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Hoy triunfa más la idea de transformación, donde nada es nuevo verdaderamente aunque pueda llegar a parecerlo.
Si en París se reunían en Le Polidor, Maxim’s, el Café de Flore o Les Deux Magots, en Barcelona lo hacían en la taberna modernista de la calle Montsió.
Dicen que la primera vez que Picasso cruzó las puertas del local, fue invitado a abandonar la sala por llevar un vestuario poco adecuado. Picasso pisó suelo barcelonés en 1988 y, por aquel entonces, no tenía ni una peseta en el bolsillo.
Els 4 gats no solo era el lugar donde la concurrencia daba lugar a la tertulia. En él también se celebraban veladas musicales, literarias, espectáculos de sombras chinescas y hasta combates de boxeo.
El malagueño, según dicen, cuando todavía no se había convertido en la revolución de las artes plásticas, decidió vender uno de sus dibujos para poder comprar algo de ropa y unos zapatos que le permitiesen permanecer en el café. Pablo Picasso realizó su primera exposición, bajo la atenta mirada de los 4 gatos que eran propietarios: Santiago Rusiñol, Ramon Casas, Joaquín Mir Trinxet y Miquel Utrillo.
Por Casa Martí también se pasaban personalidades como Antoni Gaudí quién empleaba toda su energía en discutir sobre la decadencia y la tristeza de principios del siglo XX.
El epicentro de la bohemia no duró mucho, en 1903 se cerró el local. Santiago Rusiñol se despedía así: «Aquel sitio pintoresco, lleno de sueños, que asustaban al menestral; aquellos cuadros de las paredes que las chicas de la casa no podían ir a ver porque les gustaban demasiado; aquella humareda de pipas que emborrachaba de ideas a los parroquianos de la casa; duerme en paz amigo, que te lo mereces. Solo habías hecho el bien, y ¡no tengas pena de marcharte! Nosotros sí que te echaremos de menos, y en ti echaremos de menos una época en la que la fantasía hacía vivir.”
A finales de la década de los 70, tres empresarios del mundo de la gastronomía decidieron reabrir Els 4 gats. No han sido 120 años de servicio ininterrumpido, con una guerra civil y 40 años de dictadura entre medio, pero en junio se celebra más de una década desde el día en que se abrieron por primera vez sus puertas. Para conmemorarlos, se hace otro lazo que une el restaurante con la cultura.
11 exposiciones, un premio literario, el “Ploma 4 Gats” rememorando así el nombre de la revista “Pèl i ploma”; lecturas solidarias, acompañadas por churros y chocolate caliente, de la mano de personalidades catalanas como Empar Moliner, Montse Doménech o el Doctor Estivill, van a tener lugar durante este año el Els 4 gats.
Hoy triunfa más la idea de transformación, donde nada es nuevo verdaderamente aunque pueda llegar a parecerlo.
No existe un mundo perfecto único, varios modelos conviven y se yuxtaponen. En la mezcla de ideas está el valor.
Esta colección se dedica a esas ansias de vivir la vida al máximo para acabar en el hoyo. Una galería fotográfica de Bernat Rueda.