Una mirada nostálgica a un clásico del verano: las noticias sobre gemelos unidos.
Categoría: Cultura | 12 agosto, 2015
Redacción: Jaime Barber
En los viejos buenos tiempos, los medios de comunicación las pasaban canutas para rellenar sus noticiarios en verano. Con los políticos y los futbolistas de vacaciones, a la prensa no le quedaba mucho más aparte de los incendios forestales y de ese pueblo de la Alpujarra donde celebran el año nuevo en agosto. ¡Qué panorama! Ante esta situación, las noticias de mierda tenían su oportunidad y, curiosamente, una misma noticia se hizo recurrente durante varios veranos: la separación de una pareja de siameses. El drama humano de los gemelos unidos, intrascendente el resto del año, copaba los titulares estivales y nos mantenía en vilo desde el preoperatorio hasta el alta médica de los hermanos -en el mejor de los casos.
Este fenómeno conoció su punto álgido durante aquel periodo de talante reposado, políticas sociales y falsa estabilidad económica que conocemos como la primera legislatura de José Luis Rodríguez Zapatero. En aquellos felices veranos anteriores a la crisis los diarios venían especialmente flacos y las complejas intervenciones quirúrgicas saciaban una necesidad de drama que hoy en día está más que satisfecha con la tasa de paro juvenil o los desahucios. El 5 de agosto de 2004, por ejemplo, seguimos atentamente la feliz separación de los hermanos filipinos Carl y Clarence en el Hospital Infantil Montefiore de Nueva York. El verano siguiente, el periodismo de guardia aplaudía el éxito del equipo médico saudí que desunió a los siameses egipcios Ala y Walaa, unidos por el estómago, tras una operación de once horas. El verano de 2006, en plena calma antes de la tempestad económica, necesitó de dos casos para llenar titulares: el de Regina y Renata, unidas por el hígado, los intestinos, los órganos genitales, la vejiga y los huesos del pubis; y el de, Maliyah y Kendra Herrin, que compartían un riñón, el hígado y el intestino grueso. Las dos historias tuvieron final feliz. Desde entonces, sin embargo, el protagonismo de estos sucesos se ha visto mermado en veranos demasiado conscientes de la triste situación económica y política.
En 2015 la actualidad no da tregua y los dramas globales alimentan las páginas de los periódicos: el Estado Islámico, los desastres ecológicos, la trama Púnica… ¡la marcha de Iker Casillas! En un verano tan complejo, los únicos siameses que parecían separarse eran Europa y Grecia. Las rotativas durante junio y julio no han dejado de girar y no hemos tenido ni un segundo para historias superficiales que a fuerza de repetición acaben calando hondo. La ración de chipirones en el chiringuito de rigor se nos atraganta y casi no nos acordamos de la última vez que nos rellenaron un informativo con una noticia sobre gemelos unidos. ¿Acaso el verano de 2015 no merece su pequeña tregua, su poquito de siameses? ¡Y qué bien les vendría a Rajoy o a Mas para tenernos distraídos durante sus vacaciones! Recuperemos de una vez aquellos veranos perdidos. Es cierto que solo uno de cada 200 000 nacimientos implica siameses, pero agarrémonos con fuerza a ese 0’0005 %. El año pasado, sin ir más lejos, fueron separados con éxito dos hermanos colombianos en el Hospital de la Misericordia de Bogotá. ¿Quién nos dice que no puede haber otra buena noticia pronto? Y también podemos celebrar la longevidad de Ronnie y Donnie, una pareja de siameses naturales de Ohio que a sus 63 años han entrado en el libro Guinness de los Records como los más longevos. Y si lo que queremos es un relato sentimental, los medios podrían cubrir en profundidad la historia de Ganga y Jamuna, dos siamesas indias enamoradas del mismo hombre. Después de 42 años compartiendo un estómago, cuatro brazos y tres piernas, ahora comparten también el corazón de Jasimuddin. Casi puedo oír a Matías Prats rematando la noticia: “Se lleva dos por el precio de una”.
Categoría: Cultura | 12 agosto, 2015
Redacción: Jaime Barber
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