Ayer no vi Juego de Tronos

Ayer fue lunes. Como todos los lunes me levanté sobre las ocho, y después de hacerme un café y fumarme un piti en el balcón, pasé un buen rato leyendo las noticias en el ipad. Como siempre miré el mail por si había llegado algo interesante, y como siempre vi que no y que además ¿que tipo de mail fascinante esperaría que llegase entre la una y las ocho de la mañana? Luego abrí el Facebook y vi todos los posts que ya había visto la noche anterior más uno de un deporte extremo donde los paracaidistas se tiran desde una montaña y vuelan con un especie de traje con alas. Como siempre se me hizo tarde, y como de costumbre salí al trabajo sin ducharme ni desayunar.

Ayer fue lunes, y me pasó casi todo lo que me suele pasar cada lunes. Pero por una cosa u otro no vi Juego de tronos.

Hoy es martes, y ¿sabes qué? El mundo sigue en pie. La luna no se ha caído al mar causando tsunamis que hayan borrado Nueva York y Tokyo del mapa. No ha sufrido otro crisis el sistema financiera. Los mendigos en la calle son los mismos mendigos de ayer, y ninguno tiene pinta de que se ha estallido el apocalypsis zombie. Mientras iba en metro ningún vampiro me ha mordido en el cuello. Ningún demonio está violando a ninguna monja en las escaleras de las iglesias. Y además, no siento ningún tipo de remordimiento por no haber visto Juego de Tronos ayer. He tenido conversaciones sobre cosas que no vuelan, matan o follan. Me da igual que le pasa a Aya (aunque sigo queriendo un poco que Bran la palme). No me ha pasado nada parecido a la angustia que me tocaba cuando esperaban dos semanas para estrenar el capitulo de la Boda Roja, con un lunes después de Primavera Sound por medio. Ayer no vi a Juego de Tronos y NO PASA NADA.