Visión anarquista de la Guerra Civil
El Arxiu Fotogràfic de Barcelona presenta una exposición centrada en la gráfica anarquista del conflicto bélico.
La cercanía de las elecciones municipales puede ser una buena excusa para visitar la Casa Gran, el edificio del Ayuntamiento de Barcelona y ver donde se reúnen nuestros representantes políticos. En el siglo XIII, cuando nació la institución municipal, el lugar de reunión fue primero el convento de los dominicos de Santa Caterina (hoy mercado) y, más tarde, el convent dels Framenors, el convento franciscano situado frente al mar, desde el principio de la rambla hasta la actual plaça del duc de Medinacelli. En el siglo XIV se considera necesario poseer un edificio propio y por ese motivo se adquiere la casa de Simó Oller, que está en el centro de la ciudad y Pere Llobet inicia la construcción del actual edificio. Las obras fueron continuadas por Arnau Bargués. Era un edificio de dos plantas. En la planta baja estaban las escribanías y la capilla, contaba con un amplio patio en el que una escalera descubierta permitía el acceso al piso superior donde destacaba gran sala para las reuniones de los consellers, el saló de Cent, y otras dependencias entre ellas el Trentenari, construido en siglo XVI.
Al edificio se accedía por una sobria fachada. Domina el muro que aparece agujereado por cuatro ventanas, tres de gran tamaño y otra más pequeña. Arcuaciones ciegas cierran el muro por la parte superior. A un lado se sitúa la puerta principal, construida con enormes dovelas de piedra y está coronada por escudos y una enorme imagen del arcángel San Rafael.
En el siglo XIX el viejo edificio fue modificado. Se derribó la iglesia de Sant Jaume, situada en lo que hoy es la plaça, y el edificio se dotó de una nueva fachada, su autor fue Josep Mas i Vila. La fachada gótica quedó mutilada, una de las ventanas desapareció y la puerta se recortó. Lo mismo pasó con el patio que quedó reducido. La nueva fachada, de estilo neoclásico, con grandes columnas jónicas de fuste sin estrías, rigurosamente helénico, se ornamentó con dos estatuas de Josep Bover que representan al rey Jaume I, el fundador de la institución en 1249, y al conceller Joan Fiveller quien, al enfrentarse al rey Fernando de Antequera al no querer éste pagar un impuesto al que todos estaban obligados, simboliza el defensor de los privilegios que la ciudad tenía. Coronando el edificio, Francesc Daniel Molina instaló un escudo rodeado de símbolos de la grandeza de la ciudad: encima la corona condal, símbolo de nobleza, a un lado un grifo, el guardián de los tesoros, símbolo de la riqueza de la ciudad, junto a frutas y verduras, y en el otro un yelmo y los símbolos del comercio, junto a trigo, símbolo de la riqueza natural. Los esculpió el italiano Filippo Casoni en 1853.
Francesc Daniel Molina fue también el encargado de la reforma del interior del edificio. En 1860 construyó el denominado Salón de la Reina Regente, hoy el Salón de Plenos. Está situado a un lado del saló de Cent. Es de planta semicircular, tiene forma de hemiciclo, y está cubierto con una media cúpula. La decoración pictórica la hizo Claudio Lorenzale que representó las alegorías de la ciencia, la técnica, la virtud, el comercio y la industria.
En la el centro de la media cúpula se abre la claraboya de Pere Falqués, la única nota modernista en un salón que demuestra una gran suntuosidad mediante el uso mármoles de distintos colores y decoración a base de apliques de tipo floral de color dorado. El conjunto es un buen ejemplo del neoclasicismo académico de tipo decorativista de Francesc Daniel Molina. Destacan los 50 bancos de madera, una reforma de Pere Falqués de 1891, donde se sientan nuestros 41 representantes a los que votamos cada cuatro años.
El Salón se llama de la Reina Regente en honor a María Cristina de Habsburgo (1858-1929), esposa de Alfonso XII y madre del Alfonso XIII. Maria Christina Désirée Henriette Felicitas Rainiera era archiduquesa de Austria y princesa de Hungría, Bohemia, Eslavonia, Croacia y Dalmacia. Con 21 años, en 1879, se casó con Alfonso XII al quedar éste viudo de María de la Mercedes de Orleans. Su marido le fue infiel con muchas amantes y al morir de tuberculosis en 1885 estaba embarazada. Nació un niño, la esperanza de la monarquía, el rey Alfonso XIII. La regente fue una reina sensata y quienes gobernaron fueron Cánovas y Sagasta. Al tener lugar la Exposición Universal de 1888 en Barcelona se habilitó el Salón como comedor para la reina y su hijo y desde entonces se conoce con este nombre. Aprovechando la visita se encargó a Francesc Masriera el cuadro que preside el salón.
Aunque se llame de la Reina Regente no fue para esta reina para la que se construye el salón sino para su suegra. Su erección se debió a la visita que rindió a nuestra ciudad la única mujer que ha accedido al trono: Isabel II (1830-1904). La “reina de los tristes destinos” o “la castiza” era hija de Fernando VII y de su cuarta esposa, fue reina cuando aún no tenía tres años en 1833. Pudo ser reina cuando su padre derogó el llamado reglamento de sucesión mediante la Pragmática Sanción que permitía una mujer en el trono. El perjudicado fue el hermano del rey, Carlos María Isidro. Estalló un conflicto dinástico y la primera guerra carlista (1833-1840). La regencia de su reinado estuvo a cargo de su madre María Cristina de Borbón-Dos Sicilias y del general Espartero y al cumplir los 13 años, uno antes de lo normal, se la declaró mayor de edad. Con 16 años la casan con su primo Francisco de Asís. Mal aconsejada, controladora e intransigente, se hizo impopular entre los políticos y en 1868 una revolución, la gloriosa, la echó del trono. Cuando visitó Barcelona y se inauguró el Salón el escultor Andreu Aleu la inmortalizó con un busto que retirarían al caer la monarquía.
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