El último proyecto de arquitectura de J.A. Coderch
La tienda Minim recoge hasta el 30 de enero una exposición con documentación inédita sobre el último proyecto del arquitecto que nunca llegó a realizarse.
LA HERENCIA DE CODERCH
La exposición “La Herencia de Coderch” busca dar a conocer la parte más humana de uno de los arquitectos más respetados de la segunda mitad del siglo XX en nuestro país, José Antonio Coderch.
La muestra, que podrá visitarse en la tienda Minim hasta el 30 de enero, recoge documentación inédita de su último proyecto arquitectónico y sus antecedentes. Se trata de un proyecto inacabado, un concepto innovador en el que Coderch trabajó durante muchos años, cuya documentación estaba extraviada o no clasificada, y que se ha logrado recuperar para esta exposición.
Coderch había estado investigando cuál era la mejor planta como escenario para la vida de una familia que va cambiando a lo largo del tiempo. Su objetivo era crear el bloque habitacional perfecto, flexible, en el que cada vivienda se pudiera ir adaptando según las necesidades de sus habitantes en cada momento.
Siete meses antes de morir, el genial arquitecto entregó toda la documentación del proyecto al industrial y mecenas Juan Huarte Beumont, con el ánimo de que éste lo explotase. Pero el proyecto nunca llegó a realizarse.
JOSÉ ANTONIO CODERCH
Considerado como uno de los padres del renacimiento de la arquitectura española de postguerra, no era como la mayoría de sus colegas contemporáneos. No era “progre”, no quería saber nada de la gauche divine, y la frivolidad y el éxito no iban con él.
Coderch era extremadamente generoso, educado, libre, transparente, y siempre honesto. También era recto, austero, autoritario, obstinado, perfeccionista, severo y algo antipático. Y muy “de derechas”. No acababa de comulgar con la idea de la democracia, y menos con la “cosa esa del catalanismo”. Intentó hacer viviendas decentes para las familias obreras durante la época franquista, pero no lo consiguió. A pesar de tener las mejores relaciones sociales de aquellos años, la burocracia y la corrupción del régimen no encajaban con su mentalidad de arquitecto trabajador y honrado hasta la obsesión. Por esto motivo no trabajó en ningún proyecto público o encargo del gobierno. Tuvo que “conformarse” con hacer casas y pisos para la burguesía catalana, en la zona alta de Barcelona.