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Hoy triunfa más la idea de transformación, donde nada es nuevo verdaderamente aunque pueda llegar a parecerlo.
Un año más, y ya son 26, Sónar volvió a demostrarnos porqué es nuestro festival preferido. Pese a todas las adversidades de esta edición, que desde la organización se ha definido como la más difícil, los escenarios de día estuvieron a la altura de las circunstancias, con excelentes actuaciones.
Berlinist arrancaba en SonarComplex un jueves en el que también brilló en el mismo escenario Daito Manabe, que nos deleitó con una propuesta sui generis y siempre empujando los límites de la experimentación electrónica. Las actuaciones en Village estuvieron marcadas por la diversidad, destacando entre todos Dengue Dengue Dengue, con un ritmo frenético y muy bailable. Mientras, Sevdaliza, en el SonarDôme, nos dejó sin palabras, y en el SonarHall la expectación por Arca llenó el espacio de incondicionales a los que espero les gustara su propuesta, muy performática, pero a la que le falta nivel vocal en muchas ocasiones. Nosotros nos quedamos con Lotic, que allí mismo dejó muy claro que con poco se pueden lograr muchas cosas.
De la sesión del viernes día esperábamos con impaciencia la presentación de Proto a cargo de Holly Herndon y su tropa. Propuesta arriesgada y personal de las que gana en directo. Lorenzo Senni nos trajo su versión menos conocida con un directo recuperando su banda Stargate que mezcló a la perfección Krautrock, rock sinfónico y dark wave. Destacar también a Masego, artista al que seguimos los pasos desde hace unos años y que llenó de buenas vibraciones el Village.
De la última jornada de día sin duda queremos destacar el directo de Max Cooper, quizás de lo mejor del festival diurno. Unos visuales de muchísimo nivel para un directo imprevisible en muchas ocasiones y lleno de matices electrónicos, IDM, minimal y techno en su versión más elegante.
Os preguntaréis por qué el título de este artículo, y es que como empieza a ser costumbre, la oferta del festival no queda sólo en el techno y sus variantes, y este año se vieron propuestas de todo tipo. La noche estuvo dominada por dos de los artistas que más fuerte están pegando en el grime de las islas, Skepta y un Stormzy que venía de encabezar el festival Glastonbury. El SonarXS se dejó seducir por el R&B del guatemalteco Jesse Baez y acogió la actuación más polémica de la edición, la de un Cecilio G, autoproclamado rey del Bogatell, llegando a lomos de un caballo. Tampoco decepcionó la música folclórica atemporal del MC granadino Dellafuente o una Bad Gyal que llevó su show de dancehall al siguiente nivel. Mención aparte merece Bad Bunny, la estrella trap y pop que más consenso genera a nivel mundial.
Sónar+D está cada vez más a la altura de lo que se espera de este evento, riesgo, innovación y mucho nivel tanto en las exposiciones, como las de BAU, debates o talleres, nuestra más sincera enhorabuena a Ventura Barba y el resto de los organizadores.
Por supuesto, todo esto no sería posible sin la entrega incondicional de los cientos de miles de asistentes que hacen posible, año tras año, un festival que no pierde fuelle pese a todo. Esto también es una carta de amor para ellos y el excepcional ambiente que generan en las jornadas diurnas. Míralo aquí también en formato galería.
Hoy triunfa más la idea de transformación, donde nada es nuevo verdaderamente aunque pueda llegar a parecerlo.
No existe un mundo perfecto único, varios modelos conviven y se yuxtaponen. En la mezcla de ideas está el valor.
Esta colección se dedica a esas ansias de vivir la vida al máximo para acabar en el hoyo. Una galería fotográfica de Bernat Rueda.