“Podrías hacer algo para Paseo de Gracia”, dijo mi madre desenfadada e imaginativa como siempre entre plato y plato. Corrían las nueve y algo de la noche un 3 de diciembre allá por el 2009. Estábamos en medio de una crisis que afectaba a todos los sectores, los recortes en sanidad, las preferentes, el rescate financiero, pero también la consolidación de las redes, la aparición de l@s malditos egoinfluencers, amazon, apple y google al poder. La revolución de las comunicaciones al fin y al cabo. El crujiente de langostino del Topic estaba en su punto pero el nuevo escenario me intranquilizaba, con esa sensación de no llegar nunca a tiempo y estar perdiéndome siempre algo. Por aquel entonces en el estudio nos adaptábamos al cambio, el término offline empezaba a estar muy presente, todo lo relacionado era prescindible, sonaba a obsoleto.

Sábado de junio 2020, post confinamiento, primer fin de semana de paseo matutino, desaliñado y con cara de qué coño está pasando, disfruto viendo a Ares, mi pequeña princesa, corriendo a su manera frente al Palau Robert como si nada hubiera pasado, inocente, bella, intrépida como ninguna persiguiendo palomas por doquier. A lo lejos oigo mi nombre, mascullado, como un sonido sordo. Me olfatean los pantalones, me relamen las manos, bonito chucho, pienso, pero no ha sido él. A dos metros reglamentarios y detrás de lo que parece un bozal reconozco a Edgar Melo, fotógrafo documental y colaborador de la revista. La conversación fluye en torno a lo personal y profesional, de lo que hemos aprendido y de lo que no durante la cuarentena y de la puta crisis que nos viene, de las diferencias con la otra y de cuál sería nuestra Utopía, personal y colectiva. Edgar se lo había preguntado whatsappeando a los colegas, sin excesivas respuestas, la cuarentena había hecho mella y estábamos más aturdidos que un test dummie de Fakeswagen.

Entre un momento y otro han pasado más de 10 años, he tenido la suerte de rodearme de profesionales, amigos y familiares para documentar esta etapa de Barcelona en la red. El Paseo de Gracia, que otrora fuera escenario de agitación cultural, era al inicio del proyecto editorial propiedad del turismo y perdía parte de la identidad y encanto para los barceloneses, me estaba pidiendo que recuperara ese espíritu, al menos online. Y a buen seguro que durante esta etapa nos hemos esforzado en hacerlo, pasando grandes momentos diseñando la revista, resucitando por un día a Gaudí, visitando el único piso habitado de la Pedrera, paseando por las calles desiertas a horas intempestivas, luchando por ser escuchado, el 15-M, días de libros y rosas, aprendiendo a pronunciar Virgil Abloh, conversando con los alcaldables de la ciudad en primera persona, aquelarres separatistas reclamando libertad pacífica y vandálicamente, rincones recónditos, gazpachos, besos y abrazos en la terraza de un hotel en las alturas, hasta que llegó él, lo nunca visto y vivido, el virus, el horror.

Podrían haber sido muchas razones que pararan las máquinas de la revista durante todo este tiempo, porque haberlas las ha habido, pero ninguna con nombre de película de terror al más puro estilo Craven, Pandemia. Y con ella la Nueva Normalidad, que podría ser también el nombre de una banda de la movida, pero no, es la movida. Es un cambio de mentalidad obligado en lo personal y en lo colectivo, que acelerará mucho o al menos debería el cambio socioeconómico que pide a gritos la civilización contemporánea. Una alerta roja más que suma en nuestra contra, como lo era la emergencia climática, las desigualdades sociales, la sanidad para unos pocos, o la falta de ideas para un desarrollo sostenible. Va todo ligado, ¿o me lo parece a mí?.

Desde la redacción hemos querido tomar el pulso de la ciudad y conversar con algunos de aquellos que la hacen diferente, queríamos saber cómo lo está pasando el comercio, la música, la cultura, a qué se enfrentan y cómo creen que podemos salir de ésta. También hemos invitado a muchos de los colaboradores a dar su peculiar visión. A todos ellos les hemos hecho una pregunta, ¿Cuál es tu utopía?

La mía, que por una vez se hicieran las cosas de otra manera, que haya una evolución real en el sistema socioeconómico mundial, cueste lo cueste. Quizás me valdría con que alguno de los puntos de la ODS de la ONU dejase de ser un objetivo para ser una realidad. Un secreto, creo que me valdría con ver crecer a mi niña por mucho tiempo, enseñándole a ser inconformista, creativa, honesta y tenaz.

Ah, y por qué no decirlo, he tenido más presente que nunca algo que ya sabía y que cada vez es más tangible, lo afortunado que soy. Por vivir, por tener a los míos cerca, por ser parte del primer mundo, por poder hacer aquello que me gusta y por qué no decirlo por mirarme el ombligo más de la cuenta. Es curioso pero la privación de libertad me ha acercado más a mis seres queridos, y me ha empujado a hacer muchos de los cambios que debería haber hecho hace tiempo, es lo que tienen los estados de alerta.

Esperamos que disfrutéis de otro número más de esta ya decana publicación digital que desde ahora dejará de ser diaria y recuperará el formato trimestral que la vio nacer, y esperamos que sea por mucho tiempo.

Se abre el telón, nombre de la película, Utopías. ¿Cuál es la tuya?