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Hoy triunfa más la idea de transformación, donde nada es nuevo verdaderamente aunque pueda llegar a parecerlo.
A estas alturas del año, en lo más profundo del verano, dudo mucho de que quede alguien para leer estas líneas. Por si acaso, ahí van algunas recomendaciones de cómic para leer en la playa, el campo o a la vuelta de ellos, en las noches calurosas con coro de grillos.
Tom Gauld
‘Todo el mundo tiene envidia de mi mochila voladora’
(Salamandra)
Publicadas previamente en ‘The Guardian’, estas tiras del escocés Tom Gauld (1976) bromean con brillantez sobre la cultura moderna, ya sea la novela de misterio, la canción protesta “del futuro”, la crítica literaria, el debate científico o las propias convenciones narrativas de la literatura, el cine y el cómic. Es un humor referencial y a menudo metalingüístico, que funciona como un reloj gracias a la técnica depurada de Gauld, construida con un estilo “impávido” de personajes inexpresivos y narración neutra. Humor inteligente, sí, pero de verdad.
Jason
‘El loro de Frida Kahlo’
(Astiberri)
El noruego Jason (Molde, 1965) vuelve con los habituales “funny animals” de línea clara que, en sus manos, resultan más melancólicos que divertidos. En esta ocasión no hay una historia larga sino bastantes historietas cortas —perfectas para leerlas en la tumbona, ya lo hemos avisado desde el principio— donde los injertos con referencias cruzadas de la cultura popular (cine, artes plásticas, tebeos, alusiones para conocedores a músicos como Van Morrison o Chet Baker, etc.) producen piezas de surrealismo contemporáneo y humor no tan involuntario como quizá pueda parecer. De este modo, Frida Kahlo es aquí una asesina a sueldo que parece protagonizar un remake en viñetas de ‘Le doulos’ de Melville (en “El loro de Frida Kahlo”), el predicador de ‘La noche del cazador’ tiene que enfrentarse a niños en lugar de secuestrarlos (“La noche del cazador de vampiros”), las citas a Magritte se superponen en una historia negra contada con el desorden temporal propio de Godard (“Quien roba”), y así todo. Como siempre en Jason, el tono impertérrito que transmite su forma de dibujar y narrar no es cosa menor en la gracia de sus obras, coloreadas espléndidamente —aquí también— por el fiel Hubert.
Sam Alden
‘Y nunca volvió a suceder’
(DeHavilland)
Dos historias de ritos de paso, cada una en diferente clave aunque las dos dibujadas a lápiz “sin acabar”, un gesto que denota la búsqueda de libertad propia del cómic independiente. El joven Sam Alden (Portland, 1988) parece ajustar cuentas con su infancia y adolescencia evocando el primer amor, por supuesto nunca recuperado después (“Hawaii 1977”), y el desengaño de las fantasías igualmente juveniles (“Anime”). No, no existe El Dorado, ni siquiera en Japón, ni tampoco una Ítaca a la que volver, como atestiguan los cierres abruptos de ambas historias. La textura del grafito del lápiz, las manchas que este deja y la huella ocasional de la goma de borrar están todos a la vista. Como arrepentimientos mudos o recuerdos desvanecidos.
José Pablo García
‘Las aventuras de Joselito, el pequeño ruiseñor’
(Reino de Cordelia)
Partiendo de las memorias de Joselito y otros materiales para cruzar la documentación, José Pablo García (Málaga, 1982) se embarca en una biografía del cantante Joselito, memoria viva del folklore español durante el franquismo, y la pone en viñetas cambiando de estilo a cada escena, a lo Daniel Clowes. La estrategia posmoderna da sus frutos y el resultado es un pastiche asumido que extrae pulpa histórica, y sociológica, de la vida del que fue estrella internacional de la canción y el cine, un “niño prodigio” surgido del hambre de la posguerra y explotado de la manera en que entonces se podían explotar a los menores en España. El Joselito de madurez también está presente al final del libro, tras su “rehabilitación” pública vía realities y platós rosas de Telecinco. Las notas finales, profusamente ilustradas con fotografías y afiches, complementan adecuadamente una obra que ha tenido una merecida repercusión mediática. Aviso: no hace falta ser fan de ‘Cine de Barrio’ para disfrutar esta novela gráfica.
Los Bravú
‘La furia’
(Apa-Apa)
Estas Furias modernas son dos chonis en tanga y su correspondiente cani de escolta que se marchan a la playa y la lían parda, con armas blancas o de fuego, indistintamente; los mortales que ahora deben expiar sus “crímenes” bajo la justa ira de las furias son, simplemente, los pijos de playa. Qué habrán hecho los pobrecitos. Entre las ‘Spring Breakers’ de Harmony Korine, el selfie para Instagram y el cómic de vanguardia actual, la pareja Los Bravú (Dea Gómez —Salamanca, 1989— y Diego Omil —Pontevedra, 1988—) se deja llevar por estas páginas impresas en risografía con una lógica narrativa que parece impulsada por el simple placer de dibujar. Que nadie busque moralejas o una verdadera historia aquí. Cuando ya se ha dibujado todo lo que había que dibujar, la Furia se tira al agua y, simplemente, nada en el mar. Bucea, emerge salpicando con su larga trenza y lanza un guiño cómplice al lector.
Franquin
‘La máscara’
(Dibbuks)
‘Gastón Elgafe’
(Norma)
‘Ideas negras’
(ECC)
En estos meses estivales coinciden en las librerías españolas varias reediciones de uno de los dos autores más importantes del cómic francobelga clásico (el otro es, por supuesto, Hergé). El belga André Franquin (1924-1997) dio alas a ‘Spirou y Fantasio’ desarrollando su universo de ficción desde finales de los cuarenta y contribuyendo de manera clave a la popularidad de la serie con su inventiva humorística y dinamismo visual. También creó personajes fuera de la colección como el joven desastre Gastón Elgafe, que irrumpió en la revista ‘Spirou’ allá por 1957 como elefante en cacharrería con vaqueros arremangados. La influencia de Franquin ha sido enorme, tanto entre sus colegas francobelgas como en el español Ibáñez, cuyos ‘Mortadelo y Filemón’ y ‘El botones Sacarino’ acusan la huella particular del Spirou y el Gastón de Franquin. La reciente reedición integral de ‘Gastón Elgafe’ (Norma) puede complementarse con ‘La máscara’ (Dibbuks), una aventura de ‘Spirou’ de 1954 en edición para coleccionistas, que incluye en cada página notas aclaratorias del crítico Hugues Dayes. Para rematar el verano Franquin, acaba de publicarse una nueva edición de sus “Ideas Negras”, una serie de historietas breves de humor negrísimo que realizó entre 1977 y 1983, donde sus clásicos narizones se tornaron siluetas negras para encarnar fantasías sádicas, acaso un intento de catarsis del autor de las depresiones recurrentes que padeció.
Grant Morrison y Frank Quitely
‘El Multiverso: Pax Americana’
(ECC)
Lo mejor de “Pax Americana” es que, siendo un episodio de ‘El Multiverso’, una serie de superhéroes escrita por Grant Morrison (Glasgow, 1960) y dibujada por diversos autores, uno no tiene por qué leerse la colección entera para disfrutar de este tebeo. La clave de “Pax Americana” es su despliegue formal, una apabullante “exhibición de fuerza” donde Morrison y su compinche habitual Frank Quitely (Glasgow, 1968) se sueltan el pelo para rendir homenaje al célebre ‘Watchmen’ (1986-1987) de Alan Moore y Dave Gibbons. Como hay excusa de universos paralelos, ya tradicionales en la editorial estadounidense que publica esto originalmente, DC Comics, tiramos de los personajes que inspiraron a su vez a los análogos de ‘Watchmen’, y a partir de ellos construimos una narración exuberante donde la interrelación entre el dibujo y el diseño de página, los juegos temporales, las retículas simétricas (inspiradas de nuevo en ‘Watchmen’) y las obsesiones habituales del guionista (la página de cómic como metáfora visual de un universo de dimensiones superiores en el que somos ficciones para “lectores divinos”) cristalizan en un tebeo memorable, al menos mientras se lee. Quizá se olvide pronto pero, como suele decirse, el viaje mereció la pena.
Varios autores
‘Orgullo y satisfacción. El Diccionario ilustrado de la democracia española. 1975-2015’
(¡Caramba!)
En sus páginas por orden alfabético, este ‘Diccionario ilustrado’ da buena cuenta en clave de humor satírico del presente y pasado reciente de nuestra querida España, esta España mía, esta Expaña nuestra. Los responsables son los sospechosos habituales de ‘Orgullo y Satisfacción’, el mensual digital surgido de la dimisión colectiva hace un año de la plana mayor de colaboradores de ‘El Jueves’ tras la última (auto)censura de una portada “real”. Manel Fontdevila, Albert Monteys, Bernardo Vergara, Guillermo, Manuel Bartual, Paco Alcázar, Triz, Luis Bustos y otros autores son los encargados de definir los “conceptos” en un solo chiste. La cosa va desde la A de Aznar a la E de ETA, la F de Franquismo, la G de González (Felipe), la P de Podemos y el PP o la Z de Zapatero (y Zarzuela). Por ejemplo: en una de las páginas-viñeta, Monteys se pregunta por el material del que está hecha Esperanza Aguirre; en otra, Alberto González Vázquez resume en dos imágenes de Felipe González el “cambio” del PSOE. Te lees otra página y te das un chapuzón, y vuelta a empezar. Hecho, es simple.
Hoy triunfa más la idea de transformación, donde nada es nuevo verdaderamente aunque pueda llegar a parecerlo.
No existe un mundo perfecto único, varios modelos conviven y se yuxtaponen. En la mezcla de ideas está el valor.
Esta colección se dedica a esas ansias de vivir la vida al máximo para acabar en el hoyo. Una galería fotográfica de Bernat Rueda.