WALLACE, UNA FUENTE URBANA, DE 1872, PARA LA FRATERNIDAD DE LOS PUEBLOS
Descubre la historia de las fuentes Wallace distribuidas por el mundo.

fuente1 WALLACE, UNA FUENTE URBANA, DE 1872, PARA LA FRATERNIDAD DE LOS PUEBLOS

Delante del cine Comedia hay una discreta fuente. No hace mucho que ocupa este lugar, antes estuvo en la acera de enfrente, en el lado Besós. Se trasladó a su emplazamiento actual y se restauró para que luciera como en su día lo hizo. Y es que dicha fuente es una de las Fuentes Wallace que se instalaron en Barcelona con motivo de la rutilante Exposición Universal de 1888. A los que viajeros les será familiar ya que hay más de un centenar en París y también en otras localidades francesas (Burdeos, Nantes, Toulouse o Pau). Además de en Barcelona, San Sebastián y el Ferrol tienen una. En Europa aparecen en Burscheid (Alemania), en Zúrich y en Londres. En América en Nueva Orleans, en Montreal, en Montevideo y en Rio de Janeiro. Las hay hasta en Israel, Amman (Jordania) y Mozambique.

Fuentes distribuidas por el mundo
Las fuentes vieron la luz en París en 1872 cuando el filántropo inglés Sir Richard Wallace (1818-1890) se encargó de garantizar el abastecimiento de agua en la ciudad. Richard Wallace era el hijo ilegítimo del marqués de Hertford, un noble educado por su madre en París. Su padre lo contrató como secretario y, a su muerte, soltero y sin descendencia, aunque no heredó el título, recibió su fortuna. Y Wallace fue generoso con ella cuando fue necesario. Entre 1870 y 1871, durante la guerra Franco-Prusiana, se produjo el asedio de París, que Wallace lo sufrió en su casa, y la Comuna que finiquitaba el Segundo Imperio de Napoleón III y daba pie a la Tercera República. En setiembre de 1870, Prusia asediaba París, la población padece hambre y los desastres de los bombardeos enemigos. En enero de 1871 se firma un armisticio y se levanta el asedio. La guerra sólo ha traído  desgracias. Una de sus consecuencias es que el precio del agua se encarece. Preocupado por los problemas de higiene y salubridad y para evitar los consiguientes problemas sociales si el agua era más cara que le vino, Richard Wallace, que durante el conflicto financió un hospital y se encargó de distribuir víveres, llenó Paris de fuentes. Éstas no sólo habían de proporcionar el agua necesaria a los ciudadanos, sino que además habían de ser bellas y simbolizar, después de años de guerra, la tan necesitada fraternidad universal, la hermandad de los hombres, la paz entre los pueblos. Así las mismas fuentes que se instalan en Paris irán a otras ciudades. El mundo no debería olvidar la voluntad de Richard Wallace.

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Bellos diseños, pero poco prácticos
Las fuentes de Wallace debían ser útiles, estéticas y económicamente viables. Estos requisitos sólo eran asumibles con un material idóneo: el hierro fundido, fácil de trabajar y de mantener.

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Del diseño se encargó el escultor Charles-August Lebourg, un discreto artista de buen oficio que tuvo en el encargo de Wallace su trabajo más conocido. Su biografía dice que nació en Nantes en 1830, se formó en la Ecole de Beaux-Arts y dejó también obra en las iglesias de Sainte-Eustache y de la Trinité de Paris. Vivió con más pena que gloria y murió pobre en 1906.

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De la fundición de las piezas se encargó la fundición Val d’Osne, situadas en el Alto Marne.

El Ayuntamiento de París eligió el color verde oscuro típico de la ciudad para las fuentes (después se han pintado de los más variados colores)  y se buscaron los mejores lugares de la ciudad para cumplir con la finalidad con la que fueron ideadas.

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Lo que no es muy conocido es que hubo cuatro de fuente. El “modelo grande” es el más generalizado (y del que la fuente que evocamos es un ejemplo) con una alta base sobre la que se sitúan cuatro cariátides que, con sus manos y cabeza, sostienen una cúpula. Además de éste diseñó un “modelo adosado” para situarlo en las paredes de cuarteles, hospitales y estaciones de tren y que apenas se instalaron. Había también un “modelo pequeño”, para jardines, esencialmente un punto de agua tomado de una base y que caía en una vistosa reja. También pensó en un “estilo columna”  más barato ya que en vez de cariátides tenía columnas.

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No se puede discutir que esta fuente regalada sea bella y barata, pero es muy poco práctica para tomar el agua. El agua de la fuente cae del interior de la cúpula, entre las cariátides. Era una fuente para beber con recipiente propio. Los que no traían vaso podían usar uno  metálico que estaba atado con una cadena y que, por motivos evidentes, se eliminó en 1952 en Paris. Para facilitar tomar el agua se improvisó una pica en forma de concha que se adosó al conjunto.

Las Cariátides
Analizando la fuente podemos ver tres partes: una base elevada, las estilizadas cariátides, figuras femeninas que hacen la función de columna y que con sus manos y su cabeza sostienen una potente cúpula coronada con cuatro delfines. Las cariátides, dejan un hueco por donde cae el agua, que mana del interior de la cúpula. Para dar énfasis al simbolismo de la fuente, las cariátides representan los valores que ha de tener la fraternidad entre los hombres: la Bondad, la Simplicidad, la Caridad y la Sobriedad. Unas, la bondad y la caridad, tienen los ojos abiertos, están alerta, otras, la simplicidad y la sobriedad, los tienen cerrados, confiadas. No es esta la única simbología que se quiere dar a las cariátides, podrían aludir a las cuatro estaciones: Simplicidad la primavera, Caridad el verano, Sobriedad el otoño y bondad el invierno. Reinaría la paz todo el año.

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Quedan 3 de las 12 fuentes de 1888
En 1888 Barcelona se proyectaba al universo entero, aquel año abría las puertas la Exposición Universal y llegaron a Barcelona, según se dice, 12 fuentes que se distribuyeron por aquella añeja Barcelona de entonces. Mucho tiempo ha pasado y hoy de aquéllas sólo se conservan tres:

- La primera, muy conocida, está en las Ramblas, delante del Museu de Cera.

- La segunda, nuestra protagonista.

- La tercera tiene una vida más complicada.
Estuvo muchos años en la sede que Agbar tenía en Passeig de Sant Joan con Diputació hasta que el edificio, el palau del Marqués de Santa Isabel, fue abandonado por la compañía (ahora está el Departament d’Interior de la Generalitat). Se comentó mucho la desaparición de la fuente y  finalmente se ha ubicado en la nueva sede que la compañía tiene en les Corts, en el barrio de Sant Ramón i La Maternitat (General Batet 1-7).

Otras fuentes similares en Barcelona, las copias modernas y otra en la Ciutadella
El tiempo fue haciendo desaparecer las fuentes. Además de las inclemencias climatológicas y la letal combinación de agua y hierro, se ha hablado también como una de las causas de la desaparición los accidentes (como el que ocurrió con un camión y una fuente situada en las Ramblas, delante del hotel Oriente) y no han faltado las que afirmaban que se encuentran en algún jardín privado y que se consiguieron previo desembolso de un buen donativo a algún corrupto.

Para complicar más la historia de las fuentes hay que saber que se hicieron una serie de réplicas, de peor calidad que la original, en 1999. La fundición Salvi, especializada en farolas, se encargó del diseño, y se instalaron en tres lugares distintos: una delante del Hotel Oriente en las Ramblas (con lo que al pasear por ellas  vemos una fuente Wallace original y su copia), otra donde Valencia y Roger de Flor se unen a la Diagonal, y la última en Marina con la Gran Via.

Una prima hermana de las fuentes Wallace es la llamada “Font dels quatre nens” que se encuentra en la entrada de la Ciutadella, fue adquirida por el Ayuntamiento en 1875 a la misma fundición que hacía las fuentes Wallace. Se ha apuntado que podría tratarse de un modelo del mismo Lebourg rechazado en su día por Wallace. La verdad es que se parece bastante. Hay tres diferencias: la cúpula es aplanada, carece de inscripción y las cariátides son sustituidas por dos niños y dos niñas.

Seguro que, a partir de ahora, cada vez que pasemos delante del Comedia, miraremos de forma distinta esta discreta fuente.

Cultura
 | 16 Septiembre, 2015
Redacción: Edu García
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