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Hoy triunfa más la idea de transformación, donde nada es nuevo verdaderamente aunque pueda llegar a parecerlo.
La penúltima verbena del siglo XX, la de 1999, fue triste ya que ese día moría Francisco Rovira Beleta, tenía 86 años y había nacido en Barcelona, el 25 de setiembre de 1912. Propongo, a quien corresponda, que el día después de la fiesta de la Mercè se dedique a este buen hombre y mejor cineasta. Cada 25 de setiembre deberíamos celebrar el cumpleaños de Rovira Beleta con una de las muchas películas en las que intervino (IMDB. Francisco Rovira Beleta). “Para mí una película es un acto de amor”.
LOS AÑOS 40: DEDICACION AL CINE
A punto de cumplir los 24 años, Rovira Beleta, que ha descubierto el cine mientras estudia Arquitectura, vive el estallido de la guerra civil, con su familia se traslada a Francia e Italia y retornan a la ciudad la contienda. Son tiempos difíciles, con 30 años, en 1942, para contentar a su madre, termina sus estudios de Derecho. Nunca ejercerá de abogado y se dedica al cine, su profesión durante más de cincuenta años: “el cine me ha tomado toda la vida”. En 1943, empieza a trabajar para la productora Cifesa (Compañía Industrial Film Español S.A.) “Durante dos años hice todos los oficios vinculados a un rodaje: en el área de la decoración, en la del montaje, en la del vestuario, en la del maquillaje”.
Hace de ayudante de dirección en ocho películas bajo las órdenes de Luis Lucía y Juan de Orduña (del cual comentaba una frase: “De acuerdo, pongamos la cámara donde dice Rovira”).
Con 36 años, en 1948, ve su sueño realizado, dirige su primera película 12 horas de vida. A la que siguen una película cada año: 39 cartas de amor (1949) y Luna de sangre (1950). Unas películas que pueden ser consideradas las de aprendizaje en la industria.
LOS AÑOS 50: CINE EN COLOR Y TRES DIMENSIONES, DELINCUENCIA …
1953 es un año prolijo para el cineasta. Con apenas 41 años experimenta con el cine en color y las tres dimensiones, para ello usa el ballet filmando en el Liceu la actuación de una compañía internacional inglesa. El lago de los cisnes (1953) es un acuerdo entre el empresario del Liceu y del Windsor Palace, de la Diagonal, y los responsables de la empresa Orphea que apuestan por Rovira y Beleta como director de una curiosidad de 30 minutos en la que añade unas escenas interpretadas por Antonio Prat que hace de Tchaikovski en el Parque de la Ciudadela.
Ese año dirige la primera de sus tres películas con la delincuencia aparece como personaje principal. Es la primera de trilogía de cine negro (las otras son de 1956 y 1961). En Hay un camino a la derecha (1953) fue su primer éxito, el público y la crítica aplaudieron la película que cuenta con un espléndido Paco Rabal como Miguel, el protagonista abocado a la perdición. “Es más un drama que una película policiaca”.
Y también maravillosa está Barcelona en la película, con el puerto como el escenario real donde transcurren los acontecimientos aquí Rovira Beleta se muestra cercano al neorrealismo.
…FÚTBOL, ATRACOS, FERIAS, ADOPCIONES Y CIRCO
Después realiza Once pares de botas (1954), una película sobre fútbol, dicen que la mejor de las que se han rodado pero que no tuvo éxito “El aficionado al fútbol, cuando quiere ver fútbol, va al campo no al cine”. Los primeros minutos de la película, un buen ejemplo de lo caracteriza el trabajo de Rovira Beleta con la ciudad como protagonista lo que la convierte en un buen documento de una ciudad.
Volverá al cine negro con El expreso de Andalucia (1956) la segunda de su trilogía del cine negro, es una co-producción con Italia en la que y se explica un asalto que tuvo lugar en tiempos de la dictadura de Primo de Rivera.
Termina los fecundos años cincuenta con tres películas. La primera, Historias de la Feria (1958) es una comedia coral en la que muestra la naciente ciudad de las ferias y congresos que le sirve para mostrar la modernidad. La segunda, es una película sobre un niño alemán adoptado por una familia española tras la Segunda Guerra Mundial. Con un guión firmado por Berlanga y José Luis Colina, Familia provisional (1958) es según Carles Benpar, cineasta y autor de una monografía sobre el director, su obra maestra. Y termina con un drama que transcurre en Barcelona y en un circo, Altas Variedades (1960).
LOS AÑOS 60: LOS ATRACADORES…
Los sesenta serán los mejores, empieza con una cruda película en la que se ve el camino a la perdición de Los atracadores (1961). La película es dura, hay muertes violentes, ejercidas por la delincuencia y por la ley. Se ve un ajusticiamiento con garrote vil en el recinto del antiguo Hospital de la Santa Creu. Pasó la censura ya que era una apología a la aplicación de la ley y el castigo del delito.
…DOS VECES A POR EL OSCAR
Y Rovira Beleta se lanza al mundo empresarial con su propia productora y lo hace a lo grande, Los Tarantos (1963) “es la película que más satisfacciones me ha dado”. Toma la historia de Romeo y Julieta y la sitúa entre los gitanos de Barcelona, los Montesco y Capuletos son los Tarantos, los Zorongos y los Picaos… Fue a Hollywood a la búsqueda del Oscar a la mejor película de habla no inglesa y fue el primero en aplaudir a Federico Fellini cuando se lo arrebató a él y a polanski, por 8½. “Con esta cinta me hice productor y creé marca propia”.
Barcelona es el escenario perfecto para explicar la historia: el Borne, las barracas del cementerio de Montjuïc, los alrededores del matadero, Carmen Amaya bailando en el Somorrostro “es uno de los mejores recuerdos que tengo de la película. Carmen no solo era la mejor bailaora española, sino también una gran actriz y una mujer encantadora”.
Insuperable también es ver a Antonio Gades, el Moji, bailando de noche por la Rambla. “Así queria verte esta noche”.
Después vendría La dama del alba (1965), adaptación de una obra de teatro de Alejandro Casona con Dolores del Rio como protagonista. La tercera y última película de su productora es El amor brujo (1967), rodada en Cádiz, con ella de nuevo vuelve el flamenco a la pantalla, con la partitura de Falla y de nuevo con Antonio Gades que hace pareja con La Polaca. Por segunda vez la nominación al Oscar a la mejor película de habla no inglesa recayó sobre la película pero esta vez fue para Jiri Menzel y sus Trenes rigurosamente vigilados. Rovira Beleta
… Y CON EL ACTOR JOAN MANUEL SERRAT
Y el decenio termina con una curiosa película en la que Rovira Beleta se hace hippy. La larga agonía de los peces fuera del agua (1970) es la historia de la juventud rebelde en una época difícil. Fue filmada en Ibiza, el guión fue co-escrito por otro grande, Joaquín Jordà, y Joan Manuel Serrat es Joan, un pescador que se enamora de una turista y va hasta Londres.
LOS AÑOS 70: CON GINA LOLLOBRIGIDA, LOS REYES CATOLICOS Y CURRO JIMÉNEZ
Los 70 fueron serían los años de la despedida con sus últimos trabajos. En No encontré flores para mi madre (1972) trabaja con un elenco internacional con Danielle Darrieux, Renaud Verley y la italiana Gina Lollobrigida de la que sería su última película (años después retornaría a la pantalla, esta vez de televisión con la serie Falcon Crest). Después filma una cinta histórica La espada negra (1976) y sitúa en la bella población de Barco de Ávila los amoríos de los católicos Isabel y Fernando. Los últimos años se dedica a hacer documentales y a la televisión. Entre sus trabajos de esta época, en 1977 hace cabalgar por la sierra de Ronda al célebre Curro Jiménez y su banda.
DESPEDIDA DEL CINE
En 1986, con 74 años, filma su última película Crónica Sentimental en Rojo una adaptación de la novela de Francisco González Ledesma, premiada con el premio Planeta y con José Luis López Vázquez haciendo el papel del inspector Méndez.
Fotografia: Guillermina Puig /Archiu La Vanguardia
Hasta el 31 de marzo del 2016 la Filmoteca recuerda con una exposición (de donde tomo los entrecomillados y la cronología de las películas). La mejor manera de recordar a un osado e imaginativo director que sacaba gran rendimiento a la cámara.
Coincidiendo con la exposición y hasta que termine el año se proyectaran también en las pantallas de la Filmoteca todas sus películas que presentan momentos memorables en la España gris franquista y su censura. Una gran frase que se puede leer en la exposición resume perfectamente su oficio: “El director de cine es como un gran árbol, con la cabeza en las nubes y los pies arraigados en la tierra”.
Hoy triunfa más la idea de transformación, donde nada es nuevo verdaderamente aunque pueda llegar a parecerlo.
No existe un mundo perfecto único, varios modelos conviven y se yuxtaponen. En la mezcla de ideas está el valor.
Esta colección se dedica a esas ansias de vivir la vida al máximo para acabar en el hoyo. Una galería fotográfica de Bernat Rueda.