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Hoy triunfa más la idea de transformación, donde nada es nuevo verdaderamente aunque pueda llegar a parecerlo.
Si quieres ser “más original que nadie” a la hora de regalar en el Día del libro, desde aquí proponemos algunas sugerencias de cómics, todos recientemente publicados. Lo más de lo más último.
“Chapuzas de amor”
Jaime Hernandez
(La Cúpula)
‘Chapuzas de amor’ es la obra maestra definitiva de un maestro, Jaime Hernandez (Oxnard, 1959), un chicano californiano que junto a su hermano Beto edificó una de las obras del cómic alternativo más importantes de los 80 y primeros 90: la cabecera ‘Love & Rockets’, que vista con perspectiva se erige hoy como uno de los cimientos más sólidos de lo que ha llegado a ser la novela gráfica. Si el nombre de Beto Hernandez está asociado a su gran saga, ‘Palomar’, el de Jaime, dibujante supremo, lo está sin duda a ‘Locas’, un monumental melodrama urbano filtrado por la mirada pop que gira en torno a dos chicas jóvenes que han ido creciendo, a través de los años y las historias, hasta dejar de serlo. ‘Chapuzas de amor’ está protagonizada precisamente por una de las dos “locas”, Maggie, que, ya en su mediana edad, intenta atar como buenamente puede los cabos sentimentales que ha ido dejando sueltos a lo largo de su vida. Con recursos que beben tanto del viejo tebeo popular y el género romántico como de la novela moderna, y el estilo depurado de quien lleva treinta años en esto, Jaime Hernandez demuestra una capacidad estrictamente genial para la elipsis y los sobreentendidos, esos que dan una dimensión verdaderamente adulta a la obra. Una obra que es maestra, conviene repetir.
“El árabe del futuro”
Riad Sattouf
(Salamandra)
Subtitulada ‘Una juventud en Oriente Medio (1978-1984)’, estas memorias sobre la infancia del franco-sirio Sattouf (París, 1978) han superado los 200.000 ejemplares vendidos en Francia, y bien que lo merece. Planificada como una ambiciosa trilogía de novelas gráficas, en este primer volumen Sattouf rememora los recuerdos sobre su niñez transcurrida en países árabes con la autoconsciencia propia del autor enfrentado a su “gran obra de madurez” y la gracia de un humorista ya veterano (y muy fino, basta leer ‘La vida secreta de los jóvenes’, la serie que el autor realizaba para el semanario ‘Charlie Hebdo’). Entre su Francia natal, la Libia de Gadafi y la Siria de Hafez el Asad, el niño Sattouf viajaba al albur del trabajo de su padre, un profesor universitario sirio que se doctoró en una universidad francesa pero quería contribuir al advenimiento de lo que denominaba el “árabe del futuro”. A partir del detalle revelador y las “grandes verdades” no enunciadas pero implícitas en las anécdotas escogidas, magníficamente escritas y mejor dibujadas, se construye una obra que no renuncia a lo humorístico a pesar de que se sabe importante. Lo es.
“Patria”
Nina Bunjevac
(Turner)
Otra memoria familiar absolutamente recomendable que ya reseñamos en esta misma sección. Si Riad Sattouf es un niño perplejo que no sabe bien cuál es su patria, a Bunjevac (Canadá, 1973) le pasa tres cuartos de lo mismo desde que su madre huyó a su Yugoslavia natal a finales de los setenta, llevándola consigo, para escapar de su padre, un nacionalista serbio exiliado de la Yugoslavia de Tito que se había involucrado en actividades terroristas. La autora rastrea sus ancestros desde su padre hacia atrás y, tirando de ese hilo, atraviesa la historia de los Balcanes durante el siglo XX hasta llegar a sus abuelos, una generación que combatió a los nazis durante la II Guerra Mundial, y sus bisabuelos, emigrantes en Estados Unidos. El pulso narrativo de la obra es sobrio y tenso, los dibujos, en la tradición underground de Crumb, son formidables, y la combinación de documentación histórica, recuerdos, sueños premonitorios y tradiciones locales, irresistible.
“Barcelona. Los vagabundos de la chatarra”
Jorge Carrión y Sagar
(Norma)
Dos años de investigación periodística y un buen puñado de testimonios orales son la base de este cómic documental sobre la Barcelona que vive de espaldas al turismo. O, más exactamente, debajo de él. Con referentes tan ilustres como la serie televisiva ‘The Wire’, de la que toman la aspiración de mostrar las entrañas de un sector entero de la ciudad contemporánea y llegar a lo universal desde lo local, y los cómics periodísticos de Joe Sacco, al que de hecho se entrevista en el epílogo, los autores bajan a los infiernos de chatarra del mercado de los Encants, del Puerto de Barcelona y de las naves industriales abandonadas del Poblenou. Por esos escenarios herrumbrosos indagan en la vida de sus habitantes, inmigrantes y jubilados que no pueden jubilarse, nómadas urbanos que sobreviven de los desechos que los demás abandonamos mientras, para tener un techo, okupan locales predestinados a la especulación urbanística antes de ser desalojados por el poder. Recolectores modernos como los que documentó Agnès Varda en ‘Los espigadores y la espigadora’, inolvidable película que se cita nada más comenzar el libro.
Con escasos modelos previos en el cómic, Carrión (Tarragona, 1976, autor de ensayos como ‘Librerías’ y de novelas como ‘Los muertos’) y Sagar (Huesca, 1974, un dibujante que ya lleva a sus espaldas una buena mochila de novelas gráficas y cuadernos de dibujos urbanos) tiran de ingenio para amasar el material narrativo que tienen entre manos mediante diferentes recursos: entrevistas dibujadas que procuran reproducir la voz del entrevistado a través de diseños de página complejos, diálogos entre los dos autores, que sostienen el punto de vista del lector mientras recorren en bicing sus zonas de investigación, informes de una página con recortes de prensa y otros elementos textuales y visuales; contraposición del relato institucional (el Twitter oficial del Ayuntamiento de Barcelona) con la otra cara de la realidad urbana que se muestra en los dibujos. “El mercado internacional de chatarra se ha vuelto esencial en la economía mundial. Es más barato reciclar el metal que extraerlo de las minas. Y tiene más sentido”, escribe Carrión en la página 9. Verdaderamente, también tiene sentido levantar un contrarrelato sobre la gran ciudad contemporánea a partir de quienes recogen esa chatarra, seres invisibles pese a su ubicuidad en nuestras calles.
“Las meninas”
Santiago García y Javier Olivares
(Astiberri)
Para terminar estas recomendaciones para Sant Jordi, qué mejor opción que la novela gráfica que acaba de ganar el premio a la Mejor obra española de 2014 en el Salón del Cómic de Barcelona. ‘Las meninas’ es un auténtico tour de force que, partiendo de EL cuadro de Velázquez y por extensión de todo el Barroco español, navega en círculos concéntricos desde la biografía del ilustre pintor sevillano, pergeñada entre la documentación histórica y la vida imaginada, a la historia cultural sobre el mito y la influencia del cuadro en artistas modernos (Picasso, Dalí, Buero, etc.) hasta convertirse en una parábola sobre la idiosincrasia española y los pecados nacionales. Como ambición no falta, la obra aborda otros temas como la naturaleza de la representación, la importancia del nombre de las cosas en relación a la mirada de la época y la transición entre el antiguo sistema del artista-artesano que aspiraba a “ascender” a la categoría de las artes liberales y conduciría al artista autónomo moderno. El guionista García (Madrid, 1968) oculta el intenso trabajo de documentación y filtra la densidad en levedad recurriendo a las historietas breves, los saltos temporales, la preponderancia de lo visual y un tratamiento politonal que va de lo trágico a lo cómico, de lo grotesco a lo sublime. El dibujante Olivares (Madrid, 1964) firma el mejor trabajo de su carrera en el cómic modificando el estilo gráfico y la paleta cromática según el tiempo del relato o el tono de cada escena, pero sobre todo dando a la obra la intensidad que pide desde su misma concepción. ‘Las meninas’ es un libro memorable y paradójico, denso a pesar de su texto escaso, diáfano y al mismo tiempo misterioso, tan “accesible” y enigmático como el inmortal cuadro que lo ha inspirado. En cualquier caso, digno de regalar en un día como el de Sant Jordi. Quedarás como un “rey”.
(Más sobre ‘Las meninas’)
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