9:00. Felipe VI se levanta (ni muy pronto ni muy tarde), se ducha, un cafelito, se enfunda en su impecable uniforme de Capitán General de las Reales Fuerzas Armadas y, a través de una declaración oficial televisada, convoca a los tres ejércitos para celebrar la Diada de Cataluña… al estilo borbónico.
9:15. Comienza la operación “Felipe de Borbón, Episodio VI: La reconquista de Barcelona”. El jefe del Estado Mayor de la Defensa, el almirante general Fernando García Sánchez, moviliza a sus tropas con una misión: realizar un improvisado desfile militar que recorra las principales avenidas de la Ciudad Condal a mayor gloria del tricentenario de la victoria de Felipe V.
10:00. La iniciativa del monarca es acogida entre el estupor y la risa floja en Plaça Sant Jaume, donde Artur Mas reitera que no podrán frenar las legítimas aspiraciones secesionistas del pueblo catalán. El líder de ERC, Oriol Junqueras, no puede contener un “Mori el Borbó!” que llevaba años aguantándose.
10:30. La fuerza naval del ejército español toma posiciones en la costa barcelonesa. ¡No diga “bloqueo marítimo”, diga “fuerte abrazo militar”! La situación imposibilita el acceso de cruceros a la ciudad, frustrando la entrada de miles de turistas, y Las Ramblas regresan a su estado preolímpico de paz y tranquilidad, lo que despierta un inesperado sentimiento monárquico entre la ciudadanía.
11:00. Se escuchan voces críticas con Zarzuela en el Congreso de los Diputados, pero alguien grita “¡INVIOLABLE!” y se hace el silencio. Lo dice el artículo 56.3 de la Constitución: “La persona del Rey es inviolable y no está sujeta a responsabilidad”. Él es inviolable. Tú, no.
12:00. Las Fuerzas Armadas desembarcan en la Barceloneta, donde encuentran la resistencia de jóvenes ebrios y desnudos que campan a sus anchas por el barrio. Los vecinos creen por un momento que por fin las autoridades van a ponerse serias con el turismo invasivo, lo que provoca otro inesperado sentimiento monárquico.
12:30. Mariano Rajoy comparece a través de una pantalla de plasma para alabar la decisión del Jefe de Estado, que pondrá fin a las intolerables aspiraciones del pueblo catalán a manifestarse pacífica y democráticamente. Su deseo de expresarse en las urnas es contrario a la Constitución. ¿Votar? ¡Eso es antidemocrático!
13:00. La comunidad internacional permanece impasible ante la extraña maniobra militar desplegada en Barcelona. En un breve comunicado, el secretario general de la OTAN, Anders Fogh Rasmussen, declara que bastante tienen con ser ignorados por Ucrania, Rusia e Israel.
13:30. Un batallón mixto formado por compañías de los tres Ejércitos, la Guardia Civil, la Guardia Real y la cabra de la Legión desfila ya por la Diagonal. El gobierno central agradece el apoyo incondicional de esa mayoría silenciosa de ciudadanos que aplaude a las tropas desde casa.
14:00. La reina doña Letizia hace su entrada triunfal en un Paseo de Gracia libre de cruceristas rusos. Las principales firmas de moda se rinden ante ella.
15:00. En declaraciones a la Cadena Cope, Alicia Sánchez-Camacho afirma que “ya era hora de que Cataluña dejase de conmemorar una derrota y empezase a celebrar una victoria, porque con todo ese rollo “loser” se parecía al Atlético de Madrid de antes de Simeone”.
16:15. Se suceden los incidentes en distintos barrios de Barcelona, aunque al parecer se trata de Mossos d’Esquadra desalojando centros sociales. Xavier Trias tiene más problemas para controlar la situación que Jordi Pujol manejando el programa PADRE.
17:14. El ejército del aire divisa una masiva concentración ciudadana formando una gran ‘V’, que puede interpretarse como “la ‘vía’ para hacer explícita la ‘voluntad’ a través de la acción de ‘votar’”. El ministro de Defensa, Pedro Morenés, se apresura a aclarar que no es una ‘V’ sino un cinco, con la consiguiente rima castellana.
18:00. Finalmente, Felipe VI llega a la ciudad que fue sometida por su antepasado francés. Lo hace a bordo de un helicóptero que toma tierra en una gran plaza situada a pocos metros de las Fuentes Mágicas de Montjuïc. Al desembarcar, el rey se descubre rodeado de un conjunto arquitectónico representativo de todas las culturas del Estado español y, como Charlton Heston al final de ‘El Planeta de los Simios’, cae de rodillas con los ojos perlados y exclama: “¡Dios mío, he vuelto! ¡Era mi hogar todo este tiempo!”.