Utopías disponibles
Hoy triunfa más la idea de transformación, donde nada es nuevo verdaderamente aunque pueda llegar a parecerlo.
El crimen no es lo que era. Esa es la conclusión que saco después de dos horas de charla, un paquete de tabaco y dos cañas (para mi, él no bebe desde los años 90) con Dani El Rojo, quizá el ex-preso más infame, por no decir mediático de la historia Española.
Atracador desde los 15 años, preso a los 18, y consumidor dedicado a más estupefacientes que los beats y los punks combinados durante más de una década. Dani ha vivido más de la cuenta. Y ahora vive de contarlo. Un gélida tarde de Enero, me acerqué a Plaza Molina –barrio donde se ha pasado casi todo su vida en libertad- para hablar de su nueva etapa como escritor, cómo el crimen ha evolucionado y el sinsentido del arrepentimiento.
Hola Dani, la ultima vez que nos vimos estabas muy enfermo, pero ahora te veo muy bien. Me pregunto ¿Se puede matar a Dani El Rojo?
Hombre si, y joder, no me jodas, soy mortal, y menudo mosqueo ¿entiendes? Lo único es que tengo ganas de vivir aún. Cuando me lo detectaron [el cáncer de riñón] en ningún momento pensé en despedirme de nadie. Pero tampoco me preocupé por morir. He estado mucho en el alambre, y si soy sincero, la muerte no me da miedo. El concepto del muerte lo veo como un viaje. Mientras no sea una muerte mala iré contento.
¿Siempre has vivido en el momento? Está muy de moda pensar así pero es muy difícil vivirlo.
Si, el ‘carpe diem’ ¿no? Creo que esto mejora la sociedad. Aunque hay mucha hipocresía.
Los vendedores de moto…
Pero hay gente buena, y en eso creo. No me fijo en lo malo. Si nos fijamos en lo malo todos son malos. Por ejemplo, mira quien nos rige ahora. Los políticos en que habíamos confiado que nos llevarían al estado de bienestar social: ¡todos cargados de millones! ¡Además sin ponerse ni rojos! Ostia, eso pasa en Japón y se habrían hecho el hara kiri al momento. Por el amor de Diós. No es que hayan robado, es que han engañado el pueblo por el que han estado elegidos. Que no es tu dinero.
Tu que has vivido el crimen como parte de tu vida, ahora ves la ironía de que los que roban son los políticos, y además lo hagan con impunidad.
La ironía es que los mismos comportamientos que están ahora haciendo los bancos, hace que yo no me arrepienta de haberles robado. Todo lo contrario: tenía que haberles robado más. Y lastima que robé en pesetas.
¿Vives según algún código moral?
Creo que yo me he guiado más por la ética y la moral que por cualquier otro código. Si yo me metí en la delincuencia tan joven es porque, hablando románticamente, eran compadres, eran amigos. Había una belleza, unos valores y unos dones que no se encontraban en la sociedad. [Pero] yo tuve compadres, como decimos entonces, que usaron violencia, porque creían que era la forma. Creían que usando el miedo, podían provocar la paralización de la gente y que podrían sacar más dinero. Yo no era de esa creencia. Siempre he creído que es mas efectivo – ir armados por supuesto para que vean lo que hay – pero que con unas palabras se explica mejor. Si tu explicas que no vienes a por ellos, pero que vienes por el dinero, se quedan mas tranquilos. Si que he tenido esa moral que no quería hacer daño… me quería llevar el dinero, ¡y cuanto más mejor!
Los bancos entonces eran asegurados por grandes aseguradores, que son los que nos siguen jodiendo la vida desde siempre. ¿Remordimientos por haberles robado a estos? Lo siento pero no tengo. Yo podría pensar que es un error, pero arrepentirme de lo que he hecho cuando uno es lo que vive, no.
Cuéntame cómo iba un atraco típico.
No es como en las pelis, donde todo el mundo se tira al suelo. Era importante un buen susto inicial, que ya hicimos con recortados, armas que ya daban miedo. Lo demás es tranquilidad. “Señores no se mueven, aquí no va pasar nada…Venimos por el dinero, no a por ustedes”. Y te juro que la gente se queda tranquila. ¡Que no es su dinero! Yo he visto a mujeres que venían a ingresar: “No la sueltas señora, quédatela”, y la abuela descojonándose de risa. ¿Por qué voy a querer lo que va a ingresar esa mujer?
¿Empezaste muy joven no?
Yo pasé 6 o 9 meses robando farmacias, estancos, cualquier sitio que tenia caja registradora. E iba en Vespa, porque tenia 15 años y no me había sacado el carnet. Tenía que hacer 4 o 5 al día para que me salía a cuenta. Mi problema no era solo la toxicomanía. A mi me gustaba vestir bien, dormir en sitios bien… Para mi en ese momento la felicidad era eso, conseguir más dinero, más motos, más coches, más putas… Creo que por venir de la clase media – mi padre era empresario – yo también quería mejorar en lo que estuve haciendo, convertirlo en una empresa. Enseguida sumé dos más dos y me dirigí a los bancos.
Pasando a otro tema, ¿cómo era la Barcelona de esa época? ¿La echas de menos?
[Rompe a reír a carcajadas]. ¡Ay! Echar de menos no es la palabra, eso es una cosa negativa. Primero porque es imposible volver para atrás. No digo que eran mejores pero eran diferentes. No había internet. Los medios entonces, había, pero eran diferentes… Piensa que muere Franco y creemos que empieza una democracia, digo creemos porque mira donde estamos ahora, cuando siguen estando los mismos en el poder.
¿Había menos miedo por la calle?
Hombre si, ahora no puedes ni tomar una cerveza fuera de un bar, no puedes salir. Y dicen que son normas. ¿Están cuidando mi salud? Lo dicen por ello, cuando yo creo que son recaudatorias. Si no [quieres que conduzco a 100kph] ¡¿por quéme vendes un coche de 200 caballos hijo de puta?!
Por cierto, ¿qué coches tienes?
Jaja, ahora no tengo coche. En los 80, el primer coche que compré con dinero mío – robado, pero con dinero mío – fue un Lancia b210 [Lancia Fluvia o Datsun b210], que en su momento era un cochazo. Este acabó estrellado y como las cosas me iban bien con el tema del juego, entonces me compre un Porsche 911S. Ese Porsche también lo plegué entero.
Volviendo al tema de la transición, siempre he pensado que aquella época era tan alegre principalmente porque no había leyes. Todo se estaba haciendo por primera vez.
En todo los sentidos, tanto en los empresarios como en la delincuencia. Nosotros cuando empezamos con el juego [de azar] en el 80, sólo podíamos tenerlo hasta el 83. La Generalitat vio que había mucho dinero y se lo quedaron ellos. Nos pusieron unas leyes y ¡traca! Esto ha ido pasando con todo.
¿Dirías que ahora los criminales trabajan dentro del estado?
Mira, el otro día decía que en los 80 la delincuencia era de Diagonal para abajo. Ahora es de la Diagonal para arriba. ¿Me entiendes? El delincuente de calle, el carterista, está controlado por la policía es el que a diario se molesta, ¡no son los que nos roban! ¡Y encima son los que van al cárcel!
Última pregunta. ¿Qué es el crimen perfecto?
De entrada, si te guías por la definición de “crimen” en la RAE, creo que es un oxímoron. Pero si que hay un atraco que me hubiera gustado hacer. Hace unos años robaron 64 millones de dólares de brillantes de un avión. Eran todos procedentes de la corrupción, y nadie ha reclamado el dinero.
Atracar los atracadores…
Para mi, eso es el atraco perfecto.
Hoy triunfa más la idea de transformación, donde nada es nuevo verdaderamente aunque pueda llegar a parecerlo.
No existe un mundo perfecto único, varios modelos conviven y se yuxtaponen. En la mezcla de ideas está el valor.
Esta colección se dedica a esas ansias de vivir la vida al máximo para acabar en el hoyo. Una galería fotográfica de Bernat Rueda.