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Marina Herlop: “El componente clásico y jazz del piano juega en su contra”

Hablamos con la artista barcelonesa aprovechando su paso por MIRA Festival.

Categoría: Cultura | 7 noviembre, 2019
Ilustración: Anna Solsona | Redacción: Álvaro García Montoliu

Marina portrait def2 Marina Herlop: El componente clásico y jazz del piano juega en su contra

La pianista catalana de formación clásica Marina Herlop se ha dedicado a desmontar sistemáticamente los límites de su propia propuesta. Primero llegó Nanook, un disco para el sello de James Rhodes y después Babasha, donde compaginaba sus composiciones al piano con capas de electrónica contemporánea, cosidas a una voz única y arriesgando más que nunca.

A punto de terminar lo que será su tercer disco, con la electrónica y los ritmos urbanos más presentes que nunca -incluso en la composición- sigue llevando su música hacía parajes futuristas no vistos antes nunca en la electrónica española contemporánea. Pudimos hablar con ella en MIRA Festival.

¿En qué momento decidiste que el piano iba a ser tu principal vehículo de expresión en la música? Me interesa sobre todo, ese periodo en el que lo abandonaste durante la adolescencia. 

No lo decidí porque era la única herramienta que tenía junto a la voz. Tenía la suerte que el piano es un instrumento armónico por lo que podía componer con él. Sin él quizá hubiese buscado colaborar más gente o me hubiese planteado trabajar con ordenador.

Lo dejé porque estaba en el instituto. En ese momento, me gustaba pensar más en la idea de que era una chica que tocaba el piano, aunque no lo tocaba mucho. De niña no estudié una mierda, no me lo tomaba en serio. Me gustaba y se me daba bien, pero me daban palo las asignaturas de solfeo. Lo aparqué y dejé de pensar en ello durante años. Sin embargo, tenía algo latente dentro, que cada vez se hacía más grande. En Bachillerato, que hice Científico, los profesores me preguntaban qué carrera iba a escoger, y yo contestaba que me gustaba la música, a sabiendas de que eso era un disparate. Sobre todo, así lo veían en casa. La universidad me abrió de miras y me empoderó lo suficiente como para recuperarlo. Fue una semana en la que tuve una especie de epifanía. Como si de repente me replantease todo lo que estaba haciendo hasta entonces.

Cada vez haces un mayor uso de la electrónica, por lo que la etiqueta de nueva clásica se te queda corta. ¿Cómo te ves tú?

Esto de las etiquetas ya no tiene sentido. Estaba bien para la generación anterior en la que la música quedaba circunscrita al sitio y el momento. Entonces teníamos la radio, pero no teníamos Spotify ni un circuito de conciertos como el de ahora. Estaba todo muy compartimentado. Yo, que hemos crecido con internet, he escuchado más r&b que música de aquí, pero también he escuchado clásica, pop o hip hop. Todo eso crea una mezcolanza dentro que cada persona la imprime a su manera. En lo nuevo que estoy haciendo puedes encontrar un poco de todo eso, pero no sirven las etiquetas para describirlo. ¿De qué sirve decir qué tipo de música hace un grupo si puedo abrir el móvil y enseñártelo?

 

Cuando Metrópoli Abierta te preguntaba por el Primavera me hizo gracia tu respuesta diciendo que estás más cerca The Internet que de James Rhodes. ¿Cómo es tu enfoque a la hora de mezclar el clasicismo del piano con la música electrónica?

Para mí, la línea del tiempo no importa mucho. Está la música que es tan buena que trasciende su momento, pese que habla de lo que está pasando en ese momento. Cualquier “Nocturno” de Chopin está tan bien hecho que da lo mismo de qué año provenga. A la hora de hacer música, no me propongo qué cantidad de música pongo de cada cosa porque ni yo soy consciente de que lo hago. Es como si hubiese un duende que va archivando todo lo que uno escucha y él tiene su biblioteca de todos los géneros. Yo no tengo acceso a esa biblioteca, pero cuando hago música ese duende me va trayendo cada cosa para que salga de una manera espontánea en mis canciones. No es mi tarea descifrar mi música ni quiero saberlo, en todo caso le corresponde a un crítico musical. Solo quiero que mi música esté bien hecha y que de alguna manera explique algo que esté pasando hoy en día.

 

El piano suele ser un instrumento que genera sentimientos ambivalentes, hay belleza y tristeza, normalmente en él. Puede sonar cálido y frío, a la vez. ¿Cómo te sientes respecto a tu propia música, los sentimientos que a ti te genera?

¿No te pasa con la voz de tu madre que la has escuchado tantas veces que ya no oyendo un timbre concreto, sino lo que dice? El timbre del piano, por tenerlo tan interiorizado, no me genera ningún tipo de emoción, al menos de manera consciente. Para mí es eso armonía pura. Mi intención ha sido siempre experimentar, y si solo tengo un piano solo puedo experimentar a nivel rítmico y armónico. Buscaba acordes que aportasen sorpresa, que fuese música que no te diese la sensación que ya la has oído antes.

Mi música no me transmite nada porque la escucho demasiado, pero la que estoy haciendo ahora he procurado que emocionara y transmitiera más. No sé si lo he conseguido, pero al menos en mi caso me funciona. Para lo que soy yo está bien hecha. No en términos absolutos si lo comparamos con los grandes compositores de la historia, pero estoy muy orgullosa del resultado teniendo en cuenta lo poco que hace que estoy en el mundo de la composición y lo poco superdotada que estoy.

 

Nils Frahm ahora mismo juega en otra liga, Warp acaba de fichar a Kelly Moran… ¿corren buenos tiempos para el piano de vanguardia? 

No. Hay un componente del piano, que es el que tú decías antes, que es el que está muy asociado al mundo de la clásica y el jazz. Eso creo que juega en su contra, a conectar con lo actual que serían tímbricas de sintetizador, muchas percusiones y todo lo que está haciendo la música urbana. También otro componente del piano que estoy haciendo ahora que es el rubato. La mayoría de clásica no sigue un beat, el tempo va fluctuando y por eso emociona de esta manera. Mis dos primeros discos eran así, no podían tener un beat, y eso ha jugado mucho en mi contra. Hoy en día es más fácil hacerte un hueco en la escena si tu música tiene percusión, si incita a desinhibirse, a pasárselo bien. Que haya algo de trance.

Ya que hablas de hacer algo nuevo con tu música, algo que es nuevo de una manera literal es inventarse su propio lenguaje como haces tú. ¿Cómo es el trabajo de campo a la hora de crear letras?

Estoy harta de todo esto. Quería no hacerlo en el nuevo disco para que dejara de ser un tema. Es algo que singulariza mi proyecto sin yo haber querido que fuese así. Si no pongo letras no es para ser la chica que canta en un idioma inventado, es porque me la sudan las letras. Nunca las escucho en otros artistas, no me sé ni una. Soy la típica que va pensando en la música y va pensando en sus mierdas. ¿A mí qué lo que me cuenten? Estoy más pendiente de dónde me mueve la canción.

Cuando me puse a hacer lo mío y estaba acabando el primer álbum me di cuenta que ni estaban las letras hechas ni tenía ganas de ponerme con ello. Al final terminó convirtiéndose en ‘la cosa’, algo que me han preguntado millones de veces y ya me he cansado. Ahora quiero hacer letras que desafíen todo esto, pero tampoco voy a hacer letras para que no me pregunten eso. Eso sería algo anti natural. En este disco nuevo hay algo de inglés, sílabas indias… En estos lenguajes que creo todo es más friki que poético. A veces pongo guiños a amigos o palabras de otros idiomas que no tienen nada que ver con su significado. No hay nada profundo en eso, todo muy prosaico. Es buscar sonidos para poderlos cantar.

 

Te da palo, pero… ¿cómo consigues acordarte de todo, sobre todo en los conciertos?

Piensa que lo ensayo tantas veces. Ni te imaginas las versiones por las que pasa una canción antes de dar con el resultado final. No es medible. Más que en tiempo yo lo mediría en profundidad. No quiero sonar ida, pero está la dimensión humana y luego está la búsqueda del perfume. Cuando estás ahí metido es como si desaparecieras, te da igual tu vida, te da igual que tengas hambre. Estás pendiente de eso y te obcecas en encontrar una perfección, lo máximo que tú puedes dar.

Imagínate que hay una tela o una membrana, clavas ahí y puedes perderte ahí. Tienes que ir con cuidado para no perder el contacto con la realidad. Soy bastante obsesiva y hay momentos en los que hay casi un no retorno en el que haces versiones y versiones, mirando y remirando. Te puedes quedar ahí como quien se droga y se queda colgado. Esa perfección no existe porque cuanto más entrenas, más suben tus estándares y mejores cosas quieres hacer. Siempre acabo entrando en una espiral en la que no sé cuándo puedo acabar, podría hacer el mismo álbum hasta que me muriera. Hay un momento en el que has de entender que debes parar y conformarte con lo que hay. Este disco lo he estado produciendo yo y me he odiado. Trabajo sola porque soy consciente de que sería insoportable trabajar conmigo.

 

Hablando de perfección y sabiendo de la presión que supone en ti todo esto de hacer directos. De verdad que no te quiero sacar el titular ni empezar a polemizar, ¿pero crees que el público, especialmente en Barcelona, está a la altura de una propuesta como la tuya?

No sabes lo que me he rallado con este tema en el último año y medio. He estado en la mierda y ahora he empezado a salir. Uno es lo que es, tiene el carisma que tiene y da lo que puede. Pero luego está la circunstancia que lo rodea. A veces se da la comunión, pero la mayoría no. Empiezo a asumir que no formo parte de ese elenco de músicos que no van a poderse ganar la música con lo que hacen. No hay que buscar culpables, y eso que yo me he sentido así, pensando que mi música no es suficientemente buena, que como no tiene beat y es en piano es soporífera y no interesa… Hay pocos puentes con la vida humana y las emociones comunes, yo lo pongo difícil, lo sé. Pero no puedo hacer música que no me emocione. Para eso tendría otro trabajo, que ya lo tengo. Si ya en la música tuviese que venderme, prefiero hacerlo en otra profesión en la que gane mucho dinero.

No sé si no está a la altura, más bien no sé si yo escucharía mi música si no fuera mía. Pero eso me tendría que dar igual. Siento que tengo que expulsar esto que me va viniendo. Ya no sé ni por qué lo hago, pero me veo impulsada a hacerlo. He pensando en irme de Barcelona, pero a la vez pienso que si fuera tan buena mi música la gente la querría escuchar, al menos algún sector. Estoy poniendo de mi parte para que eso ocurra, dentro de mi marco, sin dejar de hacer algo que me represente.

 

Sé que los artistas odiáis estas preguntas, pero, ¿Cómo va a ser la presentación en vivo junto con Itunes 10.2?

Habrá nuevo material que tocaré en formato banda. Para mí es algo raro porque mi música ha sido concebida en un estudio sin la intención de tocarle en directo con otros músicos. Además, es muy difícil porque en el ordenador te caben infinitas pistas y no así en el formato live. No somos suficientes personas como para tocar todo lo que hay en algunas canciones. Somos tres chicas cantando, un percusionista y el bajista, que también canta a veces, y aún así hay voces que no sé cómo introducirlas. En mi caso, estaré al piano, pero para los temas nuevos estaré de pie o tocando cosas en el teclado, pero muy sencillas.

¿Es algo nuevo para ti esto de estar de pie?

Tengo otro proyecto, que se llama Myoboku, que acabamos de sacar un single. Somos un dúo, yo que pongo las melodías y otro chico que es bajista y hace las melodías. A nivel creativo somos un dúo pero en la banda también hay batería y guitarra. Cantar me parece muy sencillo. Lo he hecho pocas veces pero me ha gustado mucho. Siempre me he preocupado mucho de que musicalmente todo sonase perfecto a nivel interpretativo, pero la gente que va a los bolos no busca eso, quiere emocionarse y que seas capaz de transmitir una cierta energía. Por eso en este nuevo disco hay sobre todo voz, sintetizadores, muchas percusiones y bajo.

 

¿Cuándo y dónde saldrá?

No lo sé, no va a ser en breve. La demo de este disco la tengo hecha desde junio. Me he puesto como loca a enviarla a sellos, pero la respuesta ha sido tibia. Estoy pendiente de terminar el máster para enviarlo bien. Creo que mi proyecto no termina de salir de esa fase emergente, pero ya llevo más de tres años. Me he comido mucho la cabeza durante este verano, pero ahora ya está. Falta terminar este bolo, coger todas las sesiones del Ableton, editar voces, mezclarlo y masterizarlo. A partir de ahí ya se verá.

¿Sabes cuando tienes la sensación de que estás insistiendo mucho para algo pero ese algo no se te tiene que ser dado en ese momento? Ahora estoy entiendo que si tiene que pasar ya lo sabré. Ya se abrirán los canales para que eso ocurra. Desde fuera ya se sabe que estoy a punto para darlo todo, porque es la actitud que he mostrado siempre. No puedo hacer nada más. Envié esta demo a todo el mundo, fui muy pesada. Ya he estado en un sello pequeño y muy a gusto, pero siento que he de ir a un equipo internacional. No tanto por pretensión sino porque no sé qué voy a hacer aquí. ¿Pero cómo se van a escuchar mi música en Erased Tapes?

 

Pero si es un sello de nicho y de música de vanguardia, ni que sea una major…

Si no entras recomendado a un sitio no tienes opción. No sabes la de demos que les deben llegar al día. Hay eso de que si no tienes un número concreto de seguidores y visualizaciones no te hacen caso. Puedo pensar que mi música ocupa un lugar importante en el universo, pero entras en el canal de Youtube de Balconytv, al menos antes de que quitasen todos los vídeos, y ves tanta música que piensas que eres insignificante. ¿Por qué va a triunfar el mío? Me va bien como dosis de humildad. Hay mucha gente tan especial y diligente como yo, ¿por qué me tendrían que coger?

 

¿Y por qué no?

Claro, ¿por qué no? Pero tengo que darle menos vueltas a todo y dedicarme a hacer mi música. Voy a salir como un gladiador para este bolo. Me muero de ganas de enseñar esta música. Tengo una rabia acumulada y necesito contar cómo me he ido sintiendo aunque no haya unas letras claras. Estas canciones han estado compuestas en un período de ansiedad, de tener 27 tacos y pensar que no lo estoy petando. Hay una bisagra entre perder la esperanza y pensar que aún te queda otra oportunidad.

Categoría: Cultura | 7 noviembre, 2019
Ilustración: Anna Solsona | Redacción: Álvaro García Montoliu
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