“No quiero que me encasillen como cantante de jazz”

La londinense ALA.NI, tras curtirse como corista para Blur o Mary J. Blige y haber dedicado toda su vida al mundo del arte en términos generales, lanzó hace unos meses su álbum de debut, “You & I”, con el que se posiciona como una de las voces más sugerentes de la música negra. En sus canciones confluyen géneros como el blues, el jazz y el hip hop siempre encontrando un perfecto equilibrio entre la elegancia clásica y la modernidad. Su aparente minimalismo e intimismo la encuadra con artistas coetáneos y afines como Benjamin Clementine, con quien, de hecho, ha colaborado. Hoy actúa en La Mar de Músicas de Cartagena y el sábado y domingo tiene dos citas en Barcelona, primero en Blueproject Foundation y segundo en la mítica Jamboree en un concierto enmarcado en el Festival Grec. El martes pudimos sentarnos a hablar con ella en un banco del Parc de la Ciutadella.

Al ser tu padre bajista de una banda reggae quería preguntarte cómo fue tu infancia en términos musicales.
Fui a una escuela de teatro, así que hasta los 16 años todo lo que hacía era bailar, actuar y cantar de cara a musicales. Me aprendía una canción tipo las de “Mary Poppins” y luego llegaba a casa y mi padre estaba tocando reggae muy profundo. [Imita con la boca el sonido del bajo]. Así que crecí escuchando un poco de todo, con la idea de que todo estaba abierto. Creo que eso me ayudó mucho. Nunca he sido fanática de un grupo en particular, no tenía pósters de grupos colgados en la pared. Incluso ahora me cuesta responder a la pregunta de cuál es mi música favorita. La verdad es que no escucho música, ella me viene a mí. Mi manera de relajarme es no escucharla, tener silencio.

Vives en París, ¿por qué la prefieres a Londres?
Creo que el trabajo me es mucho más fácil en París. Siempre he querido vivir ahí. La música se dirigía hacia donde yo quería, tenía un gran sello, No Format!,… Aunque no es que viva ahí, ¡no sé dónde vivo porque siempre estoy fuera! Ahora mismo vivo pegada a una maleta.

¿Dirías que haber trabajado como corista de Blur o Mary J. Blige ha ayudado a moldear tu carrera en solitario?
Desde luego, me lo tomé como deberes. Es un entrenamiento para ser más disciplinado. Fue muy inspirador poder ver de primera mano cómo habían trabajado de duro para llegar ahí y saber qué es exactamente lo que tienes que hacer para llegar al mismo sitio por tu cuenta. Hay mucha gente que no tiene la suerte de ver lo que cuesta. Parece que no pero viajar constantemente te deja exhausto, pero tienes que coger fuerzas para actuar la siguiente noche. Todo fue muy intenso: ‘pégate una gran fiesta, sí, pero luego actúa con la misma fuerza’.

Entiendo que hasta que no viste que habías aprendido suficiente no empezaste a centrarte en tu carrera.
No, paré de hacer de corista mucho antes de empezar a hacer mi propia música. No era tanto esperar sino un caso de ensayo y error constante hasta dar con el clavo. La clave era no rendirse, tenía que descubrirme a mí misma y estar contenta conmigo misma. Tener algo de lo que hablar y que significase algo. El amor es un tema fuerte en mis canciones.

Aparte de colaborar esporádicamente con otros músicos, como a veces haces con Benjamin Clementine en directo, ahora que ya tienes una carrera como solista, ¿te verías volviendo a hacer de corista?
Claro, me encanta. Obviamente, ya no sería lo mismo. Si Benjamin o Damon [Albarn] me piden que me suba al escenario por supuesto que lo haré. Pero más por diversión que por otra cosa. Creo que ya al haber llegado lo suficiente lejos en mi carrera buscaría otra cosa, como la dirección de cine o volver a la moda. Esa fase de corista ya ha pasado.

El año pasado lanzaste un EP para cada estación del año. ¿Cómo dirías que te influyen a la hora de componer?
No es que escribiese las canciones con ese concepto, eso vino después cuando me di cuenta que tenía doce temas. Pensé que como era una historia de amor que se desarrolla a lo largo de un año podía separarlos en grupos de tres para cada estación. Más allá de la música, para cada EP hice un packaging distinto: en primavera hice una caja de música negra, en verano una caja con fotografía azul, en otoño un cilindro de fonógrafo, que es el primer soporte de música que había antes del vinilo…

¿Quiénes son los “tú y yo” del título del álbum?
Soy yo y una serie de hombres. Está basado en uno en concreto aunque cojo los sentimientos de otras relaciones y lo mezclo.

Entiendo, pues, que son canciones biográficas.
Sí, menos una que parece que tenga connotaciones sexuales pero es todo lo contrario. Hablo sobre una mujer que quiere adoptar un bebé. La canción trata sobre ese bebé llegando a ella y el olor a talco infantil. En el contexto del álbum parece que esté pidiendo a un hombre que venga a mi cama. [Recita la letra de “Come To Me”]

Veo que apenas haces standards. ¿Hay una decisión firme detrás de esto?
Trato de no hacerlos. La hay. La única vez que lo hice fue para la gente de La Blogothèque, fue algo muy casual así que acepté. Tenía que hacer una cosa completamente distinta pero estaba ahí con el cantante de Villagers, que empezó a tocar “Cry Me A River” y el productor saltó con un: “¡me encanta esa canción! ¿Alani, te la sabes? Venga, mira en el móvil, apréndete la letra”. Si acepté fue por el ambiente, porque surgió de manera natural y no forzada. No quiere que me encasillen como cantante de jazz. Yo no tengo nada que ver con eso.

Cuando lees que eres la nueva Billie Holiday o lo que sea, ¿te lo tomas como un cumplido o te parece una comparación tonta?
¿Sólo tonta? No me corresponde a mí categorizarme. Si alguien me pregunta qué tipo de música hago respondo: “sólo hago música a secas, joder”. Que digan lo que quieran pero me pone nerviosa porque… ¡es Billie Holiday! No trato de copiarla ni parecerme a ella. Puede que nos hayan ocurrido cosas que en el pasado que hacen que proyectemos la música de formas parecidas pero ya está.

No te gusta que te categoricen como cantante de jazz pero lo que sí veo es que artistas como tú o Benjamin Clementine, que están más o menos conectados con el jazz, empiezan a tener bastante popularidad entre el público indie. ¿Le encuentras una razón?
Creo que hemos llegado tan lejos con esa música EDM machacona que la gente intenta ampliar el espectro de lo que se entiende por buena música. Yo no sé dónde situar a Benjamin: es clásico, es punk, es rock a veces y otras Erik Satie… Es Benjamin Clementine. Es dueño de esa mierda, no hay nadie que lo haya hecho ni lo haga. En una época en la que todo el mundo puede subir su música a Youtube tienes que subir el nivel para estar por encima de los vídeos que se encuentran.

El sitio en el que actúas el domingo es muy mítico en Barcelona, quizá el más importante de jazz en Barcelona. Es pequeño, coqueto… ¿qué se puede esperar del concierto?
Va a ser muy íntimo, desde luego. Seré yo sola con guitarra y arpa. Nunca planeo los shows, nunca he tenido un setlist. Es todo un poco aleatorio aunque trato de interpretar el álbum en orden porque es como una historia. Luego también hacemos algunas versiones, improvisación y lo que sea que surja por la noche.

¿Esto se traslada a tu manera de actuar? ¿Cómo la describirías?
Puede pasar cualquier cosa. A veces me da por andar entre el público y les pregunto sus nombres…

¿Qué has estado haciendo estos días en Barcelona?
Dormir. Llevo los últimos días yendo de arriba a abajo de Montreal a Londres y París. Pero mientras estoy aquí me preparo para la actuación del sábado en la Blueproject Foundation. Exhibiré además algunas de las obras de arte que he hecho a partir de fotografías procesadas a través del sol. De este modo salen azules y las utilizo para hacer proyecciones animadas en stop-motion.

Me consta que has escrito algún guión de cine… ¿Cómo son las películas que tienes en mente?
Ahora quiero centrarme especialmente en la música. En todo caso haría videoclips, pero eso me lleva mucho tiempo y no me lo puedo permitir.

¿Qué tienes en mente para lo que queda de año?
Antes de Montreal estuve unos días en Los Ángeles componiendo con Adrian Younge, que de hecho viene a Barcelona en noviembre para actuar. Es un productor alucinante, en su estudio todo su equipo es analógico menos su portátil que, de todos modos, no entra en el proceso de creación hasta casi el final. Últimamente ha colaborado con Ali Shaheed Muhammad de A Tribe Called Quest o con Kendrick Lamar en su álbum de canciones inéditas. Tiene un sonido muy especial. Tengo mucha suerte de trabajar con él. En septiembre vuelvo para terminar el álbum. No me gusta decir que es mi segundo disco, porque es una colaboración, así que me refiero a él como el siguiente. Saldrá en abril… ¡y tiene beats! [Los reproduce con la boca] Está entre Portishead, Fleetwood Mac, el spaghetti western…

Fotografías realizadas en la obra de Pieter Vermeersch.