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Hoy triunfa más la idea de transformación, donde nada es nuevo verdaderamente aunque pueda llegar a parecerlo.
Sam Gosling, un conocido psicólogo americano, se dedica a estudiar lo que nuestros espacios dicen de nosotros. Su libro Snoop recoge muchos de los elementos en los que se fija. ¿Tenéis fotos de vuestra familia en la oficina? ¿Las tenéis mirando hacia vosotros o hacia la puerta? ¿Sois organizados o más de meterlo todo en un cajón y daros por satisfechos? ¿Coleccionáis algo curioso? Los rasgos de nuestro carácter impregnan nuestras habitaciones, oficinas, salones y demás espacios personales. Incluso nuestros espacios virtuales, como Facebook, dicen mucho más de nosotros que lo que sale en nuestros perfiles, pero eso ya es otro tema.
¿Qué dirán de nosotros nuestros libros? Hay quien les ve una utilidad práctica en forma de pisapapeles, mientras que otros se compran un Helmut Newton o un Dalí para decorar esa mesita del salón y entretener a los invitados. De hecho, el uso mayoritario de los libros es el de simple lectura de entretenimiento, pero la gente no los vive lo suficiente.
Los libros se tienen que comer. Incluso mejor, se tienen que devorar. Para apreciar de verdad una obra de arte en forma escrita hay que encontrar lo que hay detrás de las palabras, y eso no siempre será lo que puso ahí el autor. El ingrediente esencial es la colaboración. Si compartimos los sabores que hemos descubierto, los olores de cada personaje y de cada escena, los colores de los árboles y objetos, quizá descubramos que no coincidiremos en todo. Y eso es lo bueno: debatir, llegar al fondo de la cuestión, vivir plenamente lo que esa obra ha suscitado en nosotros. Como me dijeron una vez, hay que montarse la peli y vivirla.
El siguiente paso simplemente es mezclar lo que hemos vivido: oler el azul del mar y oír la tristeza de la doncella y saborear el estruendo de la mente del chico que se enamora ásperamente de la chica más harmónica y todo es de color dulce… Hay miles de posibilidades y combinaciones para explorar y experimentar, pero no son posibilidades estáticas sino que contribuimos nuestras propias experiencias para enriquecer la lectura. Nosotros no somos sujetos pasivos ante los libros, somos uno de los grandes actores que intervienen en el acto de leer.
Así pues, ¿qué dicen nuestros libros de nosotros? Nada en comparación con lo que podemos decir nosotros de ellos.
Hoy triunfa más la idea de transformación, donde nada es nuevo verdaderamente aunque pueda llegar a parecerlo.
No existe un mundo perfecto único, varios modelos conviven y se yuxtaponen. En la mezcla de ideas está el valor.
Esta colección se dedica a esas ansias de vivir la vida al máximo para acabar en el hoyo. Una galería fotográfica de Bernat Rueda.