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“Yo quiero Catalunya y España con una revolución democrática”

Nos encontramos en el Hotel Omm con Ada Colau, fundadora de la Plataforma de Afectados por la Hipoteca en Barcelona y candidata a las próximas elecciones municipales.

Categoría: Barcelona | 14 noviembre, 2014
Redacción: Juan Soto Ivars | Fotografía: Bernat Rueda | Redacción: Javier Pereda

El escritor y periodista Juan Soto Ivars y el editor de la revista Paseodegracia.com Javier Pereda se han reunido en el lobby del Hotel Omm con Ada Colau, activista social, fundadora y portavoz de la Plataforma de Afectados por la Hipoteca en Barcelona y candidata a las próximas elecciones municipales para conocer en profundidad su posición ante los últimos hechos políticos y sociales y descubrir sus propuestas para mejorar la situación en la que nos encontramos.

 

Juan Soto Ivars: ¿Qué te resulta más excesivo, la cantidad de gente que se ha sumado a las asambleas de Guanyem o el tropel de detractores que aparecen inmediatamente?

Ada Colau: Lo que más impacta es la cantidad de gente que se acerca para colaborar, porque las otras reacciones eran más que previsibles. Quienes han ocupado el poder durante treinta años no iban a venir a dar los buenos días. Que los grandes medios de comunicación nos silencien o nos intenten ridiculizar o directamente que nos criminalicen… todo eso entraba en lo esperado. Pero en este momento la política está muy desprestigiada y existe una gran distancia respecto a las instituciones, así que el hecho de plantear una posible candidatura municipal y que aparezcan cientos de personas que quieren colaborar es algo inaudito.

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JSI: Yo soy de los que se quedaron fuera y no pudieron asistir a vuestra presentación.

AC: Vaya, ¡lo siento mucho!

JSI: Es que pensaba que sería una cosa muy pequeña, que irían los cuatro incorporados de siempre, los que se arriman a todo lo que suene subversivo.

AC: Es natural. Quién iba a imaginarlo, colas para un acto político es totalmente insólito.

JSI: Y no regalabais bocadillos.

AC: (Ríe) Ni bolis ni nada.

JSI: Verás, yo vivo en el Borne, y…

AC: ¿Y te gusta?

JSI: Demasiados turistas.

AC: Yo vivía en el Borne y me fui.

JSI: El otro día estuve paseando por Guinardó, tu barrio. ¿Cómo ve alguien de Guinardó el centro de Barcelona?

AC: Creo que mi experiencia es bastante extrapolable. De entrada, para alguien de barrio popular, el centro de la ciudad es el sitio al que quieres ir. Allí es donde están la actividad cultural, los bares mundanos, la vida, así que cuando eres adolescente es el lugar donde quieres vivir. Desde que tuve edad suficiente siempre cogí esos autobuses y el metro para ir al centro. Gran parte de la carrera de filosofía me la estudié en los cafés del Gótico. Ir al centro era casi como visitar otra ciudad, o la verdadera ciudad. Así que yo adoraba el centro, como todos los barceloneses.

JSI: ¿Adorabas?

AC: Es verdad, digo adoraba porque parece que lo hemos perdido, pero espero que no lo hayamos perdido del todo. Verás: en cuanto pude me fui a vivir al centro, a varios barrios, a pesar de la gentrificación, de la precariedad y de los problemas de vivienda. En Barcelona, la burguesía decidió recuperar el centro para un ocio de las clases altas, y si a eso le sumamos la burbuja turística que ha convertido el centro en un parque temático, es un drama. El centro vive un proceso de elitización, que hace subir los precios no sólo de la vivienda sino de los locales comerciales, y en la vida diaria empieza problema de degradación.

JSI: Un ejemplo serían las Ramblas.

AC: Sí. Recuerdo ir con mis padres a las Ramblas cuando era pequeña. Las Ramblas eran el lugar del descubrimiento, del intercambio, de la novedad. Y de repente, todo eso lo exterminan con unas políticas neoliberales que lo mercantilizan todo y que priorizan el beneficio a corto plazo. Llega el turismo de masas en el 92 y se deja todo en manos privadas sin ningún tipo de control colectivo, no digo ya público, sino colectivo. Y si lo dejas todo en manos del mercado, ya sabes lo que pasa: empieza la depredación. Resultado: ahora tenemos unas Ramblas que no hay quien las reconozca: bares de mala calidad además de malos, gorros mexicanos que no responden a ninguna identidad… y es que te cuesta encontrar alguien autóctono en las Ramblas. Así que, cerrando el círculo, antes te morías por ir al centro y ahora evitamos pasar por el centro porque te estresa, te agobia y además es muy miope.

La pérdida del centro para el conjunto de la ciudad y para las clases más populares es una desgracia, pero además es matar a la gallina de los huevos de oro. Barcelona no es una ciudad de museos como Roma, París o Madrid, es para vivirla en la calle. Si te cargas eso, los turistas se van a decepcionar y no van a volver.

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JSI: Javier Pérez Andújar habla en Paseos con mi madre de la sensación del chico desharrapado de Badalona que se acerca al centro de Barcelona, y del clasismo con que se encuentra. ¿Era tan idílica esa Barcelona de la que hablas?

AC: Barcelona no ha sido idílica nunca. El aspecto urbano es conflicto, por definición. Quien se apodera de los espacios suele ser quien se ha apoderado antes del poder económico. En los setenta, quienes tenían el poder de Barcelona eran los de la Gauche Divine, que en cierto modo también eran unos clasistas. Pero después hay un momento de reapropiación del centro por las clases populares, que incluso se escapa del control de las autoridades, por ejemplo en el caso del Raval donde ha sido imposible la gentrificación hasta ahora por la presencia masiva de la inmigración. No creo que la Rambla del Raval sea como quisieron los que levantaron el hotel o los que pusieron el gato de Botero.

JSI: En tu forma de ver la ciudad como conflicto permanente se nota tu paso por la facultad de Filosofía. Mirando la Barcelona de ahora, ¿en qué filósofos piensas?

AC: La filosofía nace en la plaza ateniense, su génesis es la génesis de la ciudad, es el diálogo en la plaza pública… Si quieres mi referente, te diría que Hannah Arendt. Pero relacionaría a Arendt con la ciudad en sí, no especialmente con Barcelona.

JSI: Aún así me interesa tu idea de conflicto permanente. Cuando Guanyem hace referencia a la “gente”, parece que obvia que la gente es variada, conflictiva y muchas veces decepcionante.

AC: Es cierto que hay muchas gentes, muchos submundos. Diferentes orígenes, diferentes tradiciones y distintos poderes que luchan entre ellos por la hegemonía o, cuanto menos, por la supervivencia. La ciudad no es un lugar neutral. La ciudad no termina de hacerse. Por eso es el lugar por excelencia de la política. Desde quien más tiene y más quiere, a los que deseamos una ciudad más igualitaria. La ciudad es un escenario de conflicto directo. Va mucho más allá de la convivencia, de la normalidad que se ve cuando uno va a comprar el pan. Has de recordar que si te quedas fuera, si te sales del redil, puedes sufrir la peor exclusión. Nosotros queremos una ciudad donde la exclusión se quede fuera del escenario.

JSI: Guanyem va a por la alcaldía. ¿Qué capacidad de acción real tiene un ayuntamiento?

AC: Tiene mucha más de la que nos dicen actualmente. Hay un discurso muy burócrata de nuestras instituciones. En seguida te dicen: no, esto es competencia autonómica; no, esto es competencia estatal. El no viene muchas veces seguido de la palabra “competencia”. Muchas veces esconde falta de ganas de trabajar y una escasez total de imaginación. El “nosotros no podemos hacer nada” es una lacra que ha alejado a los ciudadanos de las instituciones, tanto como la corrupción de las élites políticas. Pero un ayuntamiento tiene más competencias de las que cree mucha gente. El discurso de las competencias sirve para justificar la impotencia política. La percepción de la ciudadanía cuando se usa el discurso burócrata para frenar cualquier iniciativa o cualquier deseo es que no se puede hacer nada, que siempre hay que llevar la iniciativa más arriba, y es falso.

JSI: ¿Esto se relaciona con la lejanía del ciudadano respecto a toda la política?

AC: Claro que sí. En España, después de cuarenta años de dictadura se hace una Transición y se dice: ya está, ya hemos conquistado la democracia. Esto se une al neoliberalismo a escala global tras la caída del muro de Berlín, y de repente no hay otros modelos políticos aparte del sistema liberal, y se nos educa con el mensaje del “esto es lo que hay”.

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JSI: Otra cosa tras la caída del bloque soviético es que entramos en la globalización. En Cataluña, tras los últimos acontecimientos, queda claro de manera implícita que muchos piensan que es mejor volver atrás, a lo regional. Votaste sí-sí: ¿piensas que un país más pequeño es más gobernable que uno grande?

AC: No es tanto cuestión de países como de descentralización del poder. La revolución democrática puede darse en el marco de estados, pero también en el marco de ciudades estado. Nuestro marco de referencia es el europeo, donde podríamos pensar en una federación de metrópolis europeas en lugar de estados nación. Los estados nación no hacen más que perder competencias que están ganando las multinacionales. Para mí, el modelo necesario pasa por que el proceso de toma de decisiones se acerque a la ciudadanía, que la ciudadanía tenga capacidad de incidencia. Hoy tenemos la percepción de que no decidimos nada. Parece que no decidimos nada, ni nuestros parlamentos tampoco. Todas estas cuestiones se materializan en la ciudad. Así que cualquier política se acaba concretando en la ciudad. Por encima de independencia para un estado futuro, yo quiero que los ciudadanos se acerquen a la toma de decisiones, que tengan las puertas abiertas.

JSI: Me impresionó el cierre de la librería Canuda. Llevaba décadas funcionando muy bien, pero Mango dijo que o alquilaba toda la manzana o no instalaba otra tienda. La librería fue a la lona, claro. ¿Esto no hubiera ocurrido si Guanyem estuviera en el Ayuntamiento?

AC: El Ayuntamiento tiene mucho que ver con esto. A través de los planos de usos y con con otros mecanismos urbanísticos puedes decir cuáles son los usos preferenciales de una zona, si una zona necesita más centros comerciales, o viviendas, o equipamientos… Eso se define urbanísticamente desde la alcaldía. Hay muchas medidas para incentivar o desincentivar ciertos negocios. Si hay un pequeño comercio tradicional que consideras que tiene un valor, tú puedes protegerlo con varios mecanismos que pasan por la fiscalidad, planificación urbanística, ayudas directas…

JSI: En el último programa de Évole, preguntó a Mas por los desahucios que ha habido en Cataluña.

AC: Me dijeron que no supo responder.

JSI: ¿Y tú sabes responder?

AC: Sí, aunque los datos vienen por provincia. Si son por provincia, en 2013 hubo en Barcelona 11.000 ejecuciones hipotecarias, a las que luego tienes que sumar los desahucios por alquiler. Con lo cual son muchos más de los que dijo Mas.

JSI: ¿Has hablado con Artur Mas?

AC: He hablado con él una vez.

JSI: ¿Tienes su teléfono en el móvil?

AC: No, no, qué va.

JSI: ¿Y con Trías hablas a menudo?

AC: Me he reunido desde la Plataforma de Afectados por la Hipoteca. Decidimos interpelar a todos los partidos porque la PAH surge de una necesidad inmediata y urgente de evitar que la gente se quede en la calle. Nos reunimos con Xavier Trias, con Mas… Pero en esos casos hacen un acto protocolario donde te atienden y tienes la sensación de que les entra por un oído y les sale por otro, cosa que se suele demostrar como cierta una vez que compruebas que meses después no ha cambiado nada. Es imagen: se reúnen con la PAH porque la PAH tiene mucha presencia mediática.

JSI: ¿Todos iguales?

AC: No, eso no es verdad. Hay partidos que actúan de otra manera. Claro, partidos de oposición. Siempre te queda la duda de si no harían lo mismo si llegaran al poder, ¿verdad? Pero los minoritarios han sido más receptivos. Hasta que la PAH no ha tenido una gran presencia mediática no nos hicieron caso, ni se reunieron con nosotros. No te reconocían como interlocutores. Tenemos unas élites políticas que sufren una relación de dependencia absoluta con los grandes poderes económicos, en concreto con las entidades financieras. Partidos endeudados con ellos, periódicos que están prácticamente intervenidos, también tentáculos en el poder judicial… Y ahí está otra vez la delegación: te dicen que intentarán aumentar las ayudas, hacer mediación, pero lo que te tendría que hacer un poder público, que es sentar a los bancos y decirles “o negociamos o vamos a por vosotros, porque esto que estáis haciendo no tienen nombre”, pues eso no se puede hacer.

JSI: Y te lo dicen también los antiguos partidos de izquierdas.

AC: Cuando están en la oposición no, entonces te dicen que tienes razón y presentan tus propuestas al parlamento,  pero la verdad es que cuando esos partidos han estado en el gobierno, como ocurrió aquí con el Tripartito…

JSI: Precisamente quiero preguntarte por Esquerra Republicana. Hablo con catalanes que me dicen que ha dejado de ser una alternativa de izquierdas desde que se han adherido con todas sus fuerzas al movimiento independentista.

AC: Con la PAH nos reunimos con ellos y nos recibieron desde el primer día, y trasladaron nuestras demandas al Congreso, donde eran un partido muy pequeño, incluso antes de que fuéramos tan mediáticos. Para ser honestos a la verdad, tanto ERC como Iniciativa per Catalunya llevaron al Congreso nuestras demandas hasta seis o siete veces, y siempre fueron el PP, el PSOE y CiU quienes las tumbaron. Pero sí es verdad que, en los últimos años, ERC ha priorizado ser un partido de gobierno, un partido de poder vinculado al tema independentista y claramente ha relegado el tema social. No sólo en asuntos propios de la PAH: ERC se ha adherido con su voto a la privatización de la sanidad y a recortes verdaderamente criminales propuestos por CiU. Así que no es solamente que estén todo el rato hablando de independencia, es que respaldan unos presupuestos de CiU que son claramente antisociales.

JSI: Así que, ¿España con Podemos o Catalunya independiente con CiU? Tengo muchos amigos indepenendentistas que asocian España con el PP.

AC: Yo quiero Cataluña y España con una revolución democrática. No se trata del partido que gobierne ni de cuál sea el estado. Una de las crisis que tenemos ahora es hay una percepción de que gobierne quien gobierne, aunque manden los tuyos, el poder tiende a abusar de sí mismo. O hay una ciudadanía activa, vigilante del poder y haciendo incidencia y diciendo qué es lo que quiere, o llegamos al punto de partida: al abuso.

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(En este momento, aparece Rosa Maria Esteva, la dueña del Hotel OMM, de 5 estrellas, un paraíso del diseño de interiores a pocos metros de Paseo de Gracia. Le dice a Ada Colau que quiere que gane Guanyem, y entonces se pone a hacer sus peticiones ante la (posible) futura alcaldesa:)

RME: Tienen que dejar de abusar de los empresarios de aquí, porque nos tienen ahogados, que esto es gastar dinero para poner el hotel entre lo mejor de Europa y a última hora lo que hacen es meter trabas. ¡Tenéis que hacer algo por los empresarios, porque nosotros somos los que, si nos dejan, hacemos cosas buenas para la ciudad! Ahora, cuando al empresario le quitas la ilusión… pues mal, muy mal. Así que muchas gracias, muchas gracias, ¡a ver si ganáis!

(Estupefacta e ilusionada con estas palabras, Ada Coláu da las gracias a su vez. Entonces, seguimos con la entrevista:)

AC: Lo que dice Rosa Maria Esteva es verdad, porque hay unas normas del juego muy desiguales. Hay multinacionales con exenciones fiscales de todo tipo, les regalan el suelo y edificios, y luego hay PYME que tiene todas las dificultades, que se dan contra la burocracia. Es decir: que se hace un discurso retórico a favor de la empresa pero en la práctica es en favor de una determinada empresa.

JSI: ¿Como la tienda Apple de Plaza Catalunya, por ejemplo?

AC: Claro. El centro de Barcelona tiene exactamente las mismas tiendas que las grandes capitales europeas, sin embargo siguen dándose exenciones fiscales a las multinacionales. Por eso a veces me río con ciertos discursos nacionalistas de algunos políticos: les falta bailar la sardana y mientras tanto el centro de Barcelona ha perdido totalmente su identidad.

JSI: ¿No te crees eso de que con el turismo salimos ganando todos los barceloneses?

AC: (Risas) Eso ya no se lo traga nadie. Ese cuento ya nos lo han explicado y se ha demostrado falso. La burbuja inmobiliaria fue lo mismo, nos dijeron que todos ganábamos con ese proceso y finalmente han ganado unos bancos y unos grandes constructores que se han forrado, pero hay una gran mayoría que ha acabado empobrecida. Como consecuencia de la burbuja inmobiliaria la gente perdió su casa, pero con esta burbuja turística de Barcelona estamos perdiendo nuestra ciudad.

JSI: En vuestro programa, inspirado en los colectivos participativos de Barcelona, parece que vayamos a tener que estar todo el día metidos en el Ayuntamiento.

AC: (Risas) No, no, lo que decimos es que hay que acabar con la política de delegación, no quiere decir esto que todo el mundo tenga que estar todo el rato haciendo política, porque eso es insostenible, pero en la medida de lo posible tenemos que cambiar nuestra conciencia de ciudadanos y tomar parte activa del bien común. Esto se puede hacer en cualquier ámbito: en tu escalera, en tu barrio o en tu propia casa. Pero, sobre todo, en la política de no-delegación, lo más importante es que las puertas de la administración estén abiertas a las peticiones de la ciudadanía.

JSI: Volviendo a lo de antes, que no respondiste: ¿España con Podemos o Catalunya con CiU?

AC: Ni una cosa ni la otra. El proceso soberanista tiene todavía un camino largo y difícil por delante, pero la revolución ciudadana es urgente y ha empezado ya. Tiene que ser la gente la que recupere la política. No es cuestión de cómo se llame el estado. La gente partidaria del derecho a decidir ha crecido mucho en los dos últimos años porque entronca con ese proceso de revolución democrática que se está produciendo en todo el Estado. En Cataluña, el derecho a decidir se ve una oportunidad rápida para conseguir más y mejor democracia. El componente identitario es mínimo en este proceso. La aparición de Podemos puede cambiar el panorama, porque ambas revoluciones ciudadanas se van a necesitar mutuamente. El proceso catalán va a necesitar que experiencias como Podemos se amplíe.

JSI: Pero muchos de los filósofos que estudiaste en la carrera terminaron muy decepcionados con el género humano. Tu proyecto político está muy pegado a la gente. ¿No temes salir escaldada?

AC: Soy optimista.

JSI: ¿No lees los comentarios de los lectores en los periódicos? ¿No tienes un cuñado insoportable?

AC: (Risas) Yo entre en la filosofía por el existencialismo, que dice que el ser humano es arbitrario, y en la incertidumbre de que sea bueno o malo hay mucha angustia. Pero yo me quedo con la lectura positiva: vamos a ser lo que queramos ser. Lo más bonito del género humano es esa libertad. Yo sigo la lógica de la ética kantiana: obra como si tu acción pudiera convertirse en una ley universal.

JSI: Vas a por el ayuntamiento pero piensas a lo grande.

AC: Estamos en una crisis de civilización, esto no es una quiebra coyuntural de la economía. Se nos está haciendo un discurso muy nihilista desde las diferentes instancias de poder: “es que en España hay muchos corruptos porque la gente es corrupta,” dicen los que han estado robando a manos llenas. Empiezas a escuchar eso por todas partes y…

JSI: ¿Y qué respondes a eso?

AC: Pues respondo con una pregunta, como buena estudiante de filosofía. ¿A quién le interesa que pensemos que somos corruptos? Te lo pregunto a ti.

JSI: Es una pregunta retórica, no se puede responder a eso.

AC: Yo creo que sí, yo respondería que al gran corrupto le interesa que pensemos que todos somos corruptos, y eso ya lo hemos vivido. Al gran especulador le interesaba que nosotros pensáramos que éramos pequeños especuladores.

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JSI: Pero Ada, el problema viene cuando el análisis del enemigo tiene una parte de verdad. Moralmente es más justificable que cometa una pequeña corrupción un autónomo que si no lo hace se va a la quiebra que un tipo que lo que quiere es más y más y más dinero. Pero, ¿crees que la frase “todos somos corruptos” tiene una parte de verdad?

AC: Es una obviedad. Yo no soy ingenua, por supuesto que sé que “todos somos corruptos” tiene una parte de verdad. El problema es que una frase como esa, pronunciada por un señor poderoso, quiere que nos volvamos nihilistas, que pensemos que no hay nada que hacer. Está bien: aceptemos que todos somos corruptos. En los últimos años, con tantas causas abiertas, ¿cuántos de los grandes corruptos que aparecen en los periódicos han pagado por ello? Y mientras tanto, una persona que no puede pagar su hipoteca no sólo se va a la calle, sino que la deuda le persigue por toda la vida y acaba convertido en un proscrito económico. No voy a defender a lo que se llama “pequeño corrupto”, pero si todos somos corruptos, lo que está claro que los grandes no pagan por ello. Así que si todos somos corruptos, lo fuerte es que los más corruptos no sufren las consecuencias y los pequeños sí. En Guanyem Barcelona pensamos que no se trata de confiar en nuevas personas. Se trata de cambiar las reglas del juego para que cuando haya un caso de corrupción pueda actuarse con rapidez.

JSI: Muchos pensamos que la política es un sistema con demasiados incentivos para los chorizos. Es decir: que no sólo se vuelve chorizo el que lleva mucho tiempo en el poder, por eso que llaman “corromperse”, sino que la política tal como es ahora es un campo interesante para los chorizos por las oportunidades de negocio sucio y la impunidad. ¿Puede el poder no ser un incentivo para los chorizos?

AC: El poder siempre tiende a ser un abuso de poder. Desde la perspectiva de un verdadero demócrata, lo que hay que hacer es controlar al poder. En las últimas décadas ha habido una entrega de la soberanía a los poderosos. Tras la Transición se extendió una cultura basada en la despolitización ciudadana: “os vamos a dar un estado del Bienestar, lo vamos a mantener funcionando y vosotros lo que tenéis que hacer es quedaros alejados del poder, haciendo vuestra vida y pasándolo bien. Delegad en los gestores y nos hacemos cargo de todo.” Bien, lo que ha pasado con esto es que la política ha quedado fuera de control. No sólo en la corrupción ilegal, sino en otros abusos totales como las puertas giratorias, que deberían ser ilegales porque son una imagen clarísima de la situación: una persona está ocupando un cargo de gobierno en el poder político y después, cuando sale del parlamento, ocupa otro cargo de gobierno en el poder económico.

JSI: Ejemplarizante.

AC: Un ejemplo de que no hay ejemplaridad. Como hemos delegado en los políticos, y los políticos no suelen ser ciudadanos ejemplares, la política se ha alejado del interés público y ha acabado en el privado. ¡Así es como estamos ahora! Se decide más en consejos de administración que en los parlamentos.

JSI: ¿Esto no te parece irreversible?

AC: El problema es que, tras tantos años despolitizados, aún nos cuesta organizarnos. Pero esto está cambiando muy rápido. Yo he aprendido mucho con la PAH, y ahora mismo tengo una visión nada naif, nada ingenua. Hemos parado miles desahucios, sé lo que se puede conseguir con una buena organización y ciudadanos implicados. La peor derrota que ha sufrido la ciudadanía es que nos han hecho creer que somos hormiguitas impotentes.

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JSI: ¿Crees que están reaccionando con habilidad los grandes partidos?

AC: El PP y el PSOE están siendo muy soeces. Se nota que se han acostumbrado a décadas de impunidad. Cuando de repente la gente ha empezando a moverse por los nuevos cauces, se está delatando ese inmenso distanciamiento con la sociedad que han tomado los grandes partidos. Por ejemplo, está claro que los grandes partidos controlan hasta cierto punto los grandes medios, pero en las redes sociales tienen la batalla totalmente perdida.

JSI: Antes hablabas del comercio pequeño como algo bueno, y la multinacional como algo malo. ¿Por qué las tiendas de modas de barrio están vacías y Zara siempre está lleno?

AC: Vivimos en una sociedad capitalista, y…

JSI: Pero la gente va a Zara voluntariamente.

AC: Sí, pero cada vez hay más gente pobre y Zara es uno de los sitios más económicos. Hay mucha gente crítica con Zara, por las condiciones de fabricación rayanas a la esclavitud, pero no tiene dinero para tomar decisiones. Criticar a la gente pobre porque compre donde pueda comprar me parece muy injusto.

JSI: Por ejemplo, ¿cómo sería el Paseo de Gracia, ya que estamos aquí, si pudieras cambiarlo desde el Ayuntamiento?

AC: No se trataría de destruirlo ni de cambiarlo totalmente. Paseo de Gracia es una avenida muy hermosa, pero creo que sería mejor si fuera más variado, si el conjunto de Barcelona se lo reapropiase y no hubiera una evidencia del Paseo de Gracia como un lugar para las élites, que es lo que se está consolidando. Ahora proliferan tiendas pensadas para el turismo de lujo y orientadas a un consumo muy particular.

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Javier Pereda Rojo: Yo creo que es bastante irreversible.

AC: Tiene que ser reversible, porque nos va en ello el futuro de la ciudad. Hay dos clases de ghettos: están los ghettos pobres y los ghettos ricos. Si los permites en tu ciudad, el conjunto pierde. Si aumenta la desigualdad, disminuye la seguridad. Desde el Ayuntamiento se puede incentivar que en Paseo de Gracia abran nuevos negocios orientados a las clases populares, para que empiece a haber más pluralidad.

JSI: Pero, ¿una avenida dedicada al lujo, en la parte comercial, es mala?

AC: Cuando se critica un modelo turístico no se pida que se prohíba el turismo de lujo, ni siquiera que se impida. Pero el modelo turístico actual es muy mejorable. Tal como está planteado arrebata a la ciudad sus valores, los valores que han hecho que Barcelona esté en el punto de mira de gente de todo el mundo como destino para las vacaciones.

JSI: ¿El caso de la Barceloneta es un buen ejemplo?

AC: Sí, por supuesto. La Barceloneta está en el foco de la presión, porque es un barrio popular que está sufriendo desahucios, paro y precariedad, y que tiene una incursión del turismo que hace subir los precios de las viviendas, derriba el pequeño comercio y empeora las condiciones de vida del barrio hasta el punto de que el vecindario acaba siendo expulsado. La Barceloneta, cuya fama internacional viene precisamente de lo que es en esencia, está destinada a convertirse en un nuevo parque temático parecido a las Ramblas. Pero si esto se produce, no pierden la Barceloneta sólo los vecinos que viven allí, sino toda la ciudad. Perdemos nuestro barrio marítimo y perdemos el futuro turístico, porque un parque temático siempre tiene los días contados. El problema es que este modelo se está extendiendo: era el Gótico, luego la Rambla y la Barceloneta, y así se extiende a Sagrada Familia, a Gracia… al final ¿dónde vamos a acabar los vecinos y las vecinas?

JPR: Pero ¿no crees que existe también un turismo de calidad? Un turismo que sí que deja dinero.

AC: Hay que definir qué entendemos por turismo de calidad. Si entendemos “turismo de élite”, entonces yo estoy en contra, porque yo quiero que venga todo el mundo a Barcelona. No quiero que vengan solo los ricos. Yo no soy rica y me gusta conocer mundo.

JSI: Pero hablando del turismo de calidad al que se refiere Javier, tenemos una paradoja: hablas de la Barceloneta, pero las protestas del barrio estuvieron motivadas precisamente por el otro turismo, el turismo basura, el de guiris borrachos vomitando en los portales de las señoras. Digamos que el turismo más “pobre”.

AC: El problema no está en que esos turistas de la Barceloneta sean más pobres o gasten menos dinero que los saudíes de los yates, sino en que se ha hecho una propaganda bestial con nuestro dinero en vender Barcelona como España y olé, alcohol y playa, y te viene lo que te viene. Se está incentivando este modelo por la promoción que se hace fuera de aquí en toda Europa.

JSI: Mucha gente deja su casa a guiris por air.bnb cuando se va de vacaciones para ayudarse a pagar el alquiler, y ahora el Ayuntamiento dice que va a perseguir estas prácticas. ¿Qué piensas de los pisos turísticos?

AC: Vamos a ver, pasa lo mismo que antes. Los grandes defraudadores y los pequeños, los avaros y los que buscan sobrevivir. Una cosa es el piso turístico de un tipo que tiene en Barcelona un montón de pisos que alquila por esas plataformas a un montón de turistas y se forra, y otra cosa muy distinta el pequeño propietario que para llegar a final de mes le ha alquilado el piso una semana a unos guiris. Aquí estalla el escándalo y señalan al pequeño. Se buscan soluciones mediáticas, inmediatas y torpes.

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JPR: ¿Qué ciudad real representaría tu modelo para Barcelona, o por lo menos se acerca?

AC: No hay una ciudad perfecta, igual que no un país perfecto. Podemos ver cosas que sí se hacen bien en ciertas ciudades, y que habría que importar a la nuestra. Por ejemplo, en el tema de la vivienda, en Roma, que tiene muchos problemas con el turismo de masas y no es un ejemplo perfecto de ciudad, hay una experiencia que para mí es muy inspiradora. Un presidente de municipio tenía una situación de desahucios menos grave que la de Barcelona. Tenía cientos de vecinos que estaban en una situación de peligro de desahucio, y tenía muchas viviendas vacías propiedad de grandes empresarios inmobiliarios. Aunque teóricamente no tenía competencias, como decíamos antes, este hombre buscó la manera de tenerlas. Decretó el estado de emergencia, hizo una expropiación temporal del uso de estas viviendas vacías, colocó a los inquilinos, les cobró un alquiler social proporcional a las rentas y le ofrecía estas rentas al propietario: es decir, el Ayuntamiento hacía de administrador de fincas gratuito para los propietarios, no estamos hablando de comunismo, sino de intervenir en una situación de exclusión. Unas viviendas que están vacías, estropeándose, incumplen la función social. Los grandes propietarios lo denunciaron, y después de un largo proceso judicial, este político municipal ganó. Así que lo que antes era alegal, lo que “no se podía hacer”, se hizo y sentó un precedente.

JSI: Tengo la sensación de que en ningún momento aludes a una Barcelona no turística. ¿La Barcelona industrial es irrecuperable?

AC: Está en proceso de desaparecer, pero habría que evitarlo. Hay que apostar por una recuperación del tejido industrial de Barcelona. Hay que diversificar la economía. Antes hablaba de la burbuja turística. Bien, cuando estalle, será mejor que Barcelona tenga otras fuentes de riqueza. Ten en cuenta que, antes de que estallara la burbuja inmobiliaria, si alguien te decía esto le llamaban agorero.

JSI: Pero para renovar el tejido industrial, la tendencia sería la contraria de la que proponías para el turismo, ¿no? Quiero decir: lo que habría que incentivar son precisamente a las multinacionales, que son las que suelen abrir fábricas grandes.

AC: No se pueden hacer maximalismos, y no quiero que se entienda así lo que decía antes de las multinacionales. No se puede decir: ¡si gano yo, ninguna multinacional más, ninguna tienda de lujo más! Eso no es realista ni tiene sentido. Pero la alcaldía puede marcar tendencias en el mercado, porque el PIB de las actividades municipales representa el 5% de la economía de la ciudad. La capacidad económica de los 3.000 millones de presupuesto pueden marcar una tendencia. Por ejemplo: que la política de adjudicaciones, contrataciones y compras públicas siguiera unos criterios estrictos que premiaran un tipo de economía y no otra, como la justicia social y ambiental. Esta política de contratación excluiría indirectamente a muchas multinacionales. Pero no por un asunto de autarquía, ni mucho menos, sino porque muchas multinacionales no cumplen los más mínimos criterios de justicia social.

JSI: ¿Podríamos decir que Trias incentiva precisamente lo contrario?

AC: Podríamos decirlo no, es así. No haría falta que yo te dijera qué se debe incentivar si no estuviéramos en una situación totalmente adversa. El ejemplo del puerto de Barcelona, un lugar común, es claro. Allí se ha apostado por la élite, por los yates de lujo, por lo inasequible, y están enfocando toda la zona a algo que no tiene la más mínima relación con la ética social.

JSI: Cuando se descubrió que, en contra de lo que publicaba El Mundo, Xavier Trías no tenía dinero en Suiza… ¿te sentiste decepcionada?

AC: (Risas) No, no, nos tenemos que alegrar de que no sean corruptos, no podemos caer en esa villanía. Pero de cualquier forma, Trías representa esa otra ciudad que yo no quiero. Somos modelos contrarios. Más allá de si él es individualmente corrupto, Trías vive en la zona alta y nos dice a todos los barceloneses que tenemos que aprender a convivir con el turismo, pero él no convive con el turismo. Trías pertenece a esa burguesía catalana que, él mismo lo ha reconocido, ha veraneado con Millet y con otros corruptos. Él se ha movido en esa Barcelona que es la del Palau de la Música, que es la que yo no quiero. Así que me alegro de que Trías no sea, individualmente, un hombre corrupto. Pero representa al modelo que universaliza la corrupción y la desigualdad.

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Fotografía: BERNAT RUEDA

Categoría: Barcelona | 14 noviembre, 2014
Redacción: Juan Soto Ivars | Fotografía: Bernat Rueda | Redacción: Javier Pereda
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