Visión anarquista de la Guerra Civil
El Arxiu Fotogràfic de Barcelona presenta una exposición centrada en la gráfica anarquista del conflicto bélico.
Se suele decir que los hoteles son importantes según quien se ha alojado en ellos. Innumerables son las personas que se han alojado, a lo largo de los años, en alguno de los hoteles de Passeig de Gràcia y si tenemos en cuenta que el hotel Majestic se abrió en 1918 seguro que encontramos allí un montón de huéspedes importantes, ya sea por sus obras o por su cuenta corriente. De ellos me centraré en un gran poeta alojado en un hotel emblemático: Antoni Machado y el hotel Majestic. ¿Cómo llega al hotel el poeta? Sólo con ver la cara del poeta ya nos imaginamos que no fue una estada plácida, estuvo aquí los tiempos revueltos de la guerra civil.
De Madrid a Valencia
Nuestra historia arranca en 1931, en octubre de ese año se concede a Antonio Machado su deseada cátedra de francés y se traslada a Madrid con su madre y la familia de su hermano José. Parece que la vida sonríe al veterano poeta, se dedica a sus clases, a acudir a tertulias, a escribir y a adorar a Guiomar, su amor de vejez. Pero la felicidad no dura para siempre y en julio del 1936 se produce el alzamiento militar. Pronto, la situación en la capital va siendo cada vez más tensa, las privaciones y la muerte crecen día a día y las autoridades deciden evacuar a diversos intelectuales y artistas hacia zonas más seguras. Rafael Alberti y León Felipe se presentan en casa del poeta para convencerle, se resiste a marchar. La insistencia y el ruido de las bombas hacen que termine aceptando. En noviembre del 36, “una mañana bombardeada de otoño”, escribió Alberti, la familia Machado parte en dirección a Valencia y poco después se instala en Villa Amparo, en el cercano pueblecito de Rocafort. Aunque su salud es precaria, se muestra activo, escribe mucho y variado, sobre todo sobre la guerra. Allí estará un poco más de un año, preocupado y debilitado, cada vez más comprometido con la causa republicana.
De Valencia a Barcelona
Como Valencia no es lo suficientemente segura se mueven de nuevo, con destino Barcelona, será en marzo del 38. De entrada se instalan en el Majestic. El movimiento de gente debía ser intenso en aquellos días. Los Machado, Antonio y su madre, su hermano José, su cuñada Matea y sus sobrinas Eulalia, Carmen y Mary, ocupan dos habitaciones. Como el ascensor no siempre funciona, se suele ver al poeta en los rellanos. Seguro que allí se encontró con sus colegas León Felipe, José Bergamín y el norteamericano Waldo Frank, interesado por su obra, que también eran huéspedes.
En recuerdo de estos tristes tiempos, desde 1989, cincuenta años después de su muerte, en el hall del hotel se puede ver una placa en homenaje al poeta, instalado por iniciativa de la Sociedad Cultural Andaluza Almenara.
Hoy, en el hotel, éste no es el único recuerdo del poeta. A principios del 2014, coincidiendo con el 75 aniversario de su muerte, la dirección del hotel dedica al poeta su mejor suite, la única con nombre del hotel, en la novena planta. Son 150 m2, la mitad una enorme terraza con excelentes vistas sobre la ciudad y decorada con cuadros y bien surtida con libros del poeta.
Se añade así, en el lugar donde se alojó, un nuevo recuerdo de su triste paso por la ciudad, más secreto y elitista, que la calle que desde 1978 el primer Ayuntamiento Democrático le dedicó en el Districte de Nou Barris, en el joven barrio de Canyelles.
Machado no estará mucho tiempo en el hotel, poco más de dos semanas después, a finales de mayo se traslada a la Torre Castanyer, en el Passeig de la Bonanova, que había sido abandonada por su propietaria e incautada por la Generalitat. Allí, las miserias de la guerra contrastan con un lujo perdido del edificio y los jardines anexos. Machado estará más tranquilo aunque no tenga con que calentarse cuando llegue el invierno, cuente con poca cosa para comer y casi nada que fumar, vicio arraigado en el poeta y que le acarrearía una bronquitis. Allí continúa escribiendo, de noche, viendo amanecer desde la casa, le visitan los intelectuales que se encuentran en la ciudad. Entre sus varias colaboraciones destacan la serie de 26 artículos que, con el título de «Desde el mirador de la guerra», publica en La Vanguardia.
Camino del exilio
Ante el avance franquista, el 22 de enero de 1939 un numeroso grupo parte al exilio en un coche de la Dirección de Sanidad, le acompaña de nuevo su familia. Llegan a la frontera cinco días después, Barcelona acaba de caer en manos de los subversivos, la guerra está a punto de terminar. El panorama que se encuentran es terrible, los coches están parados en la carretera. Una multitud espera para cruzar la frontera y abandonar un país en guerra. Se ha calculado que fueron 400.000 las personas que formaron el éxodo republicano. Bajo la lluvia, “ligero de equipaje”, cruza a pie la frontera. Tras pasar la noche en la estación de ferrocarril de Cerbère consigue plaza en el tren que va a Colliure. Un frio 28 de enero llegan al hotel Bougnol-Quintana. Sin un solo céntimo de moneda francesa, el gobierno republicano en el exilio se hace cargo de ellos. Cada vez está peor, la historia del gran poeta llega pronto a su fin. En cama, sin fuerzas, triste y sin esperanza, a las tres y media de la tarde del 22 de febrero la muerte visita a Antonio Machado. Como en Collioure hay muchos refugiados españoles, la noticia de su muerte corre inmediatamente, oficiales y soldados llegan hasta su cuarto, cubren su cadáver con una bandera republicana y lo rodean de flores. Lo entierran al día siguiente en una tumba cedida por una vecina en el cementerio de la localidad. Tres días después de su hijo Ana Ruiz también deja este mundo. Su cuerpo descansa junto al de su hijo y desde entonces allí siguen, recibiendo día a día respetuosas visitas que recuerdan la triste historia del poeta. Siempre que acudo me emociono y recuerdo el comentario que el periodista soviético Ilya Ehrenburg cuenta que oyó, en Barcelona, de la boca del poeta. “Para los estrategas, para los políticos, para los historiadores, todo estará claro: hemos perdido la guerra. Pero humanamente, no estoy tan seguro… Quizá la hemos ganado”.
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