Visión anarquista de la Guerra Civil
El Arxiu Fotogràfic de Barcelona presenta una exposición centrada en la gráfica anarquista del conflicto bélico.
Dicen que Passeig de Gràcia transmite el pulso ciudadano mejor que cualquier otro lugar. Su evolución permite conocer los cambios que ha experimentado la ciudad a lo largo de los años. Fue primero un lugar de paso y más tarde de ocio, con cafés, restaurantes selectos, salas de baile, atracciones y teatros. Se convirtió en la residencia de la burguesía y se dotó de grandes construcciones. A mediados del siglo XX, fue el lugar donde se establecieron las grandes entidades bancarias y hoy en día, Passeig de Gràcia centra su actividad principal en el comercio y el alojamiento turístico. Los edificios históricos del Passeig de Gràcia han sido remodelados para ofrecer una oferta interesante. Así a lo largo de sus aceras vemos instaladas, una tras otra, las principales marcas de moda así como algunas de las principales cadenas hoteleras. Una de estas es la cadena de Hong Kong Mandarín Oriental Hoteles que en noviembre de 2009 abrió en Barcelona uno de sus exclusivos hoteles.
El lugar elegido para ello fue la antigua sede del Banco Hispano-Americano proyectado en 1955 por el arquitecto bilbaíno Manuel Ignacio Galíndez (1892-1980), quien fue durante más de 30 años el arquitecto encargado de levantar las sucursales de la entidad en las principales capitales españolas. Galíndez era un experto en construir entidades financieras y en Barcelona había levantado la sede del Banco de Vizcaya en 1930.
El edificio de Passeig de Gràcia 38-40 fue un edificio nuevo, con planta baja y siete pisos. Tenía un carácter austero muy marcado. Es un gran bloque compacto sin decoración alguna, que destaca por su fachada construida a base de piedra caliza con las aperturas de carpintería de bronce.
Para convertir este enorme edificio en hotel se realizó un concurso restringido que ganarían los arquitectos Carlos Ferrater y Juan Trias de Bes. De los interiores se encargaría Patricia Urquiola y de los jardines Bet Figueras. El resultado es de gran interés y el edifico bien merece una visita. Con la reforma se respetó el volumen exterior y sólo se conservó la fachada con las tres puertas que en su día daban entrada al banco y que fueron realizados por el prolífico escultor Frederic Marès.
El suyo no es un trabajo que destaque por su originalidad, no concede ni un ápice al espíritu vanguardista que después impregnaría la decoración de las entidades bancarias. Los años 50 fueron años de seriedad y para decorar un banco se esperaba un trabajo acorde con los tiempos. Se optó, por tanto, por una estética realista impregnada de idealización, propia de un régimen político y de una actividad comercial conservadores, y por una temática relacionada con el trabajo. Así la decoración usada por el Banco Hispanoamericano para su sede en Passeig de Gràcia era la esperada y no desentonaba respecto a otras entidades del momento. Una decoración convencional que dialoga con el interior innovador, elegante a la vez que osado.
Frederic Marès esculpió las tres puertas de acceso al edificio en granito. Los elementos verticales (montantes) y los horizontales (dinteles) están repletos de relieves que simbolizan el trabajo. Marès estudió la posición de los personajes y los diversos detalles para adaptarlos al lugar que ocupan. Diseñó un conjunto que presenta una unidad a pesar de estar formado por un conjunto de fragmentos diversos perfectamente ensamblados.
Vistos desde la calle, en los montantes, nos encontramos:
En la puerta de la izquierda, siete figuras masculinas representan a obreros realizando actividades dedicadas a la construcción. Abajo a la izquierda un obrero recoge material con una pala y sobre él otro levanta un muro y un tercero coloca unas vigas. A la derecha, cuatro trabajadores pican piedra con martillos hidráulicos.
En la puerta del centro, cinco personajes, tres mujeres y dos hombres, simbolizan el sector primario. En la parte izquierda está la agricultura, abajo se sitúan tres grandes espigas y sobre ellas una figura femenina con un cesto lleno de uva, representando la vendimia y encima una pareja que alude a la siega. En el lado derecho se sitúa la pesca, con dos delfines abajo sobre los que se sitúa una mujer con una cesta repleta de pescados y encima un pescador con una red en una mano y un remo en la otra.
A la derecha, seis personajes representan la industria. A la izquierda, abajo aparece transformador eléctrico enmarcado por líneas de zig-zag que simbolizan la fuerza eléctrica y sobre éste tres obreros manipulando maquinas. En el lado derecho, sobre un ancla y otros motivos relacionados con un puerto, observamos a tres obreros cargando objetos mediante cuerdas y poleas.
Para completar la simbología del conjunto, Frederic Marès situó en los dinteles de la puerta más relieves.
Sobre la puerta que alude a la construcción situó tres vehículos, un barco, un ferrocarril y un avión, que permiten el desplazarse por mar, tierra y aire.
Sobre la puerta central, aparece tumbada la figura de Mercurio, mensajero de los dioses y patrón del comercio, luce sus atributos habituales, el casco y las sandalias con alas y el caduceo, el bastón con las serpientes enroscadas que le protege en su labor.
Sobre la puerta relacionada con la industria aparece una vista de un barrio fabril con depósitos y tejados inclinados.
Las tres puertas que Frederic Marès esculpió para el Banco Hispano Americano simbolizan el trabajo y el progreso, la actividad y el avance de la sociedad, valores asociados en su día a la entidad financiera que lo encargó. Hoy, con el nuevo uso que tiene ahora el edificio, se añade un nuevo símbolo y es que aquellas personas que disfrutan de los placeres del hotel, al pasar por la puerta, dejan atrás el trabajo, que queda a su espalda y se dejan llevar por el ocio. Si, además de los valores estéticos, el arte público se adapta al espacio que ocupa aquí la obra que realizó Frederic Marès se adapta al espacio antiguo y al actual.
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