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Hoy triunfa más la idea de transformación, donde nada es nuevo verdaderamente aunque pueda llegar a parecerlo.
Richard Wagner murió en 1883. Adolf Hitler murió en 1945. Para muchos la historia es eso, un montón de fechas y datos que se deben memorizar en la escuela para repetirlas en los exámenes y aprobar. Para otros pocos esos datos son como los puntos del cielo estrellado: esperan que alguien los una, forme constelaciones y empiece a tejer todo el relato que hay detrás de esos puntos. Ernst Gombrich es uno de ellos.
En 1945 Gombrich trabajaba para la BBC escuchando la radio alemana e informando sobre lo que oía. Un día sonó el Adagio de la Sinfonía Nº7 de Bruckner. Gombrich la reconoció, recordó que Bruckner la había escrito para la muerte de Wagner y lo entendió: era la señal de que Hitler había muerto. Gombrich fue el primero en comunicárselo al entonces primer ministro británico Winston Churchill. Para muchos ese momento de agudeza mental sería un hito en la vida. Para Ernst Gombrich, fue uno entre muchos.
Después de dejar su nombre marcado en los libros de historia, giró su atención a su verdadera vocación: el arte. En 1950 publicó “La historia del arte”, cuya mejor cualidad se ha perdido en la traducción del título. El original se titulaba “The Story of Art”; en inglés, ‘story’ es una historia en el sentido de relato mientras que ‘history’ es la sucesión de acontecimientos históricos. Esa es la clave. Gombrich nos relata la historia del arte como si de un cuento se tratara.
Gombrich quiere que todo el mundo tenga acceso al arte y, para conseguirlo, lo destruye desde la primera frase: “No existe, realmente, el Arte. Tan sólo hay artistas”. Aquí Gombrich nos coge de la mano y empieza el recorrido narrado por la vida de esos artistas y las relaciones que establecieron con la sociedad de su época, con los gustos de otras épocas y con los que aun faltaban por venir. Todo ello escrito en la prosa más sencilla, exquisita y amena imaginable. Un libro de lectura obligada para todo aquel con ganas de aprender sobre el arte.
¿Las grandes obras de la literatura tienen que ser ficción? “La historia del arte” es un clásico que merece ocupar su sitio entre “Guerra y paz” y “La Ilíada” en cualquier biblioteca personal que se valga.
Hoy triunfa más la idea de transformación, donde nada es nuevo verdaderamente aunque pueda llegar a parecerlo.
No existe un mundo perfecto único, varios modelos conviven y se yuxtaponen. En la mezcla de ideas está el valor.
Esta colección se dedica a esas ansias de vivir la vida al máximo para acabar en el hoyo. Una galería fotográfica de Bernat Rueda.