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Hoy triunfa más la idea de transformación, donde nada es nuevo verdaderamente aunque pueda llegar a parecerlo.
Otro de los asuntos con los que nos confronta el miedo a hablar claramente es que a menudo implica ser franco conmigo mismo y a continuación con los otros. Y eso sabemos que puede traer consecuencias. Recordemos que los humanos tenemos el sentido de pertenencia incrustado en el adn. Somos seres sociales. Así que ser franco en el fondo nos mueve un miedo a dejar de pertenecer al grupo, a sentirnos rechazados o abandonados. Eso es lo que tratamos de evitar en nuestras (in)comunicaciones.
Como vimos en el anterior artículo, por un lado tenemos miedo al no, que vivimos como una forma de rechazo. Por otro lado, tenemos miedo a que decir nuestras verdades tenga tales repercusiones como que nos dejen de hablar, nos dejen de lado, nos ninguneen. Vemos que los dos miedos al final llegan a un mismo destino: sentir rechazo o abandono. Si pido y me dicen que no, o si digo lo que me pasa, ¿qué va a ocurrir? ¿Y si cae como una bomba?. Sin embargo, si queremos tener una comunicación íntima y verdadera con algunas personas, hay que surfear esos miedos.
Dejar de decir según qué por miedo a dañar al otro o por miedo a cómo se lo va a tomar, no hace más que llevarnos al mundo de las listas de agravios, a los rencores y resentimientos, a sentirme incomprendido y un largo etcétera. Porque, ¿cómo voy a ser comprendido si el otro no tiene ni idea de qué siento o pienso en realidad? ¿Tiene acaso poderes mentales y me lee? Así que para evitar guatemala nos metemos en guatepeor. La acumulación de agravios, rencores, resentimientos pueden tener un final sorpresa: una explosión de ira, un irse a la francesa, sin demasiadas explicaciones… porque tú ya deberías saber lo que me pasa. También puede tomar la forma de infidelidades.
De nuevo, ponerse delante del otro y expresarle qué me ocurre, qué siento, qué deseo, que necesito, nos coloca en un lugar de vulnerabilidad. Sin embargo mi experiencia personal es que abre la puerta a un territorio donde encontrarse. El otro sabe entonces qué me ocurre de verdad, puede estar o no de acuerdo con ello, puede haberlo vivido de otra manera, puede tener su oportunidad para explicarse o pedir disculpas si no se ha dado cuenta de algo que ha hecho/dicho y nos ha dolido. Pero por fin podemos hablar con claridad, de manera bidireccional y vernos.
Agradecimientos: A NomNam por el naming de la sección
Imagen de Pixabay.
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No existe un mundo perfecto único, varios modelos conviven y se yuxtaponen. En la mezcla de ideas está el valor.
Esta colección se dedica a esas ansias de vivir la vida al máximo para acabar en el hoyo. Una galería fotográfica de Bernat Rueda.