Los mejores restaurantes exóticos de Barcelona
Un viaje con paradas en Etiopía, Corea, Bolivia, Hungría y Malasia.
Barcelona pide a gritos convertirse en una de las capitales europeas del bocadillo. Algo tan sencillo con embutir un cacho de cerdo entre dos hogazas de pan se ha convertido en un arte en esta ciudad. En cuestión de poco tiempo, las bocaterías gourmet han florecido en BCN. Estamos en plena edad dorada del maldito invento. Si estáis hasta el gorro del bocata cerdo de siempre y cada vez que veis una loncha de fuet o mortadela se os aparece el Fary, es la hora de buscar algo más excitante, algo nuevo. Estos bocadillos imposibles son vuestra pastilla azul: después de probar estas joyas desearéis quedaros para siempre en Matrix.
Bocadillo de cocochas
Entrepanes Díaz (Pau Claris, 189)
Vale, podéis pedir el de calamares y sumaros a los 200 millones de personas que lo han probado ya. No obstante, Entrepanes Díaz tiene en su carta de bocadillos auténticas virguerías que dejan a su ejemplar más famoso en un pasatiempo. El bocadillo de pulpo es maravilloso. Me comentan que el de cazón ha hecho llorar a más de uno. Personalmente, el bocata que me vuela la tapa de los sesos es el de cocochas. Todos en pie. Lo que viene es un pequeño orgasmo rebozado de cocochas de primera calidad (crujientes por fuera y melosas por dentro) y una capa de mayonesa con brisa de ajo perfectamente equilibrada. Poco más. ¿Parece fácil, no? Pues no encontraréis un bocadillo igual en toda Barcelona.
Bocadillo de tataki de atún
Bar Mendizábal (Junta de Comerç, 2)
No se puede tener nada en contra del bocadillo de atún. ¿Cuántas noches de nevera vacía nos habrá salvado este patético invento? No obstante, en la era hipster, el viejo bocadillo de atún pide a gritos su Sgt. Pepper’s, como los Beatles en el 67, y uno de los artefactos más molones producidos por este brainstorming psicodélico es el bocadillo de tataki de Mendizábal. Atún fresco en rodajas, ligeramente marcado; un colchón de aguacate tonificante; abundante reducción de soja; pan con cereales consistente y manipulable… Un milagro estival para los que han trascendido la lata de Calvo y hace tiempo que vuelan hacia otras galaxias atuneras.
Madriles
La Caputxeta (Tànger, 148)
Madrid en Poble Nou. Concretamente en la carta de La Caputxeta, uno de los comederos de culto del barrio. Aquí se facturan bocadillos gourmet para comensales sin pretensiones. Me cuentan que el más solicitado por los feligreses es el Madriles. Pan de Frankfurt, calamares fritos en su tinta, un toque de lima y una deliciosa mahonesa de plancton. Aseguraba el crítico gastronómico Pau Arenós en uno de sus artículos que este bocadillo tenía que volver a los astilleros porque no hay plancton. Lo cierto es poco importa si lleva plancton o esperma de cachalote: el maldito invento está de rechupete. Nunca una dentadura negra os sentará tan bien.
Mollete libanés
Antúnez (Neptú, 18)
Se está convirtiendo en uno de los secretos mejor guardados de la Gràcia fronteriza. Ubicado en el mismo vértice que antaño ocupó el mítico restaurante Mr. Brown, Antúnez factura tapas y platillos de enorme calidad; en sus dominios, está permitido que os pringuéis las zarpas. Quizás por esto, acaba de incluir un mollete libanés en la carta que es pura delicia y exotismo papilar. El panecillo se muestra incapaz de mantener a raya sus jugosos ingredientes: tiras de pollo que se deshacen en la boca, ensalada lolo, salsa libanesa, encurtidos, mayonesa de tomate y una lluvia de ras el hanout. Sugerente, sabroso, picante, colosal. Por cierto, me comentan que están preparando otro mollete de costillas de cerdo para fechas venideras. Imposible no volver con semejante cliffhanger.
Bons de porc 2.0
Sagàs (Pla de Palau, 13)
Mucho antes de que los hispters decidieran que los buns son los nuevos viernes, antes de que el esponjoso bocadillo asiático acabara como aperitivo en los eventos más chic, Sagàs ya facturaba esta vianda en solitario, con el sello personal del chef Oriol Rovira. Ahora, en plena moda de este bocado, el restaurante del Born especializado en bocadillos de lujo sigue haciéndolo como antes; puro, minimalista, al grano. Los bons de porc m2.0 de Sagàs son sencillamente celestiales y siguen estando por encima del 90 % de los buns ultrasofisticados de nueva generación de los sitios más nuevos de Barcelona. El pan al vapor parece una nube, la materia prima es alucinante y la salsa picante de cacahuete se antoja fundamental para alcanzar el clímax. Cigarrito y a dormir.
Frankfurt con gamba langostinera
Frankie’s (Muntaner, 233)
El perrito caliente, el frankfurt de toda la vida, tiene un nuevo templo en Barcelona. O mejor dicho, un nuevo laboratorio. En Frankie’s se han hartado del inmovilismo de la escena salchichera local y se han montado un festival alternativo para indies de la comida rápida. En su carta, los hot dogs se convierten en lienzos experimentales. Los hay con curry, con guacamole y mango, con mozzarella y tomate confitado, pero hay un ejemplar tan desafiante que no puede ser pasado por alto: el hot dog de gamba langostinera, mayonesa de soja y jengibre, toque de ajo, paja de puerro crujiente y una salhcicha señorial que explota a cada mordisco. No dejéis que vuestra intuición se imponga; luchad contra las señales de alarma que os envía el cerebro, y entraréis en un nuevo mundo de sabores y texturas. ¿Gamba y frankfurt? ¡Sí, se puede!
Bikini La Esquina
La Esquina (Bergara, 2)
La Esquina es un santuario rebelde en un centro de Barcelona sitiado por la costra guiri. Cocina sana y de gran calidad, recetas internacionales, zumos brutales, café de autor… Si sois hipsters radicales sufriréis tal colapso por síndrome de Stendhal que tendrán que reanimaros con una hipodérmica directa al corazón, como a Mia Wallace. ¿Adictos al bikini? Entonces, os desaconsejo que vayáis a este café-restaurante, porque todos los bikinis que comáis después de probar el de La Esquina os parecerán heces de orca. Es el mejor de Barcelona con amplia diferencia y no han hecho absolutamente ninguna parida moderna para reinventarlo. Sencillamente han eliminado el pan de molde aceitoso, lo han sustituido por pan de verdad, grueso, perfectamente tostado y embadurnado de grasa, y lo han hinchado a base de lonchas de jamón braseado de máxima calidad –nada de esa pasta rosácea atiborrada de agua que te dan en el 90% de los sitios- y cascadas de queso fundidísimo, chorreante. ¿Os acordáis de Meg Ryan en Cuando Harry Encontró a Sally? Pues eso.
Bocadillo del día
Bodega Montferry (Violant d’Hongria, 105)
Imposible destacar uno solo, cuando la bodega Montferry se saca de la manga cada jornada un bocadillo del día cuyo objetivo es derretiros el cerebro y haceros salivar como cánidos hambrientos en una carnicería. El ejemplar que veis en la foto pertenece a un bocadillo de san jacobos con sobrasada y salsa de mostaza. Imposible no babearse la pechera cual bulldog octogenario, ¿verdad? Basta con acudir a la página de Instagram o Facebook de esta bodega para disfrutar de las obras de arte que se sacan de la chistera a diario. Cada mañana se reinventan: de sardinas con guacamole, de jamón canario con pimientos, de choricillos de Benassal con queso azul, de bacalao con alioli… La auténtica iglesia del bocadillo barcelonés, un laboratorio para la clase obrera: estos bocadillos sí son imposibles.
Un viaje con paradas en Etiopía, Corea, Bolivia, Hungría y Malasia.
Cinco restaurantes convertidos en el paraíso de las empanadillas orientales.
El mercadillo celebra su quinta edición este fin de semana en los jardines del TNC.
Panàtics ha publicado una lista con las mejores panaderías de España, y hay unas cuantas en la capital catalana.