diputado de CiU Fernández Teixidó. Los patricios del país despidiéndose en un Paseo de Gracia vacío, excepto por el camión de la basura, dispuestos a volver a sus hogares –es un suponer; uno en coche oficial, el otro en moto y el tercero, no lo sé. Observé al grupo, me observé a mí en un escaparate y llegué a la conclusión que los humanos hemos tenido que inventarnos cosas muy raras, desde el fútbol a tertulias con pan con tomate, para no matarnos y no soltarnos lo que de verdad pensamos.