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Hoy triunfa más la idea de transformación, donde nada es nuevo verdaderamente aunque pueda llegar a parecerlo.
Bosques y miles de árboles quemados. Familias que se quedan sin hogar. Amigos que se quedan sin trabajo. Los números rojos que acechan en el calendario a fin de mes, y no justamente por ser festivos. Es un hecho que estamos viviendo unos tiempos difíciles. Los vivimos, los sufrimos y sin embargo seguimos adelante. Así lo vemos nosotros, ¿pero como debe verlo alguien de fuera? ¿Qué escribiría un periodista estadounidense al ver nuestra situación?
Eso es justo lo que hizo el periodista y escritor Julio Camba, pero al revés. En 1934 se fue a una Nueva York en crisis y empezó a escribir sobre lo que veía. Y todo lo que escribía no hacía sino dibujarnos leves sonrisas en los rostros. ¿Cómo lo consigue?
Hace poco Ana Maria nos hablaba de esta misma época a través de “Las uvas de la ira” de John Steinbeck. El tema central es el arduo viaje de una familia para encontrar trabajo y hogar. A diferencia de Steinbeck, en “La ciudad automática” Camba se centra en los pequeños y curiosos detalles de la vida en Nueva York: En la Gran Manzana la gente mendigaba vendiendo eso mismo, manzanas. “Nueva York aborrece a los negros, no cabe duda, pero los aborrece únicamente de las ocho o nueve de la mañana hasta las doce de la noche”, nos asegura Camba. También nos relata en detalle los peligros de hacerse millonario en la Gran Ciudad.
Y hay más y más detalles sublimes que Camba hábilmente detecta, codifica en palabras y nos transmite con una prosa fresca y ágil. El humor es omnipresente y sirve de hilo conductor de muchos artículos; no es para nada una simple carcajada para sazonar el texto.
El libro se estructura en pequeños artículos de dos o tres páginas cada uno. Son pequeños mordiscos de vida que se pueden leer en una tarde de playa y que garantizan volver a casa con una pequeña sonrisa y con el aire de optimismo que sopla por todo el libro. Un optimismo que parece decirnos “¿Crisis? ¡Pero si la vida es mucho más que eso!” En definitiva, un libro perfecto para rellenar los pequeños huecos de esos largos días de verano.
“La ciudad automática”
Julio Camba
Hoy triunfa más la idea de transformación, donde nada es nuevo verdaderamente aunque pueda llegar a parecerlo.
No existe un mundo perfecto único, varios modelos conviven y se yuxtaponen. En la mezcla de ideas está el valor.
Esta colección se dedica a esas ansias de vivir la vida al máximo para acabar en el hoyo. Una galería fotográfica de Bernat Rueda.