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Hoy triunfa más la idea de transformación, donde nada es nuevo verdaderamente aunque pueda llegar a parecerlo.
¿Cómo te sentirías si te encerraran con tus amigos en una habitación con una cuenta atrás de sesenta minutos y unas pocas pistas para escapar? ¿Cuál sería tu instinto primitivo? En mi caso, mi amiga Iria movía objetos como loca sin saber ni qué buscaba, Ágata observaba la escena del robo desde una esquina sin mover un músculo, Carol formulaba hipótesis de lo más extrañas sin parar, y yo como siempre, me debatía entre los acontecimientos presentes y otros interrogantes que se me presentaban sin razón aparente; en este caso un enigma vital: ¡¿De novia o soltera?! El reloj de pared me daba cincuenta y ocho minutos para salir de la habitación y dudas…
Se preguntarán qué hacía ahí encerrada. Para que se hagan una idea Escape Hunt es parte de un nuevo fenómeno en las capitales europeas – los denominados ‘room escape games’. La mecánica no tiene mucho truco: Te cuentan una historia y te encierran con un grupo de amigos en una habitación ambientada (en esta ocasión, en una joyería del Born de mil novecientos); dentro hay pistas para resolver este misterio. Si se consigue antes de una hora, la puerta se abre y sales victorioso. Confiada en que así acabaría me centré por un momento en mi dilema personal.
Si me hubiera planteado temas de estado civil hace unos meses la respuesta hubiera sido obvia: soltera. Pero últimamente me daba algunas pistas que me despistaban un poco. ¿O yo me hacía la despistada? Agarré por instinto la lupa que estaba sobre una mesita y hallé un premier indicio.
Pista #1: El ramo de tulipanes rojos que puse con mimo en mi dormitorio: No es que me hayan regalado muchos ramos en mi vida, pero los que me han sido dados los puse siempre en el salón. El hecho de que hubiera puesto estas flores cerca de mi cama quizás quería decir que busco compañía, cariño… ¿amor? Lo que no entiendo es por qué rojos, si a mí me gustan amarillos, ¡cómo si no me conociera! Pero lo más importante ¡¿desde cuándo yo me compro flores a mí misma?! Esa era la preocupante pista #2.
El chillido de Iria forzó mi vuelta al presente.
-¡Nos quedan cuarenta minutos! ¡Hay que encontrar la cueva y el botín!-Mi amiga golpeaba las paredes como si las quisiera tirar abajo.
-¡Ábrete Sésamo! -Carol probaba la teoría de Alí Babá sin éxito gritando al techo.
Ágata se partía de risa echada en una butaca y preguntaba qué estamos buscando.
Mi cabeza volaba y el tiempo más, así que intenté concentrarme. “Pensá, Paula. Pensá. Tenemos que encontrar el botín de Tinyeta para salir de acá. ¿Qué habrá robado? ¿Gargantillas? ¿Pulseras? ¿Anillos? Como el de mi amiga Pamela que se prometió hace poco… Qué lindo anillo… Concentrate, Paula. Concentrate. Este Tinyeta no tenía la cabeza para anillitos, tenía pinta de ser más mente fría, ¡como yo! Seguro que robó cosas con valor meramente práctico: lingotes de oro, dinero en efectivo…
-¡Necesitamos saber qué robó este tío! ¡Vamos chicas! –Iria nos animaba revoleando cojines por los aires.
-¡Sí! ¡Vamos a encontrar ese anillo! –me avergoncé de mi acto fallido mientras miraba abajo de la alfombra a ver si por accidente descubría el compartimento secreto, pero compartí una fantasía secreta accidentalmente, y la pista #3 de mi dilema personal.
Mientras agradecía que sólo se me hubiera escapado la fantasía secreta y no el secreto en sí, la cuenta llegó a cero. Perdimos el juego, pero gané un aprendizaje: por mucho que juguemos a los detectives todos escondemos algo bajo la alfombra y eso sólo cuestión de tiempo que alguien nos lo descubra…
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