Visión anarquista de la Guerra Civil
El Arxiu Fotogràfic de Barcelona presenta una exposición centrada en la gráfica anarquista del conflicto bélico.
Horta-Guinardó es el distrito 7 de los 10 en que está dividida Barcelona. Es un distrito extenso (el tercero tras Sants-Montjuïc y Sarrià) y diverso. Al noreste de la ciudad, su lejanía respecto del centro ha hecho que se mantuviera durante siglos sin muchos cambios. Hasta los años 50 no se convertiría en zona urbanizada. Su relieve es mayoritariamente accidentado con montañas (Collcerola), colinas (els tres Turons: el Coll, el Carmel y la Rovira) y valles. Es uno de los mejores miradores sobre la ciudad.
Está dividido en 11 barrios.
Sant Genís dels Agudells y Montbau encaramadas a la montaña.
Horta, extendido a lo largo del valle situado entre los turons de la Peira, a un lado, y de la Rovira, el Carmel y la Creueta del Coll
La Vall d’Hebron, La Teixonera y La Clota, en un valle a los pies de la montaña
Can Baró, Font d’en Fargues, el Carmel, encaramados en las colinas
El Guinardó i el Baix Guinardó en la parte más baja.
El distrito actual lo forman mayoritariamente los terrenos del antiguo municipio de Sant Joan d’Horta, independiente hasta 1904. El viejo municipio destacaba por la bondad de sus aguas y la escasa población dedicada a l agricultura. El actual distrito incluye también el Guinardó, que pertenecía a Sant Martí de Provençals.
El núcleo más antiguo se constituyó en Sant Genís dels Agudells que por su situación quedó aislado y su desarrollo posterior y la capitalidad pasó a Horta, en mejor situación.
LOS ATRACTIVOS DEL DISTRITO
El Hospital de Sant Pau i la Santa Creu
Sin duda, la joya arquitectónica del distrito es esta ciudad modernista dedicada a la salud. Los orígenes del Hospital se remontan a 1401, cuando Barcelona unifica sus seis hospitales y crea uno de grandes dimensiones en el Raval, con entrada por la calle que desde entonces se llama como el nuevo edificio. El paso del tiempo deja obsoleto el viejo conjunto hospitalario y se piensa en su traslado. El lugar escogido será el Guinardó, en un terreno equivalente a nueve manzanas del Eixample. El encargado de la planificación es el gran arquitecto Lluís Domènech i Montaner que piensa en 48 pabellones independientes, con grandes espacios ajardinados, para evitar los contagios, que se unen por pasillos subterráneos. Pau Gil, banquero instalado en París, ofrece un generoso legado que permite iniciar las obras, es en 1902. A la muerte del arquitecto, en 1923 se hace cargo del proyecto su hijo Pere Domènech i Roura. En 1928 se habían construido los 27 edificios de los cuales una gran mayoría de estilo modernista. Se inaugura en 1930. Destaca por el uso del ladrillo como material de construcción, la decoración cerámica y mosaico, además de la escultura o la forja. Trabajaron codo a codo con el arquitecto los escultores Eusebi Arnau y Pau Gargallo, los mosaistas Maragliano y Labarta o los vitralistas Rigalt y Granell. El magnífico conjunto fue reconocido, en 1997, por la UNESCO como patrimonio de la Humanidad. Desde 2009 ya no hay servicio médico en el recinto histórico, éste se realiza en un nuevo edificio construido en 2009. Hoy el hospital modernista es uno de los principales atractivos turísticos de la ciudad.
La Ronda del Guinardó y los escenarios de Juan Marsé
Por encima del Hospital de Sant Pau se encuentra la Ronda de Guinardó que, aparte de una vía importante, es el nombre de una de las novelas del escritor Juan Marsé, publicada en 1984. Los libros del escritor barcelonés son la mejor excusa para visitar el distrito. Sus personajes (El Pijoaparte, Teresa, el Capitán Blay, Montse…) se mueven por Gracia, el Carmel y el Guinardó, una zona de la que escribiría “maldito barrio de sube y baja y escóñate”. Un recorrido debería parar obligatoriamente en el Bar Delícias (Mulhberg 1), donde pediremos unas bravas de dos colores, o por la Biblioteca del Carmel, dedicada al escritor (murtra 135-145).
El Parc del Guinardó
Entre el abundante espacio verde (una parte del Parc de Collcerola está en el distrito) destaca el Parc del Guinardó que ofrece al visitante unas espléndidas vistas de la ciudad. Es un parque de grandes dimensiones y está formado por diversos sectores. En la parte baja, accesible desde la plaça del Nen de la Rutlla, está configurada a partir de terrazas. La parte más antigua, sobre ésta, fue diseñada por Forestier y Rubió i Tudurí y es un jardín frondoso en el que destaca la Font de Cuento, donde se realizaban fontadas y se explicaban, como indica su nombre, cuentos. La zona más elevada está formada básicamente por pinedas con impresionantes miradores.
torre Maria, residencia de Rovira i Virgili
Casas de la Cooperativa de periodistas
En el distrito tengo especial predilección por las llamadas Casas de la Cooperativa de periodistas, construidas a partir de 1911 como casas unifamiliares con jardín y que se conservan, milagrosamente, entre bloques de pisos. Fueron dos grupos, el llamado de La Mulassa y de Font d’en Fargues. Pocos pero interesantes testimonios se pueden apreciar en las calles Marqués de Foronda, Peris Mencheta, Pedrell o en la avenida Frederic Rahola.
Bateries antiaèries y barracas
Siguiendo con la búsqueda de excelentes vistas sobre la ciudad y de vestigios del pasado nos acercamos hasta lo alto del Turó de la Rovira, donde nos encontramos con las baterías antiaéreas construidas, junto con otras situadas en Sant Pere Mártir, en mayo de 1937, cuando, de forma intensiva, llovían bombas sobre la ciudad. Tras la entrada de las tropas franquistas, el 29 de enero de 1939, los cañones se desinstalaron y la zona quedó abandonada. Años después la zona fue ocupada por las barracas de los que, llegados a la ciudad, no podían permitirse otra vivienda. Se ha calculado que llegaron a haber más de 450 barracas en esta zona, un barrio que se llamó barrio de los cañones, como no podía ser de otra forma. La Barcelona preolímpica supuso el fin de las barracas y desde el 2011 los vestigios son parte del MUHBA.
Monumento a los brigadistas
No muy lejos de las baterías, en la Rambla del Carmel, encontramos un monumento en recuerdo de la participación de las Brigadas Internacionales en la guerra civil. Fue instalado por iniciativa del batallón Abraham Lincoln y la Spanish Civil War Historical Society , el 23 de octubre de 1988, junto el día que se cumplía el 50º aniversario del desfile, por la Diagonal, de las tropas voluntarias con destino al frente. El autor es Roy Shifrin, representa a David y Goliat: el casco de Goliat aparece caído en el suelo y el torso desnudo de David, con un escudo en la mano, se encuentra en lo alto de un pilar. Acompaña al monumento una palabras de La Pasionaria: “Cuando los años pasen y las heridas de la / guerra se vayan restañando, cuando el rechinar / de los días dolorosos y sangrientos se esfumen / en un presente de libertad, de paz y bienestar, / cuando los rencores se vayan atenuando y el / orgullo de la patria libre sea igualmente / sentido por todos los españoles, hablad a / vuestros hijos, habladles de estos hombres de / las brigadas internacionales. /Contadles como, atravesando mares y / montañas, / llegaron a nuestra patria como / cruzados de la libertad, / lo abandonaron todo / vinieron a nosotros a decirnos: aquí estamos, / vuestra causa, la causa de España es nuestra / misma causa, es la causa común de toda la humanidad / avanzada y progresiva. /Hoy se van. Muchos, millares, se quedan / teniendo como sudario la tierra de España, sois / la historia, sois la leyenda, sois el ejemplo / heroico de la solidaridad y de la universalidad / de la democracia. / No os olvidaremos, y cuando el olivo de la / paz florezca, volved!“ Y en 2011 se plantó, junto al monumento, un olivo, símbolo de paz.
Los lavaderos en la calle Aiguafreda
Horta fue famosa por la bondad de sus aguas, no sólo era buena para la agricultura sino que también lo era para el lavado de ropa. Las gentes pudientes de la ciudad acudían a las lavanderas de Horta para que limpiaran sus ropas. Aún hoy en una recóndita calle del barrio de Horta, el carrer Aiguafreda, se conservan vestigios de los lavanderos que en su día fueron usados en esta actividad entre industrial y casera. La calle es una de las más hermosas de la ciudad, a un lado encontramos modestas casas de dos pisos y enfrente los lavaderos que ya no rebosan agua y ropa en remojo como antaño sino que simplemente tienen una función testimonial y de recuerdo de cuando Horta era la lavandería de Barcelona.
Masias con distintos usos
Esparcidos por el distrito se conservan varias masías que recuerdan el pasado agrícola del distrito, hoy se conserva una parte de las existentes con distintos usos.
Plaça Eivissa y alrededores
Es una suerte de plaza Mayor del barrio. Bautizada con este nombre en 1907, ha llevado también los nombres de plaça del Progrés y del Mercat debido a que hasta 1951, cuando se construyó el nuevo mercado, acogía los puestos de venta. La plaza cuenta con la escultura Eivissenca de Joan Centelles, instalada en 1965. Los alrededores de la plaza son los rincones más genuinos del distrito. La esencia de lo que fue el barrio se respira por el carrer d’Horta y sus aledaños, hasta llegar a la plaça de Santes Creus donde se encuentra el antiguo ayuntamiento del municipio independiente.
Camí de Sant Genís a Horta
De los tiempos antiguos del pasado agrícola se conserva un viejo camino que recorría el actual distrito que lleva el clarificador nombre de camí de Sant Genís a Horta. Hoy une el carrer Lisboa, cerca de la plaça Eivissa, con la Vall d’Hebrón (Av. Vidal i Barraquer). Hoy es una calle con encanto debido a su entorno entre antiguas residencias.
Els Mistos
En la Vall d’Hebrón destaca uno de los monumentos más originales de la ciudad, es una gran caja de cerillas tirada en el suelo con una de ellas encendida. Es una pieza de grandes dimensiones realizada en acero y fibra de vidrio por Claes Oldenburg y Coosje van Bruggen. Fue instalada en 1987 para ornamentar el Parc de la Vall d’Hebron.
El Pavelló de la República
Muy cerca se encuentra la reconstrucción del Pavelló de la República para la Exposición Internacional de Paris de 1937. Fue una de las obras destacadas del arquitecto Josep Lluis Sert. Fue célebre por haber acogido, entre otras, tres obras maestras del arte contemporáneo: El Guernica de Picasso, La fuente de mercurio de Alexander Calder y El segador, de Joan Miró (lamentablemente desaparecida). El edificio fue una llamada de atención al mundo de la situación de guerra que vivía en España. Muchos años después y coincidiendo con la celebración de las Olimpiadas se pensó en la reconstrucción del edificio y actualmente acoge el centro de Estudios Históricos internacionales y la Biblioteca del Pabellón de la República, un lugar imprescindible para los que se dedican al estudio de la historia española desde la segunda república hasta la transición.
El Velòdrom y el barrio de los árbitros
Horta también fue sede olímpica en 1992. La Vall d’Hebron fue una de las áreas olímpicas acogió el tenis, el tiro con arco, el voleibol y el ciclismo es pista. Entonces se construyó el Pavelló de la Vall d’Hebrón y el Velódrom, una pista de 250 m revestida de madera. Fue inaugurado en 1984 con un Mundial de Ciclismo en Pista. Está dedicada al ciclista Miquel Poblet ganador de varias etapas en las grandes vueltas. Junto al Velódromo se sitúa una de las obras más interesantes del poeta Joan Brossa. Poema visual transitable en tres temps: naixement, camí -amb pauses i entonacions- i destrucció. Una reflexión sobre la vida con una enorme A mayúscula que simboliza el nacimiento que tras un camino, la vida, resaltada con signos de exclamación, paréntesis, puntos suspensivos, interrogantes… y así la A termina quebrada.
Las olimpiadas del 92 dejaron también una manzana de edificios, donde se alojaron a los árbitros, rodean la plaça Joan Cornudella.
Parc del Laberint
Es el jardín más antiguo de la ciudad, fue creado en 1791 y ampliado posteriormente. Era la finca de veraneo del marqués de Alfarràs, cuya residencia estaba en el actual carrer de Josep Anselm Clavé. Aunque en un estado de conservación lamentable, el palacio, que integra una vieja torre medieval, la Torre Sobirana, es de gran interés por su estilo arquitectónico con reminiscencias orientales. Lo más destacado del conjunto es el jardín neoclásico. Desde la llamada plaza de los leones, situada tras el palacio, la naturaleza se ordena formando terrazas, como en los jardines italianos. Destaca el laberinto de cipreses que le da nombre. Es el jardín del amor, concepto alrededor del cual se configura la decoración escultórica que ornamenta el parque. Así, una vez entramos en el laberinto, dentro nos espera el monstruo, que aquí no es el minotauro del laberinto de Creta, sino Cupido, siempre dispuesto a herirnos de amor por sus flechas. Adquirido a los propietarios por el Ajuntament, fue inaugurado en 1971 como parque público. Está catalogado como jardín museo, por lo que sólo los miércoles y domingos es gratuito. Es un rico delicioso que no hemos de conocer. Fue visitado, a lo largo de los años por tres reyes: Carlos IV, Fernando VII y Alfonso XIII.
Les Llars Mundet
En los años 50, por iniciativa del empresario ampurdanés instalado en México Artur Mundet, la Casa de la Caritat abandona el viejo edificio del Raval (hoy es el CCCB) y se traslada a Horta. Se eligen unas fincas rurales que habían sido el Campo de Concentración de Horta tras la guerra civil. El conjunto de edificios fue diseñado por el arquitecto Manuel Baldrich y se inauguraron en 1957. El emplazamiento, en plena zona boscosa, era ideal para su función. Hoy no son residencia de huérfanos, ancianos, enfermos y necesitados, les Llars Mundet constituyen el campus Vall d’Hebron de la Universitat de Barcelona. Antes de entrar hay que fijarse en una escultura de Josep Maria subirachs, es la primera escultura abstracta de la ciudad, fue instalada en 1958, la vanguardia artística se toleraba lejos del centro de la ciudad.
Palau de les Heures
Situado en el campus de Mundet, fue proyectado por August Font a finales del siglo XIX siguiendo el modelo de la casa señorial francesa. El nombre lo toma de la escultura de terracota que Josep Campeny realizó para la fachada. Era la casa de veraneo de Josep Gallart, un indiano enriquecido con el negocio de la caña de azúcar en Puerto Rico y que residía en Rambla Catalunya. En su residencia quiso competir con el vecino Palau del Laberint y lo mostró en sus jardines, parcialmente conservados. Sus terrazas con parterres, caminos y estanques son una buena excusa para acercarse. Como curiosidad histórica, el Palau fue residencia del president Companys durante los bombardeos de la guerra civil y para su seguridad se construyó un refugio.
Tres edificios religiosos
La antigua parroquia de Sant Genís está documentada en el 931 (es una de las 10 parroquias más antiguias de Barcelona). La construcción actual es del siglo XVI, sencilla y con pocos ornamentos. Junto a ella se conserva el cementerio.
Sant Joan d’Horta fue levantada en el siglo X vinculada a la familia Horta y se convertiría en parroquia a finales del siglo XIX. Destruida durante la Setmana Trágica (1909) y se reedificó, bajo la dirección de Enric Sagnier, en 1917. De nuevo la guerra civil obligó a la restauración que no se finalizó hasta 1980.
A finales del siglo XIV la reina Violant de Bar, esposa de Joan I el Caçador, construyó un monasterio para los frailes jerónimos que con el tiempo llegaría a ser muy importante. El monasterio, que se llamó de la Vall d’Hebron, fue arrasado por los franceses, en 1808, reconstruido y, en 1835, incendiado y abandonado. De la vieja construcción se conservan unos muros junto a la gasolinera de la Rabassada.
El Arxiu Fotogràfic de Barcelona presenta una exposición centrada en la gráfica anarquista del conflicto bélico.
Escondida en la ciudad encontramos los restos materiales de muros, calles, tumbas y acueductos de la hija de Roma.
Ahora que Barcelona sale a la calle para reivindicar sus derechos recordamos una gran victoria de la clase obrera.
Un repaso a los orígenes de la emblemática arteria, desde finales del siglo XIX a la Guerra Civil.