EL EXTRAORDINARIO MUSEO DEL PERFUME

LOS CINCO SENTIDOS DESPIERTOS
Un día pleno ha de estar lleno de sensaciones. Hemos de llenar los cinco sentidos: vista, oído, olfato, gusto y tacto. Es aconsejable hacerlo a menudo ya que cuanto más vemos, más escuchamos, más olemos, más  tocamos y más degustamos, más vivimos. Y si se trata de satisfacer nuestros sentidos, Passeig de Gràcia es un buen lugar. Los tenemos todos, unos más que otros. Veamos:

LA CASA JOSEFINA BONET
En el número 39 de Passeig de Gràcia encontramos la casa Josefina Bonet. Uno de los edificios que a duras penas logra asomarse entre las tres joyas arquitectónicas que realizaron Domènech i Montaner, Gaudí i Puig i Cadafalch y que configuran la famosa manzana de la discordia.

Se trata de un edificio construido a finales del siglo XIX para la familia Torruella y a la que su nueva propietaria dotó de una nueva fachada hacia 1915. El encargado del trabajo fue Marcel·lí Coquillat y en ella usó un repertorio formal en el que los elementos clasicistas son usados con la libertad del modernismo que lo aleja de los postulados fríos del academicismo aunque sin lograr un resultado demasiado logrado.

Es una casa de planta baja y cinco pisos que destaca por su tribuna central que ocupa las dos primeras plantas y su coronamiento. La tribuna cuenta con aperturas a base de arcos de medio punto y pares de columnas entre ellas. Repartidos en la fachada también destacan algunos interesantes relieves y en el interior se conserva un ascensor de la casa Cardellach.

Como en casi todas las construcciones del Eixample en la planta baja se encuentran comercios. En la casa Josefina Bonet se encuentra uno de gran importancia: la Perfumería Regia, que desde 1928 se dedica al negocio de los perfumes. De entre todas las perfumerías Regina destaca. A su buen trato, siempre te atienden con una sonrisa, y su nutrido catálogo, hay que añadir un aspecto que la hace única y es que acoge, en la trastienda, como las tiendas de antaño, un lugar acogedor, uno de los museos más extraordinarios de la ciudad.

EL MUSEU DEL PERFUM
El Museu del Perfum – Fundació Planas Giralt, fue inaugurado a mediados del año 1961 y es en su especialidad uno de los mejores si no el mejor. No destaca particularmente por sus dimensiones y es que se podría recorrer en un breve espacio de tiempo si no fuera porque las numerosas e interesantes piezas de su colección nos obligan a detenernos una y otra vez. El tiempo en el Museu del Perfum se alarga ya que hay más de 5.000 objetos que nos muestran la evolución de los frascos y recipientes destinados a contener  perfumes. Lamentablemente, el perfume, a diferencia del vino, pierde sus características con el paso del tiempo con lo que no es el líquido lo que se atesora en el museo sino los objetos que se han usado para elaborarlo, transportarlo, conservarlo y comercializarlo. Este tipo de museos son lo contrario a los grandes museos nacionales, tipo el Prado en Madrid, el Louvre en París o el British en Londres, que fueron creados a partir de las colecciones de los reyes que se hacen accesibles al ser convertidas en patrimonio de los ciudadanos. Los museos como el del Perfum y otros muchos son posibles gracias a la iniciativa privada, a la voluntad de unos pocos que sin preocuparse por el valor monetario ni por la premura del tiempo han ido coleccionando lo que más placer les proporcionaba como si de un acto de amor se tratara. Visitándolo nos podemos imaginar que, como si de hormigas se tratasen, movidos por el amor a su oficio y por un gran interés por los más amplios ámbitos del arte y de la cultura, la familia Planas, año tras año va enriqueciendo su colección con adquisiciones, donativos e intercambios. Por ese motivo el museo es algo abierto y en constante evolución. Se cumple así con la misión que se requiere a un museo: conservar, exponer y estudiar los bienes culturales, en su caso todo lo relacionado con el perfume.

LAS COLECCIONES
La colección empieza mostrando la evolución histórica. Las vitrinas iniciales, con paletas, alabastrones,  aríbalos, píxides, ánforas, epikysis, lekanys, leves, guttus, lekythos, askos, hidrias, espátulas, pinzas, botellas, ungüentarios, pateras, perfumadores, fiolas, balsamarios, cuencos, platos para incienso, tarros, urnas, jarritas, perfumadores, esencieros… podrían formar parte de cualquier museo arqueológico. El museo cuenta con numerosos objetos de las culturas egipcia, griega, etrusca, romana, árabe y oriental donde el perfume tenía un notable valor. Sin duda es el espacio del museo donde más falta hace un buen cicerone.

El museo continúa su colección histórica con una serie de objetos también artesanales agrupados por materiales, se pueden contemplar interesantes trabajos en cerámica y porcelana, vidrio coloreado, cristal tallado o soplado  y materiales nobles como el esmalte, el ópalo y la opalina, la plata, el oro, el marfil, el lapislázuli, el nácar…. Todas verdaderas joyas salidas de delicados talleres  y destinadas a distinguidos propietarios. Los objetos que se exponen bien podían enriquecer cualquier antigua casa museo o algún palacio de cualquier parte del mundo. Es fácil imaginarse algunos de los objetos en los tocadores o dentro del bolso de alguna elegante dama. Es ésta la parte del museo más cercana a la tienda de un anticuario.

Para terminar se recogen infinidad de frascos y objetos relacionados con la actividad industrial del perfume. Numerosas curiosidades de las marcas de perfume llenan las vitrinas que harán las delicias de los curiosos. Marcas conocidas y de diversas partes del mundo de las que se ha optado por exponer las piezas menos habituales. Nos encontramos con multitud de frascos, cajas y etiquetas meticulosamente ordenadas y catalogadas. Sin duda la parte del museo más próxima a los que hemos puesto nuestros ojos en ella, sin duda algún frasco nos resultará familiar. Entrañable los grandes recipientes que contenían litros de perfumes y que son de una  época en la que el perfume se compraba a granel.

LAS PIEZAS MÁS LLAMATIVAS
Si tuviera que destacar alguna de las piezas del museo, son especialmente interesantes la colección de vidrios catalanes, las extraordinarias “almorratxes”, frágiles objetos de cristal coloreado con forma de botella terminados en estilizados pitorros y que servían para verter por ellos los perfumes y agua de colonia.

Otra pieza que llama la atención al visitar el museo es un estuche de cuero de color granate en forma de libro con dos esencieros y un pequeño embudo en el interior, llama la atención por su propietaria, María Antonieta, la última reina, a la cual los franceses mandaron a la guillotina, de tan ilustre persona vemos el escudo, junto al del rey de Francia, grabado en oro.

En el apartado industrial destaca una pieza diseñada por Salvador Dalí en 1946, se trata del frasco conocido como Le Roi Soleil en que el artista jugó con un frasco en el que destaca un voluminoso tapón con forma de sol en el que se dibuja un rostro a partir del ordenado vuelo de unos pájaros que parecen ser golondrinas. Dalí trabajó con perfumes como aquí se explica.

Hay mucho que ver en el Museu del Perfum. Es una verdadera joya, especialmente recomendable para aquellos que quieran sorprenderse. Sin duda uno de los grandes tesoros que se esconden las calles de la ciudad.  Para aquellos que se dejen tentar por el pecado de la pereza y no tengan tanto tiempo como ganas de visitar el Museu Del Perfum o para aquéllos que quieran tener un buen complemento antes o después de la visita, es muy recomendable la web del museo, una magnífica herramienta, en especial su sección referida al catálogo. Todo un descubrimiento.