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Hoy triunfa más la idea de transformación, donde nada es nuevo verdaderamente aunque pueda llegar a parecerlo.
Esta es una de esas historias más grandes que la vida. La semana pasada se inauguró una obra de Keith Haring, el mural más grande que tiene en Europa, en el barrio de clase obrera de Amsterdam Markt Kwartier. Todo empezó en 1982, cuando el fallecido artista neoyorquino asistió a la presentación de una muestra de su obra en Rotterdam lo que inició su historia de amor con Holanda.
Así, Haring creó un mural de 12 metros por 15 metros en la fachada de lo que entonces era el almacén del museo de arte Stedelijk. El artista trabajó a mano alzada durante dos días para crear una ilustración gigante de un personaje humano a lomos de una criatura marina, un híbrido entre un delfín y un caballo, que se dice inspirado por la obra del escultor Han Rädecker. Solo dos años después de acabar su regalo para la ciudad y sus gentes, el edificio fue que ser cubierto por unas planchas metálicas para cumplir con las normativas de aislamiento térmico.
Tras muchas campañas de presión por parte de agentes culturales ante la posibilidad de que el edificio fuese demolido, el pasado lunes fue finalmente presentado en una conferencia de prensa con la leyenda del graffiti Aileen Middel (alias Mick La Rock), el director del museo Stedelijk, Jan Willem Sieburgh, y la directora de la Keith Haring Foundation de Nueva York, Julia Gruen.
Aunque el mural no está actualmente accesible para el público, sí se puede ver desde la calle Willem de Zwijgerlaan.
Hoy triunfa más la idea de transformación, donde nada es nuevo verdaderamente aunque pueda llegar a parecerlo.
No existe un mundo perfecto único, varios modelos conviven y se yuxtaponen. En la mezcla de ideas está el valor.
Esta colección se dedica a esas ansias de vivir la vida al máximo para acabar en el hoyo. Una galería fotográfica de Bernat Rueda.