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Hagamos memoria. La última vez que Loewe fue trending topic en España Twitter no existía e Internet sólo era un vago sueño. Fue a principios de la década de los 80, cuando el gobierno socialista de Felipe González se la expropió a Rumasa. Desde entonces, no se recuerda ningún otro lanzamiento, hecho o noticia protagonizada por la marca que haya provocado tanto ríos de tinta y bytes como su última y polémica campaña.
Durante todo el día de ayer, el viralizado spot, protagonizado por un grupo de jovencitos modernos algunos sin más mérito que ir peinados a la última o ser “hijas o sobrinas de”, fue criticado, parodiado y atacado con brutal saña en Twitter, acusado de ofrecer una imagen ridículamente banal de la juventud. Peores cosas se han visto, pero ya sabemos que los caminos de los retweets son inescrutables.
Lo cierto es que la campaña de Luis Venegas ha logrado que, de una forma u otra, todo el mundo hable de la marca Loewe, especialmente el público joven que puebla las redes sociales. Y de ahí surge la sospecha: ¿no responderá todo a una estudiadísima estrategia de marketing para explorar nuevos territorios?, ¿para acercarse a un público más joven y moderno?, ¿para romper con la imagen clásica y un poco anquilosada de la marca?
Quienes critican el vídeo por banalizar nuestra juventud deberían volver a verlo una y mil veces si hace falta hasta comprender que la campaña, como la marca, no va dirigida a todo el mundo, sino a la pequeña élite capaz de gastarse más de 1.000€ en un “simple” bolso de cuero. ¿Cargase la marca? Está claro que tampoco está destinada a su público habitual, por lo que su efecto sobre él puede ser mínimo.
El problema no es de Loewe, sino de la modernez patria, más preocupada a veces de la estética que de la ética. La moda y el lujo son conceptos puramente aspiracionales y, por suerte o por desgracia, los protagonistas del vídeo son el espejo en el que querrían verse reflejados muchos y muchas. Eso sí, seguro que calladitos hubieran estado más guapos y no hubieran recibido tantos palos. En su defensa también hay que decir que “La Danza del Sable” como banda sonora es capaz de despertar instintos asesinos hasta en una monja de clausura.
No hace mucho, una amiga que de moda sabe un rato me decía que “llevar un Loewe es ponerte 20 años encima”. Apuesto a que a partir de ahora no tendrá tanto reparo en colgarse uno del brazo.
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