Visión anarquista de la Guerra Civil
El Arxiu Fotogràfic de Barcelona presenta una exposición centrada en la gráfica anarquista del conflicto bélico.
Si tuviéramos que elegir un icono de Paseo de Gracia uno de los principales candidatos sería alguna de las 32 farolas-bancos inauguradas el 21 de diciembre de 1906 y diseñadas, expresamente para este lugar, por el entonces arquitecto municipal de Barcelona Pere Falqués i Urpí.
Falqués nació en Sant Andreu del Palomar en 1850 y murió en Barcelona en 1916. Fue uno de los arquitectos que, a finales del siglo XIX, trabajaron intensamente coincidiendo con la Exposición Universal de 1880 y la urbanización del Eixample. Aunque no es tan conocido como otros grandes arquitectos de la época su trabajo fue profuso e interesante. Sus construcciones están entre las más logradas del modernismo barcelonés. Le debemos la reforma de la iglesia de San Andreu del Palomar, la torre de la empresa Macosa, el mercado del Clot o la sede del distrito de Sant Martí, entonces villa independiente, donde nació, también levantó los Palacio de las Ciencias y de la Agricultura para la Exposición de 1888, hoy destruidas, y ya en Barcelona son suyas la sede del Distrito del Eixample, en la esquina Bruc/Aragó, el edificio de la Central Catalana d’Electrticitat, junto al Arc de Triomf y la estació del Nord, la casa Bonaventura Ferrer, en Passeig de Gràcia, por encima de los jardinets, el mercado de Sants o la Casa de Lactancia en la Gran Via. Trabajó en colaboración con algunos escultores para levantar algunos de los principales monumentos de la ciudad como son el dedicado al alcalde Rius i Taulet, junto a la Ciutadella, o el que lo está a Frederic Soler, Pitarra, en la Rambla. En su trabajo como arquitecto también aparece un rascacielos, la torre Condal que no llegó a levantarse y que, con 210 m de altura, fue diseñada en 1888 para sobresalir por encima de las inmediaciones de la Ciutadela, Pere Falqué ss emostró muy osado ya que sólo cuatro años, en Chicago se había levantado el primer rascacielos de la historia aunque sólo 10 pisos.
Trabajó mucho y bien y desempeñó un cargo de responsabilidad ya que fue arquitecto municipal desde 1889 hasta 1914. Desde ese cargo le debemos el haber tratado con criterios de calidad artística los elementos del mobiliario urbano. Suyas son las fuente de Canaletas y de Sant Pere y una serie de las que farolas hoy están en el Passeig Lluis Companys, junto al Arc de Triomf, en la Avinguda Gaudí, en su día en el cruce de la Diagonal o passeig de Gràcia, el popular Cinc d’Oros, o las de Paseo de Gracia que son las protagonistas de estas palabras.
En total, a lo largo del Paseo, hay distribuidas 32 farolas-bancos que son una buena muestra del gusto modernista por la línea curva. Constituyen, además, un excelente ejemplo del diseño barcelonés ya que se funden en una misma pieza dos elementos distintos: un banco para sentarse y descansar y una farola que ilumina tanto la calzada como la acera. Todo tratado con un carácter cercano a la escultura que la hace, además de útil, estéticamente bella.
El banco, sólido y macizo, está trabajado con la técnica del trencadís (quebradizo), característica del modernismo catalán. La superficie está cubierta totalmente a base de fragmentos de cerámica blanca como si de un mosaico o puzle de amplias teselas se tratara. Esta técnica la encontramos en diversos espacios de la ciudad y alcanza su máxima riqueza en la obra de Gaudí a quien a veces se ha atribuido erróneamente este trabajo. Inspiradas en los bancos de Falqués en 1974 se distribuyeron a lo largo del Passeig una serie de bancos alrededor de algunos árboles situados en las esquinas.
El banco, además de su función, como lugar de descanso, es la base de una farola de hierro forjado. Del banco arrancan dos altas y finas vigas de hierro que, a media que se levantan del del suelo se van curvando hacia la calle y terminan unidas como si se tratara de una esbelta media luna. Otras dos columnas finas, formando un ángulo recto, unen la punta de la media luna, de donde cuelga la luz que ilumina la calzada, con el banco. En la parte más alta de la farola, en el lado opuesto donde cuelga la luz, donde se dibuja el único ángulo recto del conjunto, aparece el escudo de la ciudad coronado por la corona condal con el murciélago. El murciélago, lamentablemente, es una cimera ya en desuso en el escudo de Barcelona, es un símbolo que se asocia al rey Jaume I quien, según la leyenda, fue advertido por este animal cuando, descansando en su tienda, fue sorprendido por un avance sorpresa de sus enemigos.
A media altura, en el lado de la farola que da a la acera, cuelga otra luz desde una forma espiral. Así la luz se dirige hacia los dos puntos que necesitan ser iluminados: la calzada y la acera. La decoración es rica y da a la farola un marcado carácter escultórico: entre las finas vigas que constituyen el esqueleto de la farola, se combinan formas espirales, retorcidas, de las que arrancan hojas abiertas y flores como si se tratara de una planta trepadora que se enfila por la farola dando al conjunto un aire transparente y ligero.
Estas farolas fueron realizadas en el taller de fundición del cuñado de Falqués Manuel Ballarin, quien además será socio del arquitecto Puig i Cadafalch. El parentesco de ambos artistas le supuso ciertas críticas en su época, se acusó a Falqués de usar más hierro del que era necesario sólopara favorecer a su familia. Pero las críticas más feroces fueron de orden estético y es que si hoy nadie se horrorizaría al ver las farolas en su día levantaron voces de protesta. Cuando la estética modernista dejó de interesar y un grupo de artistas jóvenes postulaba la vuelta al clasicismo, a la simetría y a la sencillez de las formas que caracterizaría lo que se dio en llamar noucentisme las farolas de Falqués se vieron como lo más horrible del Passeig. Así se ridiculizaron en una serie de dibujos por parte de los artistas gráficos. Una de ellas, firmada por Ismael Smith se burlaba de un día de viento intenso que, lamentablemente, no había conseguido arrancar tan horribles hierros.
O la que publicó Llaverías acompañada de un verso. Un ciudadano enfadado, agarraba por la solapa al arquitecto recriminándole
Oh; Falqués, home fatal!
Si mai al Passeig de Gràcia
Tornes a fer cap desgracia,
Te penjaré d’aquest pal.
Hoy a nadie se le ocurriría reñir al bueno de Falqués, al contrario lo trataríamos con cariño y le agradeceríamos su buen gusto con un sonoro beso.
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