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Hoy triunfa más la idea de transformación, donde nada es nuevo verdaderamente aunque pueda llegar a parecerlo.
La Gala de entrega de los Premios Goya nos pone a mil a los periodistas del corazón y la farándula. Es la noche del cine, sí, pero también la noche de los estilismos, los postureos, las parejas y las sorpresas. Es la noche que algunas de nuestras actrices se vienen arriba y se piensan que son algo sobrenatural. Y sino que se lo pregunten a la reina del postureo máximo (como diría Ylenia), Paz Vega. La actriz llegaba a la alfombra roja con unos aires de estrella que la colocaban a la altura de la mismísima Audrey Hepburn. El vestido blanco de Calvin Klein es cierto que le quedaba espectacular, pero tenía un fallo: cuando empezaba a andar parecía C3PO. Incómodo a morir. Pero es aparecer Paz Vega y todo se para. ¿A que parece que tenga una carrera espectacular? ¡No rueda ni una película al año! ‘Spanglish’ fue en 2005, se fue a vivir a Los Ángeles, no ha hecho nada bueno y parece que sea el no va más. Vaya, un poco como Elsa Pataky, que se dan ellas una importancia que no tienen y vamos el resto y lo compramos. Blanca Suárez, gran ausente, por cierto, también transmite esa flipación, pero con la diferencia que sí que trabaja un poco más.
Las estrellas de verdad llegaron de los últimos, como manda el protocolo. Penélope Cruz, con su Versace Atelier (escote palabra de honor, para no variar), y Javier Bardem con traje negro, pajarita torcida y mangas demasiado largas (como Kiko Rivera en la boda de su hermano Cayetano, ¿recordáis?) llegaron juntos y posaron juntos. ¡Aleluya! La pareja suele aparecer por separado a las fiestas, galas y demás saraos. Y cuando pasan por el photocall muchas veces también lo hacen por separado. Es ahí cuando su ridiculez y antipatía ganan por goleada a su indiscutible talento. Pues eso, juntos y sonrientes, aunque los fotógrafos querían más. Les pidieron un besito, pero no se lo dieron. Eso ya hubiera sido el acabose.
También de las últimas llegaba Juleitte Binoche y poco antes ya lo había hecho Tim Robins, acompañado de Fernando León de Aranoa (podría peinarse alguna vez este hombre ¿no?). A mí el escote de Juliette me parece excesivo, pero casi no podía fijarme en él porque los pelillos encrespados del cogote me estaban poniendo muy nerviosa. Aunque nerviosos estaban ellos cuando empezó la gala y vieron en el escenario trucos de magia y actuaciones musicales propias de la gala de fin de curso de P3 ¡Qué bochorno!
Y empieza la Gala. Y yo sin ver a la Preysler y Vargas Llosa. Que los enfoquen ya, por Dios, que me va a dar un parraque. Sólo una imagen rápida pero con tiempo suficiente para analizar lo básico. La ‘perla de Manila’ había explicado que el protagonista era Mario y que su estilismo no le preocupaba mucho. No se puede ser más mentirosa. Se lo trabajó. Y no decepcionó. Vestido de Naeem Khan retocado para su edad. En el modelo original el escote llegaba hasta el ombligo. La Preyler decidió, correctamente, reducirlo y adaptarlo a algo más adecuado. Lo único que le falló fue el maquillaje, o la iluminación mejor dicho. Cuando conseguí verlos entre el público ella era un conguito. Parecía mulata. Más Michael Jackson que nunca. El Rey del Pop ha resucitado y no lo sabíamos. Ya avanzada la gala, cuando el escritor subió al escenario para entregar el Goya al mejor guion, pude verla mejor. Sin el Photoshop de la revista ‘Hola’ la socialité pierde, aunque poco le importaba. La Preysler tuvo su minuto de Gloria cuando Elvira Lindo la catalogó como la ‘estrella de la noche’. Bardem, Pe, Inma Cuesta, Luis Tosar y el resto de actores en aquel momento se quisieron morir. Y yo, pensando en sus caras de asombro e indignación, disfruté como una loca.
A los 20 minutos de gala, cuando empezaba a repanchingarme en el sofá, llega el Premio Goya al mejor actor revelación para Miguel Hernán. La historia de que Daniel Guzmán se lo encontró por la calle y le dio un papel después de preguntarle la edad me pareció rara (aquí mi compañero David Broc se reiría maliciosamente), pero los lagrimones posteriores que me provocó la emoción del director desviaron mis pensamientos retorcidos. Fue el momento más emotivo, más intenso y más real de toda la gala. Quizás es que nos pilló por sorpresa, pero para lo mal que iba todo, a algunos nos salvó la noche. Por cierto que el Goya lo entregó María León, vestida de Leandro Cano. Fue de las pocas que arriesgó en su elección y, para mí, de las mejores de la noche. Dicho queda.
En ese momento, ya incorporada de nuevo, atenta, emocionada, creyendo que la noche se había animado, va y le falla el micro a Dani Rovira. Ostiazo de realidad. Se lo arreglan y sigue con el discursillo. Bien salvado. Pero, aunque no soy experta en monólogos, eso se lo dejo a mi querido Andrés Torres, creo que los chistes eran justitos, previsibles, simplones y básicos. El ‘zasca’ a Montoro quizás fue el mejor, pero poco más a destacar.
Suerte que la cosa siguió bien. Tocaba el turno del Goya al mejor maquillaje y peluquería. Y van y entran Yolanda Ramos, Belén López y Enrique Villén. Una broma ¿no? ¿La peor peinada de la noche entrega el Goya a la mejor peluquera? El maquillaje de Yolanda Ramos era más o menos correcto, pero ¿el peinado? ¿Se había estado rebregando con alguien entre bambalinas y no se dio cuenta que le tocaba salir? Si quieren hacerlo a propósito no les sale. Por cierto que la manera de brillar de Belén López no era por un foco mal colocado. Se pasó con el Botox, seguramente ¿He dicho Botox? ¡Madre mía! El realizador me regala un plano de Belén Rueda. Empiezo a reírme y a saltar en el sofá ¿Otra broma de la noche? Su intento de parecer más joven no le salió bien. Todo lo contrario, diría yo. Buscándole un doble así rápido, a mí me recordó a la abuela del Titanic ¡El peinado era idéntico! Si se ha visto en casa, seguro que quiere llorar. Ya sabéis que ella nunca ha pasado por quirófano ni se ha hecho retoques (eso dijo en una entrevista en ‘El Mundo’ y todos seguimos descojonándonos), pero lo del sábado fue una oda sin palabras al Botox, al ácido hialurónico, a las infiltraciones de vitaminas, a las inyecciones y quizás, y sólo quizás, a unos leves estiramientos en la piel. Claro que Belén Rueda también negó en su día que mientras rodaba ‘Mar Adentro’ tuviera un rollete con Bardem. Los paparazzi, a día de hoy, aún se están riendo.
Pero venga, volvamos al tema que es el turno de entregar el Goya a la mejor dirección artística y para eso entran en escena Verónica Sánchez y Fernando Guillén Cuervo. Espera, un momento. Pero, ¿qué lleva Verónica Sánchez? ¿Qué es ese vestido? No le podía quedar peor. La actriz eligió un diseño de ‘The 2nd Skin’ con difícil corte, difícil estampado y difícil combinación. Lo que me parece extraño es que mirándose al espejo no se diera cuenta que le quedaba realmente mal. La peor de la noche, sin duda. Y, o sudaba como un pollo o el maquillaje estaba mal hecho, pero el brillo de la frente era incluso peor que el de Belén Rueda.
Siguiente turno para Aura Garrido y Marta Hazas. Las dos, guapísimas, se decantaron por el blanco, el color de la noche. Todo iba bien hasta que el guion les obligó a interpretar una especie de sketch que no hacía gracia, nada de gracia, aunque ellas intentaran reír para salvarlo. En una gala de caspa por excelencia me pareció de récord conseguir ser las más ridículas de la noche. Pobres, tanto glamour y tanta elegancia echadas por tierra por un guion lamentable. Vergüenza ajena de la buena.
Suerte que en medio de esta locura el realizador me ofrece un plano de Alex García. ¡Qué guapo! Pero, espera, ¿Quién está sentada a su lado? ¿Es Verónica Echegui? ¡No puede ser! ¡Si habían roto! Él está en el teatro trabajando con Manuela Vellés y los paparazzi los pillaron en pleno calentón por la calle. Aunque, ahora que pienso, se rumoreaba que Vellés y Alex García habían roto. Pues aquí tenemos la noticia. Después de unos meses de arrumacos y algo más con la Vellés, el actor y su ex se han reconciliado. ¡Qué lástima! porque Manuela Vellés me parece mucho más guapa y más simpática. Y de la Echegui no tengo buenas referencias. El desaparecido Bigas Luna me dijo en su día que de todas las actrices con las que había trabajado la más difícil, por carácter especial, había sido Verónica Echegui, y lo decía resoplando y agobiado. Un Bigas Luna que trabajó con Penélope, con Elsa Pataky y con un sinfín de súper divas, así que me asusté sobremanera pensado cómo sería esta joven. Pero se ve que a Alex García ese carácter especial le pone. Suerte para él. Por cierto que también estaba por ahí Miguel Ángel Muñoz, ex de la Vellés ¿se hablaron? Yo apuesto que sí.
Un par de premios más y llega el discurso del Presidente, Antonio Resines. Momentazo de la noche. El público reía a cada frase. Que no es el monologo de humor hombre, que es el presidente. El público estaba totalmente desubicado. Su discurso no fue nada convencional, gracias a Dios. Con su discurso, el realizador decidió que era el momento de enfocar a los políticos y aparece en escena Pablo Iglesias, vestido con esmoquin. Susto total. Los progres son así. Se va a ver al Rey y lo hace con las mangas de la camisa arremangadas. Pero va a los Goya, calla que estarán ahí todos los de la cultura que hay que tenerlos contentos, y se pone esmoquin. Si yo voy a trabajar a Zarzuela como periodista y no sigo las normas de protocolo, no me van a dejar ni pasar de la puerta. Iglesias ya se ha presentado dos veces y ha pasado de todo. Debe creerse que si se pone un traje va a convertirse en corrupto como algunos de sus compañeros de hemiciclo. Es verdad, no hace falta gastar dinero para eso, vamos a cambiarlo, soy de Podemos y austeridad ante todo. Pero calla, que me invitan a los Goya. Ahí sí que quiero quedar bien, ahí sí que no me importa venderme a algo tan superficial como la ropa, ahí sí que me visto como toca. Claaaaaaaaro.
Me estoy enrollando más de la cuenta y mira que quedan algunos puntos por destacar. Vamos a ello:
- Las más sexys de la noche fueron Úrsula Corberó y Clara Lago. Por cierto que estaba Nieves Álvarez entre las invitadas. Suerte que no apareció Velencoso porque el morbo en la zona de canapés estaba servido. La Corberó eligió a Teresa Helbig y fue, una vez más, de las mejores de la noche.
- Sorpresa para todos fue el estilismo de Cecilia Freire que acostumbra a no escoger bien. Pero eso ha cambiado. El sábado su vestido de Ana Loking fue también de los más acertados.
- Cadena Perpetua a Oscar Jaenada por su disfraz a camino entre el Zorro y Piratas del Caribe. Ridiculez máxima.
- Irene Escolar debe dejar de sobreactuar. En su dedicatoria me faltó un ‘el capitalismo me hace llorar’ para volver a ser trending tópic. Todo lo que tiene de buena actriz lo tiene de intensa. Calladita gana.
- La actuación de Serrat, ummm, ¿perdón? ¿Solo mi tele iba mal o es que el sonido era una pena? De ese momento sólo valió la pena ver a Vargas Llosa a punto de sobarse y a la Preysler sonriendo como si nada fuera con ella. Orgasmo.
- Leticia Dolera, preciosa de Dolores Promesas. Simpática y sencilla. Me la quedo.
- Dani Rovira puso el micro en el corazón de Asier Etxeandía para que escucháramos su latido. Sonó una canción de Rafaela Carrá. No hace falta decir nada más. Su traje azul, por cierto, de los más acertados de la noche.
- Natalia de Molina ganando el premio a la mejor actriz por delante de Penélope Cruz, Inma Cuesta y Juliette Binoche. Ganando no sólo el Goya sino también en estilismo. Su vestido de Georges Obeika era muy superior al resto de compañeras. Me sobró su excesivo catetismo nada más subir al escenario. No hacía falta. Pero menos falta hacía que cortaran su discurso. Aguantamos algunos peores y nadie dijo ni mu.
- Victoria Abril. Parece una loca. Así, sin más. Aparece en el escenario a entregar el Goya al mejor director y lo hace con esos pelos, con esa sonrisa y con esa dispersión. Improvisa un discursillo y aprovecha para pedir trabajo. Al más puro estilo Candela Peña. Todos desmayados.
- ‘El Corredor’ ganó el premio al mejor corto de ficción. Ya sé que no pega mucho aquí pero es un chascarrillo personal, lo siento. Me alegré como una loca porque uno de los protagonistas, Lluís Altés, es un actorazo y es también uno de los amigos que más quiero. Enhorabona Lluís.
Y poco más. Con todos estos ingredientes, la audiencia no falló y más del 25% de share siguió a Dani Rovira, a los ganadores y a sus discursos. Se bajó el telón. El año que viene, más.
Hoy triunfa más la idea de transformación, donde nada es nuevo verdaderamente aunque pueda llegar a parecerlo.
No existe un mundo perfecto único, varios modelos conviven y se yuxtaponen. En la mezcla de ideas está el valor.
Esta colección se dedica a esas ansias de vivir la vida al máximo para acabar en el hoyo. Una galería fotográfica de Bernat Rueda.