El peso de un gesto
La mirada de Julião Sarmento a las Colecciones CAM, MACBA, "la Caixa".
La exposición El peso de un gesto, la mirada de Julião Sarmento a las Colecciones CAM, MACBA, “La Caixa” estará disponible para visitar hasta el 1 de mayo.
Pinturas, esculturas, vídeos e instalaciones se reúnen en esta exposición para seducir la mirada y provocar un relato dedicado al espectador en el que las obras actúan, proponen, dialogan y también emocionan. El artista portugués Julião Sarmento es el autor de este proyecto. Se le propuso realizar una exposición, ejerciendo su mirada de artista, con obras de las colecciones de la Fundació “la Caixa”, el MACBA y el CAM de la Fundaçao Gulbenkian de Lisboa. Sarmento aceptó el reto convirtiendo la idea en la posibilidad de crear una obra que, como una más de las suyas, combinara imágenes e ideas para componer una ficción a partir de ecos, sugerencias e impresiones. Este artista trabaja a partir de la memoria colectiva y especula sobre posibles realidades valiéndose de referencias a la arquitectura, la literatura, el cine y el arte. En su obra no hay nada definitivo, pues deja las conclusiones en manos del espectador. Se recrea en el enigma para estimular la imaginación y provocar interpretaciones. Las colecciones que forman parte del proyecto comparten la conciencia de ser contemporáneas, pero su composición e identidad es diversa. La de Gulbenkian destaca por la representación del arte portugués, y con especial singularidad el de las primeras décadas del siglo XX, mientras que la del MACBA y “la Caixa” tiene una visión más internacional.
La del museo barcelonés observa una atención especial a las producciones derivadas del arte conceptual de los años sesenta, mientras que la de “la Caixa” acoge la influencia del arte minimal y povera para extender una narrativa con aportaciones del arte de los treinta últimos años. Sarmento articula en la exposición una selección de obras de distintas épocas en torno a una enigmática pintura de Edgar Degas. El arte de la primera década del siglo XX se encuentra con el más actual en un montaje que evita el orden cronológico para establecer una relación táctil entre las obras.
Su intención es configurar la silueta de un cuerpo que deja su huella, sin revelarse enteramente, en el espacio. Las depresiones de un poro, las arrugas de la piel, los orificios que se abren en la superficie, así como su pálpito y movimiento, procuran un recorrido que el artista deja abierto a múltiples interpretaciones y conexiones. Ese cuerpo se expresa con la mística de las pinturas monocromas, el dinamismo de la geometría, aunque a veces es silenciado por la fuerza de un dique. En toda su diversidad, la exposición potencia el enigma, la incógnita, e invita al espectador a construir su propio relato.