Visión anarquista de la Guerra Civil
El Arxiu Fotogràfic de Barcelona presenta una exposición centrada en la gráfica anarquista del conflicto bélico.
Es posible que las personas que vayan a comprar a la perfumería Sephora del Triangle, sobre todo las más jóvenes, no sean conscientes que al bajar escaleras de la tienda, no sólo descendemos al subsuelo de la ciudad sino que, de alguna manera, también viajamos en el tiempo. Y es que esta perfumería, con sus columnas blancas y negras, es una parte de lo que en su día fue el primer centro comercial de la ciudad y el primero subterráneo de Europa. Estuvo abierto durante 50 años, entre 1940 y 1990, debajo del carrer Pelai, entonces calle de Pelayo, era la Avenida de la Luz.
Plaça Catalunya ha sido un punto crucial del transporte barcelonés. A medida que el transporte se iba extendiendo por la ciudad, la plaça Catalunya se convirtió en una estación principal, además de las líneas de tranvía y autobús, confluían en ella dos líneas férreas de larga distancia y tres líneas urbanas: el Ferrocarril de Sarrià, que circulaba desde 1863 y hasta 1929 transcurría por la superficie del carrer Balmes estableciendo una división que aún mantenemos entre la Dreta i l’Esquerra de l’Eixample; el Gran Metro, hoy una parte de la línea 3, que en 1924 unió Plaça Lesseps con Plaça Catalunya y el metro Transversal, parte de la actual línea 1, que lo hacía desde la Bordeta a Plaça Catalunya desde 1926. Todas estas estructuras férreas fueron posibles gracias a haber agujereado el subsuelo de la ciudad. Fue uno de estos túneles, situado sobre el primer tramo del ferrocarril de Sarrià, donde se inauguró el primer centro comercial de la ciudad y, aunque eran los años grises de final de la guerra, de hambruna y restricciones, miedo y represión, se quiso que el espacio tuviera un nombre brillante y así surgió la Avenida de la Luz.
La iniciativa fue de un hombre de Jaime Sabaté Quixal, ex combatiente y hombre de negocios bien relacionado con el régimen y que llegó a ser cónsul de Tailandia. Su idea era ambiciosa, él mismo lo contó en una entrevista años después “Mi idea era hacer una ciudad subterránea en pleno centro. Que el tránsito, los coches, los que tienen prisa, circularan por arriba, por la superficie. Y abajo, la tranquilidad. Tiendas, bares, cine. Todo muy bien arreglado. Muy bien iluminado y decorado. Pero el proyecto significaba enlazarla plaza Universitat con la plaza Urquinaona. Y ya ve… la cosa quedó en un pasillo. Un pasillo que no va a ninguna parte. Un final de trayecto para el que llega en el tren.”Se habló mucho del proyecto de la Ciudad de la Luz, sobre todo después de la inauguración de la Avenida de la Luz pero nunca llegó a realizarse. Los estudiosos han apuntado motivos económicos y la falta de una normativa clara para poder llevar a cabo la empresa.
Sabaté convenció a las autoridades del momento y contó con el apoyo de los responsables de la línea de ferrocarriles y pudo inaugurarse la Avenida de la Luz. Según la costumbre de la época, la Avenida de la Luz fue inaugurada con la tradicional presencia de las autoridades militares y religiosas, se realizaron ceremonias tanto al inicio de las obras como en la inauguración del complejo. El 28 de julio de 1940 así lo contaba La Vanguardia Española:
“Con asistencia de las autoridades, se celebró el acto inaugural de las obras de la Avenida de la Luz (…) El señor Vidal Burnils, de la Compañía Barcelonesa de Electricidad, puso de relieve la importancia de la obra que luego detalló el director general de dicha empresa, señor Sabater. El general Múgica, que asistía en representación del capitán general, pronunció un breve y bello discurso de tonos patrióticos, haciendo votos por el éxito de las obras iniciadas. Terminó el acto con la interpretación del himno nacional, dándose a continuación vivas a España y al Caudillo”.
Tres meses después, el 31 de octubre, La Vanguardia Española se hacía eco de la inauguración:
“Ayer tuvo efecto la solemne inauguración de la Avenida de la Luz (…)
Por la mañana a las once se celebró la ceremonia de bendecir la nueva Avenida. Asistieron a dicho acto el gobernador militar general Múgica quien ostentaba la representación del capitán general de la cuarta región; el teniente coronel Sr. Asensi, en representación del jefe superior de Policía; la delegada de la sección Femenina de Falange, camarada Felisa Bigler, y otras representaciones oficiales. El reverendo cura economo de la iglesia parroquial de Santa Ana, doctor Juan Salvans, en nombre del obispo administrador apostólico de la diócesis, asistido del reverendo doctor Angel Moga, procedió a la bendición de la mencionada Avenida de la Luz, acto que revistió gran brillantez.
A las cinco de la tarde, tuvo lugar la inauguración oficial de las actividades comerciales de esta nueva organización acto al que concurrieron el gobernador militar, general Múgica, en representación asimismo del capitán general de la región, alcalde de Barcelona, don miguel Mateu; don José Bernabé, en representación del gobernador civil interino, señor Mellado; fiscal de la Audiencia Territorial, por el presidente de la misma; reverendo cura ecónomo de la iglesia parroquial de Santa Ana, doctor Juan Salvans , en representación del señor obispo; consejero nacional señor Giménez Caballero, y general don Joaquín de la Llave. El general Múgica cortó la cinta simbólica que cerraba la entrada al recinto, declarando oficialmente inaugurado el referido certamen. (…). Por la noche se celebró en el recinto del cine en construcción (…) una cena en honor de nuestras primeras autoridades e invitados oficiales, ofrecida por el director general de dicho certamen, señor Sabaté, quien, al final de la misma pronunció unas palabras de agradecimiento por la colaboración y apoyo que en todo momento había encontrado en nuestras esferas oficiales para llevar a cabo esta magnífica obra, que tanto honra a nuestra ciudad.
Seguidamente hicieron uso de la palabra el jefe nacional de Radiodifusión, señor Rodiles, quien puso de manifiesto el esfuerzo que en los actuales momentos significa la realización de este certamen y, finalmente, habló el consejero nacional señor Giménez Caballero, el cual exhortó a todos los españoles a que contribuyan con todas sus fuerzas y con todo su entusiasmo a la mayor grandeza y a la mayor prosperidad de nuestra patria, hoy redimida por la espada brillante de nuestro generalísimo Franco. Terminó haciendo un caluroso elogio de la obra realizada por quienes han sabido dar cima a este bello certamen, orgullo de Barcelona, que es la Avenida de la Luz.
Al terminar el ágape la orquesta que durante el mismo ejecutó diversas composiciones de música española, interpretó el himno nacional que fue escuchado en pie y brazo en alto”. Así eran aquellos años.
La Avenida de la Luz era un largo pasillo de 175 m por 10 m, dividido en tres partes mediante dos hileras de columnas apareadas que separaban el espacio central más ancho de dos pasillos laterales donde se abrían los diversos locales comerciales. Se accedía desde la plaça Catalunya, por Balmes y Bergara. Por su diseño tenía cierto aire futurista y en este sentido apostaba por la luz, signo de progreso, como elemento distintivo. Por lo que a la presencia de la luz fue básico el hecho de que apoyando la iniciativa estuviera la Barcelona Traction la gran compañía eléctrica de la ciudad.
El nuevo espacio fue todo un éxito y el Ayuntamiento pronto le concedió la categoría de Atracción turística en 1949 con lo que era un centro de atracción para los forasteros que pasaban por Barcelona. Así fueron muchos los visitantes que pasaban por la Avenida de la Luz, atraídos por la novedad, querían hacer uso de aquel sensacional espacio del que hablaba la prensa que cifraba los visitantes en 70.000 personas diarias. La Avenida de la luz era el orgullo de la ciudad y vivió momentos de esplendor cuando en sus 68 locales se ofertaban los últimos modelos en ropa, joyas, electrodomésticos y cualquier producto novedoso. Se vendían joyas, relojes, perfumes, las máquinas de coses Sigma, artículos de viajes, bolsos, antigüedades, televisores, electrodomésticos, aparatos fotográficos e incluso armas. En sus bares se concentraban familias que merendaban antes o después de entrar al cine que fue la primera que abrió Pere Balanyà, en Navidad de 1942, o parejas y grupos que iban a la sala de baile abierta en la Avenida.
Tenía un locutorio de Radio Nacional que emitía programación en directo y también tuvo La Vanguardia una sala de reportajes. En ocasiones especiales se colocaban stands como si de una feria se tratara. A final de año acudían los reyes Magos y cualquier festividad contaba con su acto en la Avenida. Abrieron oficinas con representación desde cursos a distancia o apartamentos a las afueras de Barcelona hasta se vendían entradas para actuaciones. Tuvo una oficina de servicio postal y telégrafos y hasta una sucursal bancaria. Entre todas las ofertas de la Avenida destacaba un establecimiento donde era posible hacerse una caricatura o conseguir un exlibris de la pluma del gran dibujante Romà Bonet, Bon.
El paso del tiempo fue implacable con la Avenida de la Luz, surgieron nuevos centros comerciales más completos y poco a poco la avenida se convirtió en un lugar casi marginal, frecuentado por los pobres de la ciudad, especialmente los días de invierno a las 5 de la mañana cuando la Avenida de la Luz abría sus puertas. La suciedad empezó a ser cada vez mayor y aunque desde 1956 la Avenida entra dentro de la jurisdicción municipal el Ayuntamiento poco hacía a pesar de las quejas de los comerciantes. Una equivocación fue hacer pagar por usar los lavabos. Las tiendas fueron cerrando, los bares dejaron de servir exquisitos platos para mantenerse a duras penas con las copas de los que trasnochaban, el cine pasó a ofrecer películas pornográficas para terminar cerrando y el salón de baile se convertiría en salón recreativo. Y es que en los 70 y 80 se empezaba a hablar de Avenida de la miseria.
En 1984 un proyecto pretendía salvar el degradado espacio, la idea era crear una ciudad de los artesanos pero la idea no cuajó. El cierre definitivo de aquella avenida en decadencia llegó en 1990. Por aquellos años Loquillo inmortalizó la Avenida de la Luz cuando la convirtió en canción, decía de ella “que era un buen lugar para terminar las borracheras”, el video clip de la canción es un interesante documento.
En sus últimos años se tanteó la posibilidad de convertirla en parking pero al final se tomó la decisión de levantar el edificio comercial del Triangle en la entonces llamada “isla de la vergüenza” entre Bergara, plaça Catalunya y Pelai, en la que una parte de la Avenida renacía en la perfumería Sephora. Aún hoy, en el acceso a la estación de los ferrocarriles de la Generalitat que se encuentra al final de la calle Balmes unas solitarias columnas nos recuerdan aún este espacio ciudadano que en parte está aún escondido bajo la calle Pelai. Lo que fue el cine es ahora una sala de exposiciones de la compañía de ferrocarriles, quizás algún día podamos pasearnos por alguna parte más de la Avenida de la Luz.
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