Ajoblanco está de “revuelta”

El primer Ajoblanco fue hijo del mayo del 68, del auge de la contracultura, de los movimientos hippies y del rock and roll. Fue con los ojos puestos en París y Estados Unidos y bajo la atenta mirada de los censores franquistas, cuando Pepe Ribas dijo en 1973 a sus colegas de la facultad: “Voy a hacer una revista independiente, fuera de la comisión de cultura de la Universidad y la vamos a colocarla en todos los quioscos de España, ¿quién se apunta?”.

Un año después, un grupo de jóvenes que no querían que nadie les dijera como tenían que pensar, comportarse o vivir sacaron el primer número. Eran libertarios, rebeldes con todo lo que se les imponía. Pusieron encima de la mesa tabúes y temas novedosos como la ecología, el sexo libre, el feminismo, las comunas o la anti-psiquiatría y fundaron una auténtica red social conocida como “La Cloaca”. En esta sección, dirigida por Fernando Mir, el colectivo era el protagonista. Esas páginas eran un tablón en blanco para los lectores, podían preguntar y proponer lo que quisieran, desde compañía para un viaje a la otra punta del mundo, consejos de amor, convocar a la gente en una plaza o vender un jamón.

La revista nació con el objetivo de llevar a cabo una revolución cultural y cambiar mentalidades. El sueño se terminó cuando la gente eligió pacto y estabilidad para el pensamiento. En 1980, la revista bajó la persiana para volver a levantarla siete años más tarde. Igual de picante, el segundo Ajoblanco alcanzó cifras de venta muy altas, los 150.000 ejemplares vendidos del especial Marihuana son un ejemplo. Tres años antes del primer cierre, en 1977 tuvieron lugar el mitin de la CNT en Montjuic i las jornadas libertarias. Ajoblanco trasladó a sus páginas el fenómeno como un mayo del 68 francés a escala local. La Fundación Suñol homenajea con la exposición “Ajoblanco libertario 1977″ la labor periodística y de agitación cultural de la publicación.

El especial Marihuana batió todos los récords de Ajoblanco con 150.000 ejemplares vendidos

El movimiento 15-M, el ascenso de los fascismos, el anti-europeísmo, la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca, el narcisismo, la obsesión por la propia imagen; la reanimación de temas no resueltos como el machismo, el sexo, la ecología… Todo acompañado por “un cambio en la propiedad del poder mediático”, han devuelto a Ajoblanco al terreno de juego.

Revuelven sin publicidad y en papel, como siempre. Pero internet ahora está en la misma cancha de juego y la cultura de consumo cultural gratuito también. A mediados de junio se lanzará el primer número del nuevo Ajoblanco, 132 páginas de reportajes y reflexiones, que no van dirigidas a ningún público en particular- nos cuenta Fernando Mir- sino que está enfocadas a la construcción de un mundo libre, y eso solo puede hacerse lejos de la publicidad y las subvenciones. Cada tres meses tendremos la revista en los kioscos y su precio será de 7 euros.

El proyecto tiene ya más de 700 mecenas, que han aportado más 30.000 euros (cifra demandad)a. Si quieres que Ajoblanco vuelva a las andadas puedes aportar al proyecto de 7 a 1.000 euros a través de la plataforma de crowdfunding Verkami.

Son tiempos de vuelta también para otras publicaciones. Hace tan solo unos días, se anunció que Orsai, la revista literaria capitaneada por Hernán Casciari, renacía cuatro años después de su cierre. Desde Argentina en vez de desde Barcelona; de una periodicidad de 70 días a salir “cuando les apetezca” y, como siempre, 0% publicidad.