La Quinta Avenida y el Paseo de Gracia, desbordante creatividad, torrente de cultura y faros de la modernidad

Pregunta a quien tengas al lado cuál cree que es la capital más icónica y clásica del mundo: la respuesta, en la mayoría de casos, sería Nueva York. Y, en sus casi 80 años de historia, Seagrams’ Gin podría decirse que condensa en un trago todos los atributos que hacen única a la Gran Manzana. Una ginebra de estampa elegante y estilo atemporal que remite en muchos sentidos al ajetreo de Manhattan, a sus rascacielos, sus barras de cócteles y sus geniales clubes de jazz.

Todo ese espíritu salvaje y vanguardista, trendy y contracultural, iconoclasta y eterno de Nueva York se condensará  ahora en la nueva acción de la marca de ginebra en Barcelona, The Seagram’s New York Hotel at The Corner, un emblemático edificio del Eixample barcelonés ubicado en la esquina de Muntaner con Mallorca. El espacio respirará el espíritu de NYC con el prestigioso cocktail bar Dante Caffé, la barber shop NY Shaving Company, gastronomía tradicional neoyorquina de la mano de Sunday in Brooklyn y artistas de jazz venidos del mismísimo Blue Note.

Con The Seagram’s New York Hotel at The Corner de algún modo es que como viajar hasta el infinito encanto de Nueva York sin moverse de Barcelona. Dos ciudades, sin embargo, con más  similitudes de las que aparenta, focalizadas estas en una de sus grandes arterias, el Paseo de Gracia, algo así como la Quinta Avenida barcelonesa. Dos calles situadas en el centro de la ciudad, por donde circula la vida de las respectivas urbes, repletas de edificios emblemáticos, espacios de desbordante creatividad, un torrente de arte y cultura y, faros, por supuesto, de la modernidad.

La Quinta Avenida y el Paseo de Gracia representan el corazón de ambas ciudades. Ya no solo desde un punto de vista geográfico sino también cultural y social. Un paseo por la Quinta Avenida te puede llevar a las puertas de uno de los museos de arte contemporáneo más prestigiosos del mundo, el MoMA, te permite visitar edificios con solera como la Catedral de St. Patrick y tomar un café en icónicos espacios como el Rockefeller Center.

De igual modo que esa plaza se convierte durante las Navidades en pista de patinaje sobre hielo, también podríamos decir lo mismo de Plaça Catalunya, a donde desemboca por su lado sur el Paseo de Gracia. Una artería que también cuenta con algunos de los principales museos a nivel mundial, dos edificios patrimonio de la humanidad y, a la vez, templos del modernismo como La Pedrera y La Casa Batlló, además de uno de los puntos calientes gastronómicos más excitantes del mundo, pues sus restaurantes cuentan con 6 estrellas Michelín, más que cualquier otra calle del mundo.

El Paseo de Gracia y la Quinta Avenida también son referentes mundiales del comercio y la moda. Emporio Armani, Apple, Camper, Gucci, Prada, Furla, Valentino, Jimmy Choo, Louis Vuitton… todas ellas tienen en común el ser firmas de referencia, de primera línea, y a la vez que tienen grandes establecimientos en ambas calles. A unos pocos metros de la travesía neoyorquina también se sitúa el Garment District, epicentro de la moda de Manhattan. Oscar de la Renta, Calvin Klein o Donna Karan, además de concentrar muchas de las actividades de la emblemática New York Fashion Week, tienen locales en la zona. Barcelona no se queda atrás en este sentido y, en la parte superior del paseo cuenta con la fastuosa boutique Santa Eulàlia, punta de lanza del comercio de la moda a nivel mundial que el año que viene cumple 175 años de historia sirviendo alta costura a varias generaciones de barceloneses.

Habitualmente, ambas calles se han considerado el centro neurálgico del lujo de Barcelona y Nueva York. Sin embargo, tanto el Paseo de Gracia como la Quinta Avenida están a tocar de sendos espacios de la progresía de izquierdas, el barrio de Gracia por encima y el Soho y Greenwich Village por debajo. Es un choque del que se alimentan y enriquecen mutuamente ambas zonas. Nueva York tuvo el jazz, la generación beat, el movimiento hippie y vio crecer el punk. Por su parte, por el Paseo de Gracia se dejaron ver algunos de los rostros contraculturales, figuras del mundo del arte y la intelectualidad, aglutinado todo esto bajo el nombre de la Gauche Divine. Miembros todos ellos de la burguesía catalana y agentes culturales en campos tan diversos como la literatura, la moda, la arquitectura, el cine o la fotografía.

Y si por el downtown de Nueva York te podías encontrar a grandes artistas modernos como Keith Haring o Andy Warhol, el Paseo de Gracia barcelonés también ha contado con puntos de encuentro de grandes figuras históricas de distintos ámbitos. El bar La Puñalada, que estuvo abierto entre 1927 y 1998 en una esquina con la calle Rosellón, sirvió como lugar de reuniones, tertulias y, de algún modo, se podría decir que fue la cuna del pensamiento del siglo XX en Barcelona. Por ahí se dejaron ver Santiago Rusiñol, Rubén Darío, Manuel de Falla, Valle-Inclán, Carlos Gardel y un larguísimo etcétera.

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