De la autoayuda a la antiayuda

En el último artículo, os comentaba la tesis del filósofo Oriol Quintana, según la cual, la prodigalización del movimiento llamado de “autoayuda“, podría ser una reacción ingenua a una siglo XX que ha implicado el asesinato sistemático de millones de personas muertas, con dos guerras mundiales a sus espaldas, entre otras. Sostiene que lo de la autoayuda es una reacción a tanto dolor para volver a creer en la vida y la humanidad. Estos libros, o bien las versiones en cursos o speakers motivadores, nos quieren enseñar a relajarnos, a ser positivos, a visualizar el éxito o a ligar. Parece que está prohibido sufrir, estar mal.

Además de la autoayuda, en los últimos años también se ha desarrollado el concepto de crecimiento personal. El trasfondo de esta idea es que uno puede (auto)mejorar.

Pues bien, parece ser que en los últimos años hay una réplica a la autoayuda y a la superación personal: se llama, la antiayuda. Esta corriente sostiene que nos estamos obsesionando con la idea de ser perfectos, en todos los ámbitos de la vida. Además pretendemos controlarlo todo. Así que, la perfección y el control son los terrenos donde la ansiedad se siembra. De hecho, la ansiedad es uno de los motivos de mayor consulta entre profesionales.

La antiayuda defiende que nos relajemos con eso de la búsqueda de la felicidad y la perfección. Que no existe la perfección, ni tampoco podemos controlarlo todo. Ese control de todo implica obviar a otras personas, con ideas propias. De hecho discutimos y tenemos conflictos porque tenemos opiniones divergentes. ¿Es eso tan malo? Así que como no podemos controlar a los otros, mejor que empecemos a relajarnos. Se trata de aceptar que a veces sufrimos o que tenemos nuestras limitaciones. Y sobre todo que no podemos conseguirlo todo.

Incluso se trata de aceptar que también hay malas personas por el mundo. Es otra idea que impera: que en el fondo somos buenos. Incluso los que somos buenos, tenemos nuestros lados o días malos.

Como terapeuta, me encuentro frecuentemente con mucha frustración y angustia por no conseguir realizar esas checklist o wishlist ideales de la autoayuda o del crecimiento personal. Mucha frustración por no cumplir con un cúmulo de exigencias y cero disposición a aceptar que cometemos errores o que somos limitados.

No caigamos más en la trampa de la homogeneización de la vida, de las  fórmulas magistrales. Eso es cosa de Harry Potter y sus amigos.

Svend Brinkmann, profesor de psicología en Dinamarca, tiene un libro Mantente firme: resistiendo la manía del auto-mejoramiento, en el que rechaza el mantra de la autoayuda. Para él, el secreto de una vida más feliz no radica en encontrar tu yo interior, sino en llegar a un acuerdo contigo mismo, para coexistir pacíficamente con los demás. Añadiría: y aceptar que no lo puedo todo. Aunque me gustaría.

Sa i estalvi

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