Entonces, ¿qué hacemos con el obelisco?
Desde enero de 2011 el obelisco de la Diagonal es un gran monumento a la Nada. Tras 75 años de polémica existencia, es el momento de que los barceloneses decidamos su futuro.
En el cruce de Diagonal con Passeig de Gracia, también conocido como “el Cinc d’Oros” por las grandes farolas que lo rodeaban antiguamente, se levanta uno de los monumentos más famosos y a la vez más desconocidos de Barcelona. Cada día pasamos por delante del “lápiz” miles de barceloneses, la mayoría de los cuales desconocemos su historia o significado. Nada raro, teniendo en cuenta que desde su inauguración ha ido pasando de mano en mano, cambiando de causa según el momento político.
Un poco de historia
El obelisco fue inaugurado el 12 de abril de 1936 en homenaje a Francesc Pi i Margall, segundo presidente de la I República Española. Poco le duró el nombre porque tres años después, tras la Guerra Civil, las autoridades franquistas decidieron cambiar su signo y reconvertirlo en un monumento a la Victoria (la suya, se entiende).
La estatua original que lo coronaba, obra del artista Josep Viladomat, fue retirada y pasó cuarenta años criando polvo en un almacén municipal, hasta que fue nuevamente ubicada en la plaza Llucmajor. En su lugar se colocó otra figura femenina de bronce con un laurel en la mano derecha y una pequeña victoria alada en la izquierda, creada por Frederic Marès quien, curiosamente, había quedado segundo en el concurso que organizó el Ayuntamiento para escoger el monumento a Fransesc Pi i Margall.
Con la llegada de la democracia, el monumento dejó de tener sentido, si en algún momento lo tuvo. Para calmar a defensores y detractores, el Ayuntamiento tomó la salomónica decisión de sustituir la placa en honor a la victoria franquista por otra en homenaje a la Casa Real y rebautizó la intersección de ambas avenidas como Plaza Juan Carlos I, sin que se conozca a ningún barcelonés que la haya llamado así en veinte años.
La polémica
Está claro que la historia del “lápiz” ha sido movidita, tirando a convulsa. Pero todavía se le podía dar una vuelta de tuerca más. El 30 de enero de 2011, en cumplimiento de la Ley de Memoria Histórica, la estatua, de origen franquista, fue retirada y con ella la placa conmemorativa, quedando el obelisco huérfano de significado. Desde entonces, el cruce más fotografiado de Barcelona está presidido por un monumento a la Nada.
Partidos políticos e instituciones tienen claro el sentido que le darían. Mientras CiU y ERC apuestan por dedicarla a la Libertad, concepto amplio donde los haya, el PP preferiría recuperar el homenaje al Rey. Ricard Gomà, de ICV-EUiA, también ha expresado públicamente en alguna ocasión que debería recuperarse el medallón original en memoria a Frances Pi i Margall, como gesto de restitución de la memoria histórica. De momento sólo son intenciones y nadie se atreve a tocar el monumento. No están los tiempos para meterse en más charcos ni polémicas. Pero es cuestión de tiempo.
¿Le ponemos nombre?
En 75 años de historia, ¿alguien nos ha preguntado alguna vez qué queremos hacer con el obelisco? ¿Y si entre todos le buscamos un sentido al “lápiz”? ¿Por qué no? A lo mejor así deja de ser algo molesto y ajeno, y se convierte en un auténtico símbolo de Barcelona, querido y apreciado por todos.
Adelantémonos a los políticos, abramos el debate, propongamos causas y nombres, decidamos juntos. Y si al final determinamos hacer de él un Monumento al Sacapuntas estará bien, porque lo habremos decidido entre todos. Libre y democráticamente. Sin imposiciones de nadie.
¿Tú a quién o a qué lo dedicarías? ¿Te apuntas al debate? Te invitamos a participar dejando tu propuesta aquí, en nuestra página de Facebook o en Twitter con el hashtag #obeliscbcn. Veamos si entre todos le sacamos punta al lápiz y le ponemos nombre.