Visión anarquista de la Guerra Civil
El Arxiu Fotogràfic de Barcelona presenta una exposición centrada en la gráfica anarquista del conflicto bélico.
Alejado del centro de la ciudad, en la Vall d’Hebron, se levanta el llamado Pabellón de la República. Se trata de una copia fiel del pabellón que España presentó a l’Exposition internationale des arts et techniques dans la vie moderne, la Exposición que se celebró en París, en el Palacio de Chaillot entre mayo y noviembre de 1937.
HACE 80 AÑOS
La España republicana, azotada por la guerra que los militares habían declarado al gobierno legítimo el 18 de julio de 1936, aceptó participar en el certamen parisino. El pabellón, inaugurado el 12 de julio de 1937, no fue concebido como el lugar donde se mostraban los avances tecnológicos españoles, sino que quería ser una llamada de atención al “esfuerzo maravilloso del pueblo español por defender su independencia y la causa de la paz en el mundo”. La República reclamaba la atención del mundo sobre su situación en un Paris donde todo se exponía. Mostraba carteles, fotografías, fotomontajes, plafones informativos. El filosofo José Gaos, el pintor Josep Renau y el escritor Max Aub se encargaron del contenido mientras que el contenedor, de 1.400 metros cuadrados, corrió a cargo de los arquitectos Josep Lluís Sert y Luis Lacasa.
UN EDIFICIO VANGUARDISTA
En tiempo récord, realizaron un edificio sobrio y equilibrado en la avenida del Trocadero, cerca del pabellón de la Unión Soviética y el de Alemania. Se adaptaba a la pendiente del terreno y se respetaron los árboles allí existentes. Sert explicó que «el pabellón tuvo que hacerse corriendo, todo con materiales en seco, como una casa desmontable, una estructura de acero vista y pintada en dos colores». Se usó material prefabricado. El pabellón tenía planta baja y dos plantas con muy pocas paredes.
La planta baja estaba unida a un patio que podía cubrirse y convertirse en un auditorio.
Una escalera exterior permitía subir al primer piso donde estaba la información y propaganda.
Al segundo piso, dedicado a las artes plásticas y populares, se accedía por una rampa y también por escaleras interiores que unían las tres plantas.
ARTE COMO HERRAMIENTA DE COMBATE
Se dice que el deseo del alcalde Maragall era traer el Guernica durante las Olimpiadas y sólo pudo cumplir su sueño parcialmente cuando pudo inaugurar la réplica del Pabellón de la República, el lugar dónde el Guernica fue expuesto por primera vez. Picasso explicaba que la pintura no estaba hecha para decorar apartamentos sino que eran un arma ofensiva y defensiva contra el enemigo. Y lo hizo denunciando el bombardeo de la población guipuzcoana en abril de 1937 por parte de la Legión Cóndor. Más de 1600 muertos y 800 heridos. El artista dijo “expreso mi execración de la casta que ha hundido España en un océano de dolor y muerte”. Ésta no fue la única aportación de Picasso al pabellón, se exponían cinco esculturas suyas entre las que destacaban “Cabeza de mujer” y “Dama oferente”.
En el patio se presentaba también la Fuente de Mercurio de Alexander Calder, que hoy está recreada en el patio central de la Fundació Miró.
A la entrada del pabellón estaba la escultura de 12 metros de altura que Alberto Sánchez Pérez, realizó con el esperanzador título de El pueblo español tiene un camino que conduce a una estrella hoy reconstruido a la entrada del Reina Sofía y, a menor escala, en Toledo.
También en la entrada había la interesante escultura La Montserrat de Julio González, hoy en el Stedelijk Museum de Amsterdam. Representa una mujer con un niño en un brazo y una hoz en la otra
En el segundo piso se exponía El pagés català en rebelia, un gran mural de Joan Miró, hoy lamentablemente perdido y del que se conoce por fotografías.
Entre otros objetos artísticos había una exposición en honor a dos escultores muertos en el frente: Francisco Pérez Mateo y Emiliano Barral.
El elenco artístico vinculado al pabellón se completaba con Luís Buñuel, que desde su cargo de coordinador de Propaganda del Servicio de la Información de la embajada de París se encargó de la producción audiovisual.
LA RECONSTRUCCIÓN
El pabellón, como estaba previsto, fue desmontado tras la exposición y el final de la guerra, apenas dos años más tarde, lo condenó al olvido. Hasta que, coincidiendo con los Juegos Olímpicos de 1992, el alcalde Pasqual Maragall pensó que la Vall d’Hebron era la zona ideal para la reconstrucción del pabellón que la República. Los encargados de realizar la réplica fueron los arquitectos Antoni Ubach, Miquel Espinet i Juan Miguel Hernández León. Se añadió al conjunto un planta semisótano.
UNA BIBLIOTECA EN EL EDIFICIO
Terminadas las Olímpiadas, se pensó en darle un uso al edificio. Dos años después de ser reconstruido, en 1994 un convenio entre el Ajuntament de Barcelona, la biblioteca Josep Maria Figueras y la Universidad de Barcelona permitió la apertura de la Biblioteca de la República adscrita en 1996 al CRAI (Centro de Recursos para el Aprendizaje y la Investigación). Cuenta con un fondo de más de 100.000 ejemplares y está especializado en la Segunda República, la Guerra Civil, el exilio, el franquismo y la transición, especialmente todo lo relacionado con Catlunya, así como también sobre el mundo soviético y la historia del siglo XX
CUALQUIER TIEMPO PASADO FUE MEJOR
Este homenaje a la República, curiosamente, está situado en el en la calle Jorge Manrique (aunque su dirección exacta es Avinguda Vidal i Barraquer como si hiciera un guiño a los versos que el poeta escribió a la muerte de su padre que decía “cómo a nuestro parecer, cualquier tiempo pasado fue mejor”.
(Las fotografías provienen de Centro de Arte Reina Sofía y son de la página web de la biblioteca de la república)
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