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Hoy triunfa más la idea de transformación, donde nada es nuevo verdaderamente aunque pueda llegar a parecerlo.
Para muchos, los parkings no son más que una necesidad. Son espacios transitorios que sólo destacan por su utilidad o su precio. Sin embargo, la mayoría de nosotros hemos pasado un gran parte de nuestras vidas pasando por ellos y, lo creas o no, ocupan un espacio importante en nuestra psicología colectiva. ¿Cuántos vídeos musicales has visto que transcurren entre los neones y el hormigón de un parking subterráneo? Y ¿cuántas películas terminan con disparos entre coches?
De allí mi fascinación por los parkings. Son espacios liminales de la ciudad, equivalentes a las salas de espera o el Inem: No-sitios, que sin embargo presencian vida y, si te fijas, están repletos de idiosincrasias. Esto no podía ser más verdad que en Barcelona, donde el gran plan de Cerdá para el Eixample ha sido reconfigurado para albergar los coches que durante el siglo 20 han sido el impulsor y el símblo del capitalismo-consumista. El resultado: parkings que parecen catedrales, que doblan como almacenes o que muestran su identidad propia a través de carteles y señalación casera. Y el lado humano también es llamativo: Durante el proyecto he conocido a refugiados de la guerra civil en Siria trabajando de vigilantes, trabajadores orgullosos que me querían enseñar los premios que ha ganado su negocio, y en un caso, un parking que de noche servía de almacén de comida para los necesitados.
Según los expertos, estamos presenciando el fin del coche en los centros urbanos. Desde el 2005 el numero de conductores de coches en las ciudades principales de Europa ha descendido un 9%, y no muestra muchas señales de recuperación. La crisis, la mejora del transporte publico y el alza del shopping por internet son tres de los motivos de este declive. Sobre todo, la idea de la libertad, ese mito fundamental del capitalismo, ya no se relaciona con los coches sino con la tecnología de comunicación. Las ciudades del futuro se pasarán a internet a través de las diapositivas y los videojuegos. Y los parkings del Eixample de Cerdà, a la historia.
Hoy triunfa más la idea de transformación, donde nada es nuevo verdaderamente aunque pueda llegar a parecerlo.
No existe un mundo perfecto único, varios modelos conviven y se yuxtaponen. En la mezcla de ideas está el valor.
Esta colección se dedica a esas ansias de vivir la vida al máximo para acabar en el hoyo. Una galería fotográfica de Bernat Rueda.